Hay en el México contemporáneo un fenómeno que causa revuelo en todos los estratos de la sociedad: El despertar político del mexicano.
Décadas han pasado desde que el mexicano (individualmente hablando) dejó de interesarse en la política del país. Ya sea por apatía, pérdida de fe o, en el mayor de los casos, el inexorable destino que había en la política mexicana. Y sí, nos referimos a los periodos de política neoliberal que se encargaron de saquear al país, tanto en lo colectivo como en lo individual, esa política que debilitó el país en todos sus ámbitos: Económico, cultural, social y, por supuesto, el ámbito político. Este último es el protagonista de esta columna, pues es innegable el envilecimiento colectivo de la política que se gestó durante el periodo neoliberal en nuestro país.
No hace más de diez años hablábamos con las personas de la tercera edad (que ciertamente son los más interesados en la política), y lo que encontrábamos en sus charlas no eran más que palabras de desesperanza y apatía: “¡Todos son iguales! ¿De qué sirve votar si ya sabemos que se roban las elecciones? ¡La política ya no sirve!”
¿Qué le pasó al país en estos años que hizo que el mexicano perdiese la confianza, la fe, la esperanza en la política? Pues basta revisar el historial de gobiernos que estuvieron al mando del país desde el año 1982, cuando De La Madrid llegó al poder, hasta 2018 cuando Peña Nieto culminó su mandato.
Un periodo que se caracterizó, entre otras cosas, por la debilitación del aparato democrático mexicano, que dio como resultado una despolitización en gran parte del país, aunado al envilecimiento y, con perdón, al embrutecimiento que promovían los principales medios de comunicación de nuestro país.
Una época oscura, gris, de niebla en la vida política mexicana, así era el periodo neoliberal.
En 2018, terminó eso. Renace en el país una esperanza ante esos años caracterizados por la discordia entre las élites políticas y el pueblo. A esto le llamo el fenómeno López Obrador.
¿Por qué fenómeno? Es fácil explicarlo: Desde 2018, el mexicano ha vivido una odisea de autodescubrimiento moral y político, se ha quitado la venda de los ojos, “ha salido de la caverna” para los más elitistas. La sociedad mexicana ha tenido un despertar inmenso en cuanto a política se refiere, y esto se ha dejado ver en todos los estratos de nuestra sociedad. Pero lo verdaderamente admirable, es que esta nueva manera de hacer política le ha devuelto la fe en la política a los mexicanos que ya la veían perdida.
Y esto nos beneficia a todos, incluso a los principales detractores del movimiento, pues esta nueva forma de hacer política ha traído, como consecuencia positiva, el fortalecimiento de la democracia participativa que se había visto tan debilitada en el país.
Tenemos un camino muy largo por recorrer y no será fácil, pero confíamos en este renacer de nuestra sociedad. Y absolutamente todos tenemos una obligación política que no debemos olvidar: No permitir nunca que aquellos años, aquella etapa oscura, vuelva a repetirse. Gracias al fortalecimiento de nuestra democracia participativa hemos abierto un sendero de esperanza y de lucha, no abandonemos ese camino. ¡Hasta la victoria siempre!
“Cada nación depende del corazón de su gente
y a un país que no se vende nadie lo podrá comprar
¡No te olvides!“-Rubén Blades.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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