“Cada grupo de A.A. debe mantenerse
completamente a sí mismo,
negándose a recibir contribuciones de afuera.”
Séptima Tradición de Alcohólicos Anónimos
Cuando en el barrio o en la fábrica un grupo de muchachos se asocia para formar un equipo de futbol, los integrantes pagan sus uniformes y sus balones y cooperan para el arbitraje y el transporte a cancha ajena. Cuando los clubes de ciclistas del Estado de México deciden iniciar su peregrinación anual al santuario de San Juan de los Lagos, ellos mismos pagan los gastos que se originan por refacciones, viáticos y transporte. Los grupos anónimos (alcohólicos, neuróticos, comedores, narcóticos) se exigen a sí mismos ser autosuficientes y en un alarde de autonomía económica ni siquiera aceptan el caso de que algún miembro pudiente solvente él solo los gastos del grupo porque la responsabilidad financiera es de todos.
Dicho de otra forma, todas las asociaciones de individuos que se reúnen en torno a un motivo sufragan sus propios gastos… excepto los partidos políticos. A éstos hay que ayudarlos, beneficiarlos y sostenerlos con prótesis provistas por el Estado. Y no son endebles ni desdeñables esos apoyos, porque en el 2024 los partidos se alzaron con la bonita suma de $10,444 millones de pesos, divididos en $6,609 millones para gastos ordinarios y $3,304 para gastos de campaña, más otros rubros (https://www.dof.gob.mx/nota_detalle_popup.php?codigo=5708928 DOF – Diario Oficial de la Federación).
Cierto, entre el equipo de futbol del barrio, el club ciclista de la comunidad o el grupo de AA de la colonia y un partido político media una distancia enorme porque sus tareas, propósitos y alcances son obviamente distintos, pero el fondo de la situación es la misma: quienes se asocian para formar un grupo están obligados y son responsables de sufragar los gastos generados por su actividad, porque para eso son individuos libres y conscientes que deciden participar en alguna actividad pública. Todos lo entienden así, excepción hecha de los partidos políticos.
Antes, la izquierda lo entendía. Por ejemplo, el PMT (Partido Mexicano de los Trabajadores), partido sin registro electoral y por tanto sin acceso a las prerrogativas, nunca limitó su labor entre la gente. Había que pagar la renta del local, el recibo de luz, los materiales para elaborar el engrudo con el que se pegaban los carteles en los postes, las brochas, el equipo de sonido, el micrófono, la bocina Radson, el “diablito” para transportar cajas, las sillas, el escritorio, el pizarrón, los anaqueles para los libros, la impresión de volantes y proclamas, el transporte al DF para asistir a las asambleas nacionales. Eso sí, nunca había para café.
Al financiamiento de la labor del partido contribuían caricaturistas que simpatizaban con el partido, como Naranjo y Rius, quienes donaban alguno de sus trabajos para ilustrar los bonos de cooperación que enviaba el comité nacional a los comités estatales para que se vendieran y se hicieran de recursos. La responsabilidad del sostenimiento del partido recaía en los propios militantes, como debe ser.
Pero el PMT era un partido político y no una mera agencia de colocaciones como son ahora los partidos, incluyendo a Morena. Para decirlo sin rodeos, Morena es hoy la principal agencia de colocaciones políticas porque de pocos de sus diputados y senadores podría decirse que tienen otra ideología diferente a la de no vivir despegado de la ubre presupuestal.
De este modo, los partidos políticos equivalen al aviso de ocasión de los periódicos, donde las empresas publican las oportunidades de conseguir un empleo. ¿Alguien cree, con sinceridad y desde lo profundo de su corazón, que en el PT, el Verde Ecologista, el PRI, o el PAN, o en el partido que sea, hay militantes que defiendan una ideología particular?
Se asegura que de no haber financiamiento público a los partidos, éstos se verían infiltrados por recursos provenientes de las dos delincuencias que agobian a México: la organizada y la empresarial. Entonces, para que los partidos no agarren dinero de los malos que se lo den los buenos y que los ciudadanos se organicen y vean cómo le hacen pero a los partidos se les entregan sus 10,444 millones de pesos, o no hay democracia.
Ojalá que la próxima reforma electoral contemple, además de la eliminación de diputados y senadores plurinominales, que resultan los primeros puestos asaltados por los vividores que medran en las gerencias partidarias, la disminución drástica de las prerrogativas económicas a los partidos.
Cuando en los grupos anónimos se acerca la fecha de vencimiento de la renta del local o del recibo de luz y no se han acabalado recursos suficientes, se sugiere a los asistentes “una séptima extraordinaria”, que hagan un esfuerzo y rasquen en sus bolsillos para completar el gasto. Qué novedoso resultaría que se pidiera a los militantes de Morena, del PT, del Verde, del PAN o del PRI que aportaran “una séptima extraordinaria” para el pago de la renta del local donde se reúnen. Bueno, si tuvieran un local y si se reunieran en fechas donde no hay repartición de huesos políticos. Uno, incrédulo siempre, hasta llegaría a creer que sí son partidos políticos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios