De la legendaria banda británica, Pink Floyd, se desprende esta no menos icónica pieza de su álbum The Dark Side of the Moon: Us and Them, que define en su primer verso y estribillo uno de los fenómenos sociales más interesantes y utilizados por los políticos desde los albores de esta suerte de “ciencia” (la política), que se ha definido también desde palacio como un “arte” o hasta un “noble oficio”, pero claro, matizando que es sólo cuando se pone al servicio de los demás, que el poder se convierte en virtud.
Recientemente ha llamado mi atención el surgimiento de hashtags y acrónimos que intentan agrupar a los seguidores de cualquier corriente que apoye a tal o cuál personaje, sobre todo aquellos aspirantes a obtener la preferencia de quien vote para abanderarlos como sucesores de AMLO en la presidencia de la república.
La feroz batalla no se ha hecho esperar y vemos surgir apodos que hipócritamente tratan sólo de describir a quien simpatiza con cualquiera de los “suspirantes”, desde “monrealistas”, hasta “marcelistas”, muchos perfiles twiteros de dudosa identidad y procedencia intentan empujar artificialmente una suerte de segregación que logre aclarar la de por sí borrosa visión de aquellos que no tienen otro contrincante en frente, que ellos mismos.
Los nuevos tiempos han traído un fenómeno nunca antes visto: políticos teniendo que luchar con las armas de su desempeño y obligados a vencer la sombra de sus desaciertos. No vamos ha hablar de líneas del metro terminadas con prisa y catastróficamente derrumbadas, ni de directoras de ese sistema de transporte protegidas a mansalva, tampoco de traiciones de ambiciosos vulgares que se fotografían junto a quienes gozan del más amplio repudio de la sociedad para mandar señales que de tan ambiguas, acaban por aclarar la diminuta capacidad intelectual o la desesperación de quien actúa de tal manera, sino de los personajes que a cuestas cargan cuestionamientos que los vuelven tan sólo humanos y peor aún: tan sólo políticos.
Tales funcionarios cuentan con claroscuros, con fortalezas y debilidades, con trayectorias accidentadas y manchadas por cualquier cantidad de errores o pifias y sin embargo, son lo mejor que puede ofrecer el sistema, después de la altísima vara que deja el actual presidente, quien a pesar de ser un hombre con los mismos errores que cualquiera, goza de una capacidad de empuje y una integridad que lo mantiene en niveles de aprobación inauditos para un mandatario que haya pasado por una crisis sanitaria como la reciente pandemia y la consecuente crisis económica en la cuál él y su gabinete han sabido mantener al país a flote, con salud financiera envidiable hasta por potencias económicas otrora idolatradas por tecnócratas e intelectuales orgánicos.
La vieja estrategia “divide y reinarás” (o “vencerás” como el argot popular la ha deformado), consistente en dividir un gran problema en fracciones pequeñas, para despojarlo de su magnitud y poder ocuparse parte por parte de atacarlo, parece ser la única manera que conocen los actuales políticos para hacerse con el poder, sin importar los daños que ocasione el que tal método sea aplicado a un movimiento social que basa su supervivencia y éxito, no en la división, sino en el fortalecimiento de la verdadera sociedad y su restauración como soberana en una verdadera democracia.
Los razonamientos e ideologías detrás de hashtags o apodos que identifican a instigadores de la división, los cuáles irónicamente, atraen a quienes buscan incluirse dentro de un grupo compacto y fuerte que comparta sus ideales, no parecen la mejor idea cuando la disputa aún no es interna, sino en contra de una bestia gigantesca hecha de poderes financieros, sindicatos charros, medios de comunicación controlados por el dinero, órganos que de tan autónomos, actúan al margen incluso de nuestra propia constitución y que, aunque agónica, aún es capaz de tirar coletazos que desestabilizan y cobran víctimas a todos los niveles y en todas las formas.
La manera de hacer política en una transformación tan ambiciosa como nos planteó este, su apenas primer ciclo de gobierno, debe también ser completamente nueva, pues las viejas formas sólo terminarán arrojando los mismos pestilentes, putrefactos, mórbidos, tóxicos, decadentes, agónicos, asquerosos y repugnantes resultados de antaño.
DA CAPO
Us and them
NOSOTROS Y ELLOS
And after all we are only ordinary men
FINALMENTE SÓLO SOMOS HOMBRES (Y MUJERES) ORDINARIOS
Me and you
TÚ Y YO
God only knows it´s not what we would choose to do
DIOS ES EL ÚNICO QUE SABE QUE ESTO NO ES LO QUE HUBIÉRAMOS ELEGIDO HACER
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.