El año pasado, al lado de mis colegas de un grupo de investigación en el que tengo el honor de participar, presentamos un trabajo en el evento organizado por la Sociedad Mexicana de Educación Comparada. La ponencia se titulaba “Pandemia y transformación en tres primarias de la Ciudad de México”, tocaba una reflexión que hicimos después de publicar un par de artículos sobre los resultados de una serie de entrevistas a directoras de escuela primaria. Decidimos proponer una nueva reflexión a los comentarios que obtuvimos en esa ocasión desde el concepto tomado de la ciencia educativa alemana llamada Bildung, que significa formación.
Bajo este concepto, que se traduce con regularidad como aprendizaje, se determina algo que va más allá, implica procesos más profundos y complejos. La formación está sujeta a la experiencia y al acontecimiento, por este carácter es incontrolable e individual. No depende de un instructor, profesor o la tutoría de alguien, converge en la psicología de la persona y se hace cuerpo, es decir, transforma al sujeto al punto que se puede distinguir en su persona lo aprendido. Si no requiere de un proceso de enseñanza significa que es posible que los sucesos de la realidad nos hagan transformarnos, por ejemplo, los temblores. Quienes hemos vivido en una ciudad sísmica sabemos cómo percibir movimientos telúricos sin necesidad de alertas.
En estos días he tenido que reflexionar alrededor de incorporar aprendizajes de tal forma que la transformación del sujeto sea contundente a los ojos de los demás, es decir, sea incorporada en el sentido de que se hace cuerpo en la persona. Uno de mis sobrinos me ha visitado en casa donde tengo dos gatitas, la última vez las garritas de una gata quedaron marcadas en la mano del niño. En esta ocasión su forma de jugar con la gatita cambió, tuvo mayor precaución de tomar su distancia al acercar el juguete a la minina. Eso es un aprendizaje individual, basado en la experiencia y sin tutoría de los adultos, pues nosotros jamás nos percatamos del accidente la primera vez.
Por otra parte, un buen amigo acaba de abrir una estética y está enfocado en “formar estilistas”. Cuando escuché su visión sobre transmitir su conocimiento y experiencia comencé a reflexionar la importancia de oficios que son necesarios para una sociedad. Las redes sociales han permitido difundir una gran cantidad de videos cortos, imperan aquellos donde los protagonistas bailan, hacen algo gracioso, algunos que brindan información alrededor de un tema; pero hay otros que muestran cómo las personas realizan un oficio. Ubico en Facebook zapateros que muestran la renovación de unos zapatos con las platillas destruidas, antigüedades restauradas, renovación de un jardín, albañiles que muestran los consejos que su experiencia les ha enseñado. Toda una gama de trabajos que son maravillosos y que nos enseñan el trabajo magistral que hacen esas personas.
Formar es transformar y quienes se dedican a eso son tanto o más hábiles que quienes aprenden. Porque aprender es sólo guardar en la memoria y formarnos es guardar en la experiencia, es decir, tener memoria sensorial, expresiva, muscular. Pienso en los entrenadores de deportes, en mi amigo que le muestra a su asistente cómo se siente un cabello con la cutícula abierta, la costurera que enseña la textura de la tela y la forma de elegir la mejor para ciertos diseños, el ayudante de albañil que tiene que aprender visualmente la textura de la mezcla. El psicólogo que observa las actitudes de los pacientes, los antropólogos que están entrenados para que sus ojos puedan percibir pirámides debajo de un cerro. El médico que observa los padecimientos sin tener que ver dentro del paciente. Es decir, la formación no implica sólo tener conocimiento, sino también percibir de una forma específica un suceso de la experiencia.
Hay dos cosas que destacar de este momento reflexivo, una es que a partir de las Tecnologías de la Información y la Comunicación podemos revivir y apreciar oficios que habían quedado casi olvidados. Recordemos que son muy importantes ya que en este momento de las cosas desechables reutilizar y componer es un acto revolucionario. En segundo lugar, la idea de formar a otros nos tendría que hacer pensar en la manera en que cada persona, en cada espacio social forma a otros y es responsabilidad nuestra brindar al mundo eso que somos. Tomando en cuenta que lo que damos es lo que recibimos de vuelta, porque así formamos nuestro entorno.
Xunu’
El martes de esta semana se festejó el 491 aniversario de la Ciudad de Oaxaca de Juárez. Cuánta longevidad puede alcanzar una ciudad y que interesante es que se realice una gran fiesta en su honor, esto preserva su memoria colectiva. Esto me hizo pensar en que los capitalinos de la CDMX no tenemos una idea de cuándo se edificó la ciudad que habitamos. Sería lindo festejar el aniversario de la ciudad como un suceso que nos retorne a nuestros orígenes prehispánicos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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