Los mexicanos no necesitan de un puente entre los tiempos que interprete las viejas noticias de los medios tradicionales que solo engañaban con los medios que surgen de la población, con espontaneidad y de manera transparente, en una lucha que parecía desigual por disputarse la verdad, como si ésta fiera el más valioso botín de guerra.
La población exige una explicación de las causas de las mentiras que los mismos medios que hoy sobreviven, a pesar de sus intereses y falta de credibilidad, reconozcan que trataron de detener la historia, engañando con una realidad sobrepuesta que sólo existía en las páginas de los diarios y los noticieros de la televisión.
La guerra no es por la audiencia sino eminentemente política en el campo de batalla de la información, lo que quiere decir que siempre estuvimos en guerra y no hubo nadie que informara al respecto. El gobierno concentraba tanto poder que dictaba la realidad que debían vivir los mexicanos.
La imposición de una realidad a través de los medios, es el peor crimen que se haya cometido contra los mexicanos. Todavía hoy prevalecen en sus cargos y explotando la ingenuidad decenas de medios que engañaron a todos, porque en la mentira estaba contenido su enriquecimiento.
De esto da cuenta la conciencia política en México que arroja cada día más lejos las propuestas informativas del pasado, con viejos clichés de sus reiteradas notas de admiración por la monarquía, el culto a la personalidad, supremacía del poderoso, admiración por el potentado, todo lo que divida a una sociedad y fortalezca la desigualdad. Los bellos deben estar separados de los feos, los ricos de los pobres, los malos de los buenos, los blancos de los negros, etc. Ese es el país que los medios electrónicos arrojaron a la historia, desde luego con un irrestricto respeto a la autoridad que, como deidad inmaculada, regía los destinos de todos.
La televisión, ahora sin credibilidad allanó nuestras casas para imponernos una realidad que no existía, nos presentó personajes cuya honestidad era endeble y su liderazgo frágil. La fuerza de los líderes sin seguidores la creaba la televisión. A los delincuentes los volvía honrados, a los malos, buenos, a los buenos delincuentes, etc.
Por si fuera poco, educaron s los niños y nos obligaron crear necesidades de lo superfluo. La fábrica de mentiras vendía necesidades que no eran reales, la gente compraba, y con esa misma normalidad consumía las mentiras sobre una realidad que fue construida para protegerlos privilegios de unos cuantos.
Ahora, son descubiertos en sus mentiras y sonríen igual que antes ante las cámaras, saben que la mentira no se castiga. La intromisión de las noticias falsas obliga a los mexicanos a pensar que vivieron años inútiles, innecesarios, volcados en una realidad inexistente.
Parte esencial de la libertad de expresión es la crítica a los poderes, a todos, pero la prensa en México fu muy amigable con los viejos regímenes y en lugar de criticar los errores de la actual administración, inventó para crear errores. No porque no los hubiera sino porque debían alterar la situación, tergiversarla, para hacerla espectacular y grave.
Las críticas ayudan al poder, no sólo lo legitiman, se aprende más de ellas que de los halagos, pero la prensa tradicional en México se dedicó a mentir impunemente.
Cuando llegaban a reflejar la realidad su interpretación es alterada en beneficio de la oposición, y contra el gobierno. Es decir, se pondera la consigna política al análisis objetivo, serio, profundo, basado en la verdad. Los extranjeros que basan la realidad de México en la versión de los medios tradicionales al llegar a nuestro país se sorprenden.
Resulta una contradicción que se acuse al presidente de tirano y ver que la mayoría de la población apoya su gobierno. Creen que encontrarán hambre, represión y desempleo en las calles y no encuentran aunque busquen.
El vacío de información que presentaron a México los medios convencionales merece no sólo una disculpa pública, reconocimiento de sus errores sino una sanción ejemplar. De otra manera se estará sumando un delito grave más al cúmulo de impunidades en el país.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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