Trump y Biden: de la retórica a los hechos

Los mexicanos tenemos muy mal recuerdo, especialmente a nivel discursivo, del mandato de Donald Trump. Se cansó de humillarnos y fuimos su piñata favorita en lo electoral. El muro fronterizo quedará marcado como uno de los eventos más vergonzosos y poco amables que haya tenido un presidente norteamericano hacia México. Se refirió a los mexicanos como violadores y asesinos. 

En su libro “el arte de negociar” propone como tesis central negociar con rivales fuertes y humillar al rival más débil, y tal cual lo hizo con los chinos, rusos y mexicanos, respectivamente. El presidente López Obrador estuvo a la altura de las circunstancias y no cayó en el juego provocador de Trump, pero no se puede decir lo mismo de Peña Nieto, que fue humillado y despreciado en suelo mexicano por el entonces candidato Trump.

En contraparte, Biden, como político profesional y viejo lobo de mar, se ha mostrado totalmente cooperador con el gobierno mexicano, a quien ha calificado como amigo. Las fotos que dejó su visita a México junto al presidente López Obrador y Justin Trudeau -primer ministro canadiense- dejaron un mensaje de fraternidad, colaboración y entendimiento entre los mandatarios norteamericanos, y cuando AMLO visitó Estados Unidos fue de la misma manera. Dos grandes amigos abrazándose por el progreso y el fortalecimiento del otrora bloque económico más grande del mundo.

Pero una cosa es la retórica, la imagen y las relaciones institucionales; y otra cosa muy diferente son los hechos y acciones de política pública. 

En el ámbito migratorio y según cifras del Instituto Nacional de Migración, el número de deportados hacia México se ha incrementado en 18% en el mandato de Biden respecto al de Trump, es decir, aunque Biden se muestra más “amable”, deporta más que Trump. Ambos han sido duros y han exigido a México servir de muro de contención ante la migración ilegal, pero en términos estrictamente numéricos, el gobierno de Biden ha sido peor para los mexicanos.

En el ámbito energético, Trump aceptó que Estados Unidos asumieran parte de la disminución en la producción petrolera que le correspondía a México acordada ante la OPEP, y también permitió que durante la firma del T-MEC, México decidiera sobre su política energética, algo que no se había acordado en las negociaciones iniciales (con el equipo entreguista de Peña Nieto) y que se vino a corregir durante el gobierno de la 4T por órdenes del presidente López Obrador.

Y finalmente, algo que puede parecer increíble pero es cierto: Trump, a pesar de su discurso agresivo y directo, es de los pocos presidentes que no ha iniciado una guerra que afecte indirectamente a México y al mundo. De acuerdo a un informe del  Ministerio de Exteriores de China, Estados Unidos es el país más beligerante de la historia mundial. De sus 240 años de historia, solo ha estado en paz en 16, y Trump forma parte de ello.

La guerra en Ucrania, donde claramente Estados Unidos y la OTAN juegan en contra de Rusia y China, ha dejado, entre otros saldos, inflación generalizada en países occidentales y gran inestabilidad económica. México, gracias a la responsabilidad del Banco de México y al subsidio a gasolinas para proteger a las clases bajas y medias, no se ha visto tan afectada como otros países, pero si se tratase de un gobierno neoliberal, habría peores consecuencias en término macroeconómicos, sin duda.

En conclusión, aunque México se vio discursiva y socialmente muy afectado por el gobierno de Trump debido a la exaltación del sentimiento antimexicano, de la supremacía blanca, del neoproteccionismo económico y de los antivalores propios del fascismo; el gobierno de Biden, en los números, ha representado peores cosas para los mexicanos si consideramos, sobre todo, las consecuencias indirectas de la guerra y la cuestión migratoria. Se reafirma la máxima de que Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses, y que su objetivo es, sobre todo, seguir manteniendo su hegemonía a costa de todo y de todos, incluido y principalmente México.

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