Sustitutos en el espacio

Recientemente me reuní con familiares y amigos que no veía desde hacía mucho. Estas fueron las primeras vacaciones decembrinas que pudimos disfrutar plenamente después de la pandemia. Aunque a veces parezca que toda aquella locura del covid-19, la sana distancia, el confinamiento y las muertes sucedieron hace mucho, no es así… Un ser microscópico volteó al mundo de cabeza hace muy muy poco. No olvidemos que un tercio del sexenio de AMLO transcurrió durante la primera contingencia sanitaria global que experimenta la especie humana… No he leído o escuchado que nadie haga hincapié en ello: la de covid-19 es la primera pandemia mundial simultánea de toda la historia de la humanidad. De igual modo no deberíamos olvidar que la crisis económica que produjo la pandemia fue la peor en casi cien años. Peor: en México recibimos ese tremendo trancazo con un sistema de salud pública y en general un aparato de gobierno medio desmantelados después de más de 30 años de políticas neoliberales. Y con todo, ¿qué tal, eh…? Si sobran evidencias para demostrar que los resultados de este sexenio son magníficos, puestos en el gran contexto resulta que además son extraordinarios.

Decía que durante estas fiestas navideñas tuve ocasión de conversar con amigos y parientes que tenía varios años de no ver. Comento dos pláticas que me parecen significativas.

Una giró en torno a una incredulidad inverosímil; la otra terminó en una esperanza, igualmente inverosímil. Ambas ocurrieron durante la misma cena. La primera: Ali, una amiga, defendió el siguiente planteamiento, en referencia a Bertha Xóchitl Gálvez:

— Considerando que el PRI y el PAN son partidos añejos que han detentado el poder durante décadas, necesariamente tienen en sus filas a gente dedicada de tiempo completo a la grilla, con largos y filosos colmillos y mañas bien aceitadas, así que resulta imposible creer que hayan puesto como su candidata a la Presidencia a alguien tan incompetente. Pero como la pusieron, la única explicación es que se traen algo entre manos y no tardarán en darnos una sorpresa.

Me declaré en desacuerdo. Le dije que, en efecto y para acabar pronto, el PRIAN no tiene a nadie mejor: — A ver, ¿a quién pondrían en lugar de la señora que ni cuajó ni cuajará nunca?

Su respuesta fue sorprendente: — Es que no los conocemos porque los tienen escondidos, pero deben de tener a alguien mejor, seguro, un líder capaz de convencer a más gente.

— ¿No crees que para que un líder pueda ser seguido por muchas personas al menos y en principio tiene que ser conocido?
— Bueno, sí.
— Pues ahí está: no podemos identificar a ningún prianista capaz de sustituir a la señora X, luego entonces no tienen a nadie más.

Ali ya no respondió nada, aunque no estoy muy convencido de que la haya hecho cambiar de opinión. Ali pertenece a la categoría de personas que prefiere pensar que tras los palmarios desatinos hay un plan oculto e incomprensible, antes que aceptar que buena parte de la realidad únicamente se explica por la insensatez humana.

La segunda conversación la entablé con un mozalbete que hoy mide alrededor de dos metros de altura. Esa alzada resultó aún más insultante considerando que la última vez que lo había visto, el joven era un niño mucho más bajito que yo. Mi sobrino Lino me contó que admira a Elon Musk.

— Es el fulano más rico del planeta, ¿no?
— Es el segundo, tío. Pero eso no es lo que más admiro de él.
— ¿Sus coches eléctricos?
— No, tampoco. 
— No me digas que lo admiras porque compró Twitter.
— Menos.
— Pues me doy, Lino.
— Es admirable que Elon esté decidido a encontrar un planeta que podamos colonizar los humanos.
— O huir en un momento dado, ¿no?
— Sí, sí, si es necesario… ¿Qué te parece, tío?
— ¿La verdad?
— Sí, dime.
— Una estupidez.
— ¡¿Pero por qué?! 

Le respondí lo que me parece una obviedad: es redomadamente idiota gastar recursos en una entelequia en lugar de aplicarlos en resolver problemas reales.

— ¿Qué problemas, tío? No me vayas a decir que la pobreza o algo así…
— Te parece que el asunto de la pandemia ya está resuelto, ¿no?
— Claro.

— Supongamos que está controlado ese virus…, pero qué crees: la pandemia de covid-19 fue la primera que de manera global y simultánea hemos enfrentado los humanos a lo largo de toda nuestra existencia. Antes no estábamos repartidos por todo el planeta y después no teníamos la capacidad de propagar un contagio con tanta rapidez como ahora. Fue la primera…, lo que significa que las condiciones están dadas para que haya una segunda…

— Híjole…, y una tercera, ¿no?

Luego le pregunté si sabía quién había pronunciado, literalmente, las siguientes palabras: “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”.

— ¿Un terrorista?
— No.
— Entonces ni idea, tío.

— No fue un religioso extremista ni un ecologista exagerado ni el líder de un movimiento apocalíptico… Lo dijo, y hace unas cuantas semanas, nada menos que el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, Antonio Guterres…

Creo que a mi sobrino sí lo dejé pensando…

Convivir con los demás ayuda a enterarse de que uno nunca ve todo lo que otros observan. Igual me equivoco, pero por lo pronto me parece que la oposición está tan mal y tan degradada que es más fácil que la humanidad encuentre un planeta sustituto que ellos hallen a alguien que sustituya a la señora Bertha Xóchitl y haga un papel menos lamentable. Seguirán poniéndole más capas de disfraz a la misma botarga.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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