Benito Bodoque Alcalde y Jorge Arvizu “El Tata”

El abrazo solidario, las palabras de aliento y la cercanía de las compañeras y compañeros que comparten las vicisitudes de la lucha social, siempre es un aliciente en la vida política y personal de cualquiera de nosotros. Las exigencias y condiciones que impone la militancia de izquierda, significan verdaderas gestas históricas formuladas por pequeños y grandes sacrificios personales; pero se sobrelleva con alegría la adversidad cuando en el camino se marcha al lado de mujeres y hombres libres que comparten los mismos anhelos de justicia para los más necesitados y oprimidos. 

Por eso, nunca será en vano, mantener presentes a todas esas compañeras y compañeros que compartieron afanes y esperanzas con nosotros, hasta que se adelantaron en el camino. Un homenaje constante a su vida, principios y convicciones, es una obligación inherente a quienes no dejaremos caer su estafeta y mantendremos vigentes sus ideales. Esas generaciones que nos antecedieron en la lucha viven en nosotros en los nombres y rostros de aquellas personas que conocimos en jornadas de resistencia; pero también en la evocación de aquellos que nunca conocimos, pero nos dejaron trazado el camino.

Baste evocar a uno de aquellos miles de compañeros, aunque más conocido por su lugar en el mundo del entretenimiento, para hacer honor a esta obligación con la memoria y la conciencia. Estamos a punto de recordar, el mismo día del aniversario de la Expropiación Petrolera, la partida de un gran artista mexicano; el 18 de marzo de 2014 falleció por una insuficiencia cardiaca el artista Jorge Isaac Arvizu Martínez, mejor conocido como “El Tata”, recordado ampliamente por uno de sus papeles icónicos en la televisión mexicana. Habiéndose formado en la radio, Jorge Arvizu es un referente de la industria del doblaje mexicano, que acercó a todos los públicos de América Latina los principales programas norteamericanos, principalmente dibujos animados o caricaturas, producidos desde los años sesenta. 

Pero lo menos conocido de la carrera de “El Tata”, fue el abierto apoyo que nunca ocultó al movimiento encabezado por AMLO desde los años de la resistencia y el Gobierno Legítimo de México, hasta la formación del Movimiento de Regeneración Nacional, convocando en voz de sus personajes más entrañables Benito Bodoque, a todo el pueblo de México a sumarse al movimiento. Participación que se hizo celebre cuando el propio presidente de México le brindó un homenaje en la conferencia mañanera del 14 de febrero de 2021 -con una imagen de Benito Bodoque a quien le dio su inolvidable voz y la personalidad con que muchas generaciones lo incorporamos a nuestro imaginario desde niños-. Y es en esta coyuntura que recordamos la serie de Don Gato y su Pandilla (Top Cat), donde la participación de Jorge Arvizu fue central para el enorme éxito que sigue teniendo esta serie de Hanna Barbera en México. Porque esa pandilla de gatos de Nueva York, fueron entrañables para una sociedad como la nuestra que solo contaban con su ingenio, cultura y solidaridad para salir avante en la vida. Lo colectivo sobre el egoísmo es la esencia de la pandilla de Don Gato.

Precisamente desde nuestro contexto político es que podemos interpretar aquellas aventuras de los “marginales” de la sociedad que se hacen comunidad para cuidarse entre ellos. Hay un capítulo de Don Gato que recordamos para ilustrar la actualidad: La vista de mamá, (https://www.dailymotion.com/video/x8272ms) cuando precisamente Benito Bodoque hace creer a su mamá que él es el Alcalde de Nueva York con la esperanza que se sienta orgullosa de su hijo, y no crea que es solo un vago viviendo en un callejón. 

Es Don Gato, el jefe de la pandilla quien no acepta la pesadumbre de su compañero si su mamá se da cuenta del engaño, planeando toda una estrategia para que ellos hagan creer a la mamá de Benito que su amigo en verdad es el Alcalde de Nueva York.  Así, siempre delante del policía Matute, la pandilla de gatos no duda en apoyar a Benito, porque es uno de ellos y no merece estar triste su amigo. “Roban” la patrulla de Matute para hacerla pasar por “vehículo oficial” de Benito Bodoque Alcalde, mientras la pandilla como buenos gatos de azotea lanzan confeti a la maravillada mamá de Benito a su pasó en un convoy imaginario por las calles de la metrópoli.

Al final del capítulo, cuando su mamá tiene que regresar de viaje a casa, le confiesa a su hijo que no importa lo que sea, ella siempre lo va a amar por ser su hijo, y que siempre lo llevará en el corazón.  De este grato episodio y recuerdo, podemos extraer una lección política para seguir siendo coherentes en el presente, no importan los cargos, sino el servicio a la comunidad, no importa la ubicación en los escalafones políticos sino el sentido de pertenencia a una aspiración mayor: la búsqueda del bien común, el amor al prójimo, la solidaridad con el rezagado. Que nadie se quede atrás porque la pandilla, la comunidad, estará ahí. Los cargos son un medio, nunca un fin, el fin es el servicio, bajo el principio de mandar obedeciendo, entre iguales, servir al pueblo.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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