En fechas recientes hemos visto una proliferación de denuncias, a través de las redes sociales, de extrabajadores de La Casa de Toño. Su inconformidad se centra en condiciones inhumanas bajo las cuales tienen que laborar, trabajar largos turnos, no poder tomar un descanso para ir al sanitario, coser los bolsillos de los pantalones para evitar que se “roben” las propinas. Y la empresa no se pronuncia al respecto. Lo que no veo son denuncias ante las instancias correspondientes. Bueno, si no los dejan ni hacer una pausa para el sanitario, menos para pensar en la bestialidad de la marca que los contrata.
Ese no es el único caso, quizá suena como si fueran situaciones extremas, pero nos tendría que poner a pensar en condiciones que se vuelven cotidianas y afectan en extremo a los trabajadores. Primero hablemos de la parte patronal. También un caso muy sonado en los últimos días ha sido el comediante Eugenio Derbez, que se indigna porque los jóvenes están interesados en saber cuánto les van a pagar. Bonita cosa, ¿qué no saben que las ganancias de los jefes están en la explotación de su mano de obra? Sólo hay que mirar a Salinas Pliego.
Grupo Salinas es especialista en explotación y se pinta sólo en esa materia. Uno de mis conocidos trabaja hace tiempo en el área ejecutiva de Banco Azteca, ese edificio que está sobre Insurgentes Sur, a un costado de Villa Olímpica. Ahí entre 2020 y 2021 los trabajadores no tuvieron descanso, no importó que su trabajo no fuera considerado prioritario. Hubo varios decesos y se generó un ambiente de mucha tensión por el contexto de pandemia. Mi informante era padre de una niña de siete años, no importó, tampoco tuvieron consideración por los trabajadores que convivían con adultos mayores. Lo importante era no dejar de trabajar y sigue siendo, pregunten a quienes laboran en sucursales. Claro, no tiene el mismo estatus el que trabaja en sucursales del banco a los ejecutivos, hay niveles.
Esta situación no sólo sucede en empresas grandes o medianas, también en sectores más pequeños. ¿Alguien tiene idea de cuánto trabajo implica realizar una prenda de vestir? Quizá no, hay que mejorar la pregunta ¿saben cuánto se paga por hacer cada pieza? Bueno, lo que sé es que dependiendo del tipo de trabajo varía el costo, digamos una playera de algodón para adulto la pagan entre $10 y $12, la producción masiva de la hechura tiene que realizarse lo más rápido posible para poder mantener un taller mediano (alrededor de 12 a 15 máquinas laborando). Otro esquema de esclavitud.
Hace tres días me llegó el caso de una persona que trabaja como personal de confianza en la Universidad Autónoma Metropolitana, la cual se enfermó y la semana pasada no asistió al trabajo. Lo peor del caso es que el no asistir de manera presencial no significó que dejara sus labores de lado. Un efecto de la pandemia por Covid-19 fue el teletrabajo. Muchas secciones de la universidad sostienen el trabajo con personal de confianza porque a ellos sí los pueden explotar, los jefes se quejan con frecuencia de los trabajadores sindicalizados.
Los jefes de confianza padecen de lo mismo que sostiene Derbez, los sindicalizados no quieren trabajar. Yo misma me negué a hacer cosas en el área donde laboré 3 años, debo aclarar que mi jefe me respaldó en aquella ocasión. Un profesor quería que le tradujera un artículo para que pudiera leerlo, le dije que ese no era mi trabajo, porque además yo no requería saber francés para esa plaza, entonces, si ella quería una traducción se cobraría aparte. Dado que las traducciones son caras, para la profesora era mejor ahorrar ese gasto y obtener beneficios gratis de personas capacitadas.
Y lo mismo se repite en los pequeños “changarros”, ya comentaba en trabajos anteriores sobre los jefes que son “buena onda” porque además de que te voy a enseñar todos los trucos de la colorimetría estética, te voy a pagar, muy poco, pero ¡te voy a enseñar! Una maña más para embaucar a jóvenes que tienen ilusiones y anhelos. Sin duda este fenómeno sigue formando parte del abrumador neoliberalismo que Laval y Dardot en La nueva razón del mundo nos describe como ese elemento que se instauró en la cultura, el tomarse a uno mismo como empresa.
Por eso los chavos que quieran trabajar con Derbez deben sentirse muy bien sin cobrar porque van a “aprender” de un grande, será de edad, porque el señor no da una y sus hijos tampoco tienen mucho talento que digamos. Los ejecutivos de Salinas Pliego sienten que ya lograron llegar al éxito de sus carreras por tener un puesto en las oficinas de la empresa, los trabajadores de la universidad sienten que ese espacio les brinda la posibilidad de contribuir al desarrollo del estudiantado. Los que trabajan en la maquila sienten que si su prenda se vende en un centro comercial muy visitado será importante lo que hacen, aunque les paguen bajo lo que hacen y la ropa se venda cara.
La explotación ahora está anclada al deseo que nos han impuesto para formar parte de algo grande y saber que eso lo hiciste tú. A todas luces, una mentira.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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