Disculpe que traiga a colación un tema tan enfadoso, pero no quiero perder la oportunidad de compartir una anécdota de aquellos años de mi tierna niñez en que solía idealizar las posibilidades de generar un cambio en el rumbo de las condiciones del país, era una soñadora.
En una de esas charlas con los maestros sobre “qué quieres ser de grande”, salió el comentario de “quiero ser política” haría esto y aquello. La respuesta del maestro fue por demás desalentadora: “ser político es comer porquería y que no te dé asco, ¿piensas comer porquería?” (diciéndolo en un sentido escatológico y coloquial, por supuesto). En ese momento no entendí a qué se refería, hasta que, pasando los años, conocí las canalladas que pueden cometer los políticos en nombre de su desmedida ambición; como inyectar agua a niños con cáncer, como desaparecer estudiantes sin que les conmueva el dolor de los padres, como llevar dinero al extranjero mientras su pueblo está sumergido en la miseria; la lista sería infinita y por demás deleznable.
Una y otra situación parece superar a la anterior. Para bien, la tecnología nos ha permitido ver y escuchar directamente lo nefasto que es el actuar de muchos políticos, de esa escuela vil y vetusta, dónde “un político pobre es un pobre político” y dónde parecen reclutar a lo más miserable de la humanidad. Algunos políticos embelesados con el poder se pierden de la realidad, parecen hincharse de cinismo; hay muchos ejemplos, pero esta vez me refiero al dirigente del partido tricolor, los audios expuestos por la gobernadora de Campeche son vomitivos, su cinismo y desvergüenza, la exposición sus corruptelas, las amenazas contra los periodistas y la burla hacia los empresarios, me hicieron tener claridad absoluta del porqué ser político era comer porquería. Me ha decepcionado la misoginia defendida por las mismas mujeres dentro del partido, perpetuando las peores prácticas de esa política oscura que urge erradicar.
Por fortuna, también hemos visto emerger liderazgos distintos, la cuarta transformación ha sido el reclamo de muchas generaciones hartas de soportar esa clase política amañada. Lo que viene estos años será continuar ese ideal o dejarlo perder en un sueño. Salvador Allende decía: “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”; por eso urge llamar y acercar a los jóvenes y reafirmar que la política no es un asunto de corruptos, es un asunto de todos; será el rol de las próximas generaciones lograr el cambio verdadero, que no quede en una frase trillada y romantizada.
Alejandro Moreno será en adelante un icono de la historia de México, no como un héroe, como una muestra de lo surrealista del país, lo inverosímil, que nunca más se permita la corrupción a ese grado, que nunca más sea superado. Nunca más la sociedad debe mantenerse indiferente, nunca antes necesitamos de todos para sostener este cambio de dirección.
“El poder solo se sube a la cabeza cuando encuentra un cerebro vacío”.
Morgan Freeman
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