Decálogo para enfrentar el cambio climático

Opinión de Juan Rosales

Saliendo al paso, como lo hace cotidianamente, de las críticas que los opositores han sostenido y que se agudizaron durante las semanas de los foros en los que expusieron sus posturas en contra de la reforma eléctrica, el viernes pasado el presidente López Obrador participó en el Foro de las Principales Economías sobre Energía y Clima, en el que dio a conocer las diez acciones que lleva a cabo el Gobierno de México para hacer frente al cambio climático.

En este foro al que asistieron a distancia además de nuestro primer mandatario, representantes de otras 23 naciones, entre ellas Estados Unidos a través de John Kerry, responsable en la Casa Blanca del tema cambio climático, y del presidente Joseph Biden, quien al concluir la intervención de AMLO y antes de retirarse del evento agradeció a los asistentes, pero señaladamente al presidente López Obrador por el trabajo conjunto, asegurando que ambos países seguirán colaborando en enfrentar este problema.

El decálogo presentado por López Obrador contiene acciones que la 4T ha venido desarrollando a lo largo de los casi cuatro años de gobierno, contrariamente a la narrativa que la oposición de inmediato desplegó en medios corporativos y redes sociales, acusando que eran medidas improvisadas y para “cubrir el expediente” de la reunión.

Las diez acciones centrales, de las que se derivan otras más, implementadas por nuestro gobierno en la lucha contra el cambio climático, refieren medidas relacionadas con los recursos no renovables producidos en México y también con aquellas vinculadas al desarrollo de energías no contaminantes.

Efectivamente, el presidente López Obrador enumeró y describió de manera breve una a una las siguientes: 1) Modernización de 16 plantas hidroeléctricas; 2) reducción hasta en un 98 por ciento de emisiones de gas metano en los procesos de exploración y producción de la industria petrolera; 3) inclusión en el propósito mundial de lograr para el 2030, la producción hasta en un 50% de vehículos cero emisiones, en cuyo objetivo la reciente nacionalización del litio mexicano juega un papel estratégico; 4) construcción de un parque solar fotovoltaico en Puerto Peñasco, Sonora, México, el cual pudiera ser el más grande de América Latina, este último comentario no lo hizo el presidente; 5) compromisos con empresas estadounidenses para generar energía solar y eólica.

Completan el decálogo presentado internacionalmente por el presidente: 6) Creación de parques solares en la frontera mexicana con su vecino del norte, y la construcción de redes de transmisión de energía para exportarla a California y otros estados; 7) autosuficiencia mexicana en gasolina, diésel, turbosina gracias a que desde 2019 se realiza la modernización de 6 refinerías, se adquirió una en Texas y en breve será inaugurada la nueva en Dos Bocas, Tabasco; 8) procesamiento de toda nuestra materia prima en México, gracias a la construcción en Tula, Hidalgo y en breve se iniciará en Salina Cruz, Oaxaca, de dos coquizadoras para transformar el combustóleo, para alcanzar un impacto ambiental menor o incluso dejar de contaminar; 9) realización del programa de reforestación más ambicioso del mundo en un millón de hectáreas de árboles frutales y maderables, el cual da empleo a más de 420 mil campesinos en sus propias parcelas, con una inversión anual de 1,500 millones de dólares, con lo cual se absorberán casi 4 millones de toneladas de bióxido de carbono y 10) compromiso de México para que en el 2024 se alcance una producción de energía utilizando el 35% de fuentes limpias o renovables.

La trascendencia de estas medidas salta a la vista, y no necesitamos ser expertos para concluir que el impacto de todas ellas cobra relevancia ante el amplio espectro de vertientes que atiende. Por supuesto que muestra la vocación del gobierno mexicano por atender los compromisos internacionales en torno al cambio climático. A nivel nacional atiende la urgente necesidad de corregir el deterioro y obsolescencia en la que el neoliberalismo dejó a la industria energética en general y petrolera en particular. Con la nacionalización del litio, AMLO posiciona a México entre los países de vanguardia en el uso y aprovechamiento de este mineral. Los beneficios económicos para la población urbana y rural repercutirán sin duda en sus bolsillos.

Una vez más podemos constatar que los cuestionamientos de diversos grupos opositores y pseudoambientalistas, quienes acusan al gobierno de la 4T de “fomentar el uso de energías sucias”, “no hacer nada para enfrentar el cambio climático”, e incluso de “violar los acuerdos internacionales de los que forma parte nuestro país” y que han reiterado a través de casi todos los medios corporativos que les sirven de “caja de resonancia”, son parte de la narrativa derechista y reaccionaria, integrada básicamente solo con inferencias y relatos a la que debemos confrontar con evidencias y datos.

En este enlace pueden ver la presentación que hizo López Obrador del decálogo de la 4T en materias de energía y clima:

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