Eran los tiempos dorados del priismo, cuando el llamado partidazo amordazaba a la sociedad apoyado en sus tres pilares: CTM, para maniatar a los obreros; CNC, para inmovilizar campesinos, y CNOP como resumidero de todos los que no pertenecieran a ninguno de los dos anteriores: paleteros, abogados, contadores, boleros, arquitectos, locatarios del mercado.
Los tiempos priistas de las frases vacías que se convertían en programas de gobierno. Al presidente Ruiz Cortines le debemos dos delicatesen declarativas: “México, al trabajo fecundo y creador” y “La marcha al mar”. Echeverría opacó tamañas brillanteces mentales con su “Arriba y adelante”, frente al cual López Portillo opuso el tibio “La solución somos todos”. Años más tarde, recompuso la figura y pasó a escribir la Historia con letras de oro al afirmar “Defenderé el peso como un perro”. Pero el peso, ay, siguió muriendo. Se devaluó.
Queda en manos de Miguel de la Madrid el corolario de este recuento de abusos verbales. En su toma de posesión se permitió esta firme advertencia que tanto nos tranquilizó: “No permitiré que la Patria se nos deshaga entre las manos”. De la Madrid es el presidente que legó a la Patria –que terminó de deshacerse en sus priistas manos- una inflación acumulada de 4,030% y una devaluación del peso de 3,100% en su sexenio.
No era fácil enfrentar a ese priismo que cuando perdía, arrebataba. El PRI de las urnas quemadas, de los tacos de votos, del carro completo en el Congreso. Y de la desaparición o asesinato de opositores.
A todo lo anterior y con todos los presidentes hay que sumar una enloquecida corrupción y una represión que muchas veces fue sanguinaria. Porque no son sólo el ’68 y el hoy famoso “halconazo” del Jueves de Corpus de 1971.
Es también la “caravana del hambre” de los mineros de Nueva Rosita, Coahuila, en 1951, cuya crónica escribió de manera magistral José Revueltas en Marcha del hambre sobre el desierto y la nieve. Una marcha de protesta de cinco mil mineros, cientos de mujeres y algunos niños que caminaron desde Coahuila hasta la capital de la república sin que el presidente se dignara recibirlos. La revista La Nación, órgano oficial del PAN, en su número 491 del 12 de marzo de 1951, tituló en la portada La caravana de mineros “entre el pinto y el colorado” y se unió a la prensa reaccionaria afirmando que eran un grupo de 300 personas y algunos campesinos que robaban “(…) que eran simples agitadores u “obreros rojos”. El PAN de siempre poniéndose en contra de los obreros. Más de 100 de esos llamados “obreros rojos” fueron “heridos a culatazos (…) despedidos y obligados a regresar a Coahuila en jaulas para ganado” según el reporte de la CNDH sobre la represión de 1951-1967
Es también la represión al movimiento ferrocarrilero encabezado por Demetrio Vallejo y Valentín Campa en 1959, a raíz del cual Vallejo fue encarcelado en la prisión de Lecumberri y liberado hasta 1971 para salir y junto a Heberto Castillo, preso político de 1968, fundar el Partido Mexicano de los Trabajadores (PMT).
Son la represión al Movimiento Revolucionario del Magisterio, de Othón Salazar y de profesores opuestos al régimen charro del SNTE; al movimiento navista del doctor Salvador Nava en San Luis Potosí, en 1961; el asesinato del líder agrarista Rubén Jaramillo en 1962, en Morelos, y de Efraín Calderón Lara, el Charras, en 1974, en Yucatán.
Suma la represión a los médicos, en 1965; a los estudiantes de la Universidad de San Nicolás de Hidalgo, de Morelia, en 1966; o la matanza de Atoyac en 1967; o los asesinatos de Xavier Ovando y Román Gil, asesores del Frente Democrático Nacional, previos a las elecciones presidenciales de 1988.
No son, desde luego, todos los actos de barbarie que realizó el gobierno priista en contra del pueblo. Es apenas un reducido compendio en el que falta la persecución a la guerrilla mediante la llamada guerra sucia y la represión a innumerables movimientos sindicales a lo largo del país. Uno de ellos, por ejemplo, la huelga de la planta de Cinsa-Cifunsa de Saltillo, en 1974, asesorado por sindicalistas del Frente Auténtico del Trabajo (FAT) como Filiberto Sánchez González y Arturo Alcalde Justiniani.
El presidente López Obrador asegura que debe haber perdón, pero no olvido para los hechos del pasado. Y esta es una brevísima nota contra el olvido que serán si no se les recuerda a quienes con su lucha dieron forman la raíz ideológica de la 4T y su segundo piso.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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