Lo primero que tenemos que hacer es tener pleno conocimiento sobre qué entendemos por plagio. Plagiar es copiar en lo sustancial obras ajenas, atribuyéndoles como propias. El historiador francés Marc Bloch menciona sobre el plagio en su obra Apología para la historia, llamándolo “el acto más inocente del mundo en la Edad Media”; el analista o el hagiógrafo medieval, se apropiaban pasajes enteros de escritos de autores más antiguos, sin remordimientos.
Al observar dos monumentos antiguos dos escenas guerreras esculpidas en piedra. Remiten a dos campañas diferentes, pero se representan con rasgos casi idénticos. El arqueólogo con sus ojos observadores dirá: “Uno de los dos artistas seguramente plagió al otro, al menos que se conformaran ambos con reproducir un modelo estereotipado”. Por otra parte, un caso de plagio se dio en la legendaria Biblioteca de Alejandría del año 331 a.C., según cuenta Plutarco en su obra de los Los Diez Oradores, el político ateniense y célebre orador Licurgo, encargado de los cultos de Dionisio, “evitó que la corrupción manchara los textos de las obras dramáticas” por lo que ordenó que se hicieran copias de las mismas atribuyéndose como suyas.
Ptolomeo III, solicitó en préstamo a Atenas obras originales tales como los textos homéricos La Ilíada y La Odisea, los textos de Esquilo entre otros. Galeno, médico griego del siglo segundo que trabajó en la biblioteca y la examinó los fondos de la misma para realizar sus críticas a Hipócrates sigue mencionando que no devolvieron jamás los textos originales sino entregaban hermosas copias. Los libros que eran llevados a la Biblioteca y eran copiados con la rapidez posible. Los originales se quedaban en la Biblioteca tomándolos como suyos.
Por otro lado, la película Amadeus (1984) de Milos Forman, una historia ficticia sobre cómo el compositor italiano de la corte de José II de Habsburgo Antonio Salieri, considero todas las obras del grandioso Wolfang Amadeus Mozart como suyas, por una insana obsesión por ser el mejor compositor que haya existido.
Esto nos hace reflexionar que los móviles del plagio, pueden ser por la incapacidad o mediocridad de escritores, compositores, artistas o historiadores se pueden aprovechar de personas con el talento único para pintar obras, escribir novelas hasta la historia, algo que para mí considero intolerable.
Uno de los casos más fuertes de plagio ocurrió en el 2012, es el caso de Sealtiel Alatriste. Alatriste, quien fungiera como Coordinador de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recibió el Premio Xavier Villaurrutia en enero del mismo año y recibió acusaciones de plagio tras la publicación de un artículo en la revista Letras Libres por Guillermo Sheridan en la que expreso su inconformidad, mencionando que el galardonado “mintió” y “engaño” a las letras e inteligencia mexicanas. Alatriste y el escritor Felipe Garrido fueron acreedores del mismo premio. Como consecuencia de estas acusaciones que recibió Alatriste, renunció al premio y a su cargo en la UNAM, enterrando su credibilidad y su prestigio académico.
No obstante, ante la más reciente acusación a la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) Yasmín Esquivel Mossa. El tribunal universitario llevó a cabo una exhaustiva investigación en la tesis de la ministra titulada Inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza del artículo 123 apartado A. El cual determinó que existían coincidencias con la tesis del plagiado Edgar Ulises Báez Gutiérrez.
Por lo que hay que preguntarnos lo siguiente ¿Por qué el afectado no ha reclamado sus derechos o expresar su inconformidad como lo hizo Sheridan? ¿Porqué sorprendernos de la reciente acusación de plagio atribuido a la ministra mientras que el ex presidente Enrique Peña Nieto, habiendo ocupado el cargo ejecutivo más alto de la nación, cometió plagio en su tesis de licenciatura, salió impune y sin ruido mediático? ¿Y por qué la acusaron ahora que va a ser la candidata a presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en sustitución de Arturo Zaldívar? Sin pretender la defensa alguna para quien cometa el delito de plagio. Está previsto en el artículo 427 del Código Penal Federal, que impone prisión de seis meses a seis años y de trescientos a tres mil días multa, a quien publique a sabiendas una obra sustituyendo el nombre del autor por otro nombre.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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