Y todos somos Lilly Téllez, Víctor Trujillo, Chumel Torres, López Dóriga, Lourdes Mendoza, etc. y todos, de una u otra forma, servimos a una camarilla de corruptos que utilizaron desde hace tiempo al periodismo como herramienta propagandística (la que algunos llamamos infocracia) basada en la mentira y en la calumnia para desprestigiar los proyectos políticos de izquierda que históricamente más se identifican con el pueblo.
Claro que siempre ha sido así, aunque hoy, algo cambió; no, no cambió el cobro excesivo por difundir noticias falsas, tampoco los regalos exóticos y carísimos por hablar bien de alguien, mucho menos la aceptación en espacios de la socialité que gusta del cafecito en la torre virreyes, y menos cambió la narrativa vulgar del payaso Víctor Trujillo, personaje creado por “brozo” (leyó bien) que por cierto, éste está peor: a Loret le dan un pastel con todo y cereza sus jefes, a brozo sólo las migajas. Hoy lo que cambió fue la relación de #TodosSomosLoret con el régimen que siempre fue medida, mejor dicho “consolidada” de acuerdo a los ceros establecidos en el contrato de las áreas de comunicación social del gobierno federal hasta el sexenio pasado. Hoy, ya sin contratos, cerrada la eterna llave “compraperiodistas” y sin amigos relacionados en el poder, al menos no en el de Andrés Manuel, #TodosSomosLoret necesitaba obedecer a otro proveedor al que no le importe lo que se diga, cómo se diga, a qué hora se diga y donde se diga, siempre y cuando lo que se diga sea en contra de López Obrador.
#TodosSomosLoret congrega a lo más afamado de la libertad de expresión en nuestro país, pero no se lea en torno de burla (aunque lo sea), admírese por la frescura y espontaneidad con la que emerge en las redes sociales gracias a la ternura que provoca Loret De Mola, quien no tiene más muestra de amor y agradecimiento a su público que dirigir unas letras muy sentidas hacia la opinión pública como si se tratara de una lectura dramatizada. “Gracias con todo el corazón porque otra vez he sentido un respaldo abrumador. El #TodosSomosLoret me emociona muchísimo, me inspira y me compromete”. ¡Vaya!, esas historias desgarradoras donde un solo hombre se enfrenta al tirano, son dignas de Hollywood, ¿Quién más que Loret para ser el protagonista?
Por eso, estando así la película, resulta que #TodosSomosLoret representa el verdadero estandarte de lo que ahora se convierte en una causa (según el bloque opositor) respecto a la defensa de la democracia aunque nadie sepa explicar qué la pone en riesgo.
#TodosSomosLoret hoy desplazaría al “Todos Somos Marcos” de 1994 por ser más genuino y noble, incluso más patriótico que la lucha por la reivinidicación indígena del EZLN.
#TodosSomosLoret es hoy, aunque no llegue a ser tendencia (eso que mucho importa a los manipuladores de las redes sociales) un grito de auxilio a la comunidad internacional, sí, entre ellas, esa comunidad que acusa al narco presidente mexicano y que obliga al gobierno de Estados Unidos a decir que es mentira. Qué risa: Aquí, cómo cabría aquella expresión: ¡Se dio un balazo en la pata!, al menos así se escuchó murmurar a Ken Salazar la mañana siguiente que estaba leyendo el New York Times; “to shoot oneself in the foot”.
En este tiempo de híbridos la ironía nos acompaña por todos lados, insisto, no se lea en tono de burla aunque lo sea, porque hoy es muy simpático cómo un corrupto de antaño trata de burlarse de la sociedad a la que cree que se le ha olvidado que hizo en gobiernos pasados. Hoy causa risa cómo personajes nefastos como Roberto Madrazo hablan de la no intervención en procesos electorales o la amenaza a opositores cuando él metió a la cárcel a compañeros de la izquierda. Por cierto, algunos de esa izquierda que hoy creen que la única forma de combatir a la otra izquierda es aliarse a la derecha; en fin. ¡No! No #TodosSomosLoret, por fortuna, pues sigue existiendo mucha gente que creyó en un ¡Ya basta! Que van a reafirmar en junio próximo.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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