En el actual estado de cosas que guarda la situación política en la Ciudad de México podemos observar un fenómeno muy interesante de cara a la elección de jefe de gobierno en el 2024.
En el que debería ser el epicentro político del país estamos observando una carencia de cuadros o perfiles tanto en lado conservador como en el grupo en el poder con amplio conocimiento de la Ciudad y su problemática. Básicamente esa situación se está traduciendo en una bola de nieve que podría crecer y de no pararla ahora, puede ser que cobre facturas muy altas para los objetivos de la 4T en el siguiente sexenio.
Y es que aventurarse a lanzar una figura mediática como Omar García Harfuch por el solo hecho de haber tenido resultados positivos al frente de la Secretaría de Seguridad en la capital no debería de ser todo, pues en otros aspectos carece de una visión íntegra y experiencia más amplia en el oficio político.
Con esto no estoy diciendo que la política solo es para la “clase política”, o descalificando a priori su trayectoria, pero es indudable que atenerse y confiarse a un perfil como ese nos hace muy vulnerables a repetir un fenómeno como el ya experimentado con Miguel Ángel Mancera quien sólo utilizó acomodaticiamente la sombra de AMLO y la bandera izquierdista para ganar con facilidad la contienda por la CDMX, en 2012. Después vino la traición.
Hoy nos encontramos ante un escenario que puede repetirse pues es de dominio público que García Harfuch nunca en su pasado ha estado identificado con causas o luchas sociales propias de la izquierda de las que debería de provenir el candidato que lance MORENA, pues es la esencia del movimiento cubrir con ese perfil para garantizar que en la Ciudad de México se sigan aplicando políticas sociales y progresistas que alejen el fantasma de la derecha gobernante.
Me resisto a creer que esta ciudad de ideas progresistas de avanzada y su conocimiento con comprobado olfato político se decante por un candidato engominado del que solo sea electo porque como Peña Nieto, les parece “guapo” y bien parecido contrario a que sea efectivo y de probada experiencia en lo público.
Hoy para mí, el mejor perfil por ser conocido a nivel nacional, ser científico solvente, ético, buen comunicador y un servidor público con visión social que en múltiples ocasiones ha dejado patente su lucha contra grandes trasnacionales de la industria farmacéutica y de los alimentos basura, el Doctor Hugo López-Gatell, parece ser ese hombre al que los empresarios rapaces con intereses mezquinos le tienen pánico y a quien cada que pueden mandan golpear a través de sus voceros a sueldo desde sus brazos mediáticos pues los ha exhibido como inmorales beneficiarios de los negocios que hacen a costa de las muertes y enfermedades, sembrando muchos de los padecimientos que hoy tienen de rodillas al sistema de salud pública, que sobra decir fue acribillado y desmantelado en tiempos neoliberales con la firme intención de lucrar y privatizar ese derecho humano tan básico como el aire.
Es preciso recordar que ese médico que tuvo el arrojo de enfrentar a ese poder fáctico comerciante y traficantes de la salud, disertando en muchas ocasiones su convicción de que en México el acceso a la misma y su prevención eran letra muerta con un gobierno omiso en al menos señalar los peligros de consumir productos chatarra que a la postre traen, en muchas ocasiones la muerte es vituperado y descalificado de manera infame por “analistas políticos” que difícilmente aprobaron biología o química 1 en la secundaria, pero con con sobrada estupidez le apodaron el “Dr muerte”.
Y sí, fue el Doctor Muerte, pero de sus oscuros negocios a costa de la salud de un pueblo en el que dejó para siempre marcada una frase que los tumbó en la lona a esos pseudo empresarios y políticos convertidos a farmacéuticos proveedores de medicamentos en gobiernos PRIANISTAS: son “Veneno embotellado” de sus productos basura que ya siempre contendrán los sellos de advertencia; con exceso de corrupción, de inmoralidad y de mentiras.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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