Cuando el terremoto de 1985 y ante la inoperancia del gobierno de Miguel de la Madrid, la sociedad civil salió a las calles ofreciendo su apoyo a los cientos de miles de damnificados y terminó convirtiéndose esta en el artífice de una lucha popular que a la postre sería fundamental para la conformación del Frente Democrático Nacional a la par de otros factores como la ruptura al interior del PRI. Finalmente, ese transitar a partir de la catástrofe, dejaba en claro que el hartazgo de la ciudadanía hacia el régimen autoritario había encontrado en la tragedia un detonante.
Hoy nos enfrentamos a una nueva catástrofe sin precedente alguno que tuvo como principal escenario el maravilloso puerto de Acapulco y que ha exigido de todos reivindicar nuestro espíritu de hermandad y de solidaridad para con nuestros hermanos guerrerenses. Pero a diferencia de 1985, las condiciones políticas son completamente diferentes, pues si bien existe un clima de polarización, lo cierto es que el presidente de la república mantiene niveles de popularidad que reflejan de cierta forma el respaldo de una buena parte de la ciudadanía a su gobierno. Sin embargo, lo que llama la atención en este caso es la suma de varios factores que le dan un tinte todavía más dramático a la tragedia: el tamaño de la desgracia a partir del fenómeno natural, las limitaciones obvias del gobierno del Estado y la vulgar mezquindad de la oposición para una vez más intentar lucrar políticamente con la desgracia plagiando la narrativa de las clases populares de aquel 1985.
Resultaría ocioso hablar del fenómeno natural y su capacidad destructiva, la naturaleza nuevamente deja claro lo diminuto que somos frente a su majestuosidad, pero lo que no es ocioso es señalar de manera contundente que si bien los protocolos de Protección Civil parecieran haber actuado conforme a la regla, lo real es que el gobierno del Estado de Guerrero tardó en reaccionar desde su estructura organizativa salvo una que otra excepción como la Secretaría del Bienestar del Estado, Marycarmen Cabrera que desde el principio se apersonó en las colonias más vulnerables de Acapulco para apoyar a los damnificados. Así que, si alguien quisiera por prudencia política negar que tardó en reaccionar el gobierno de Evelin Salgado, honestamente estaría faltando a la verdad. Si embargo y para fortuna de todos, se lograron nivelar las acciones entre los órdenes de gobierno para ayudar a nuestros hermanos guerrerenses.
Pero ahora vamos a lo realmente malo partiendo de una pregunta ¿Acaso cree la oposición que comparar el terremoto del 85 con el huracán Otis logrará confundir a la opinión pública acerca de la responsabilidad de AMLO? Pues parece que sí, efectivamente eso creen y ahora comienzan una nueva andanada de calumnias y mentiras para tratar de incidir en la opinión pública equiparando la inoperancia de De la Madrid en el terremoto con la actuación de Andrés Manuel en este huracán. No sólo eso, agregue Usted los mensajes que circulan vía WhatsApp, así como las novelas que se avientan Carlos Loret y Guadalupe Loaeza; en el primer caso de verás que ya ni la chingan, apenas el domingo pasado llegaron mensajes con un audio en el que un fulano hablaba de retenes por parte del ejército, que le habían dado un cachazo y que le robaron los víveres en la México – Acapulco, además de que a unas chicas también las habían detenido y que hasta las habían manoseado.
Una pregunta especialmente a Zambrano, Marko Cortés y Alejandro Moreno: ¿Es en serio? ¿Es ese el camino que pretenden seguir: tirar un enorme lodazal y ríos de podredumbre contar de restarle popularidad a aquel? No, la militancia de ustedes no merece eso, menos la que vive en Acapulco, lo que ocupa de ustedes y de nosotros es remangarse las mangas y salir a ayudar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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