RICARDO ANAYA O UN OPOSITOR DE CARICATURA

Opinión de Sergio Macías

Ricardo Anaya no tiene sentido del ridículo, de la verdad, de la honestidad y mucho menos de la vergüenza. Habla y habla hasta por los codos en una serie de videomensajes en los que despotrica de todo y de nada, pero siempre con algo en común: una andanada de mentiras con las que va expulsando su odio hacia Andrés Manuel López Obrador. No me explico cómo en tan poco tiempo este presunto delincuente puede esgrimir tantas falsedades. Tampoco entiendo cómo los medios de comunicación tradicionales le siguen tanto el juego (o más bien sí…). En fin, si alguien le cree… es su problema.

El remedo de político panista que contendió por la presidencia de la República en 2018 quizá está fuera del país, huyendo, entre otras cosas, de acusaciones de lavado de dinero, soborno por cerca de 7 millones de pesos para que se votara (o se mochara) a favor de la mal llamada reforma energética durante el sexenio de Enrique Peña Nieto; tal vez también por haber vendido una nave industrial (que compró regalada), a través de una empresa fantasma. Nadie sabe por qué la Fiscalía General de la República no le ha girado aún la orden de aprehensión. Y tranquilamente escapó. Así que, desde un rincón oscuro del planeta responde subrepticiamente estas preguntas.

Ricardo, no te voy a preguntar dónde estás, pero ¿por qué dejaste el país?

López Obrador me quiere meter al bote. Él me sacó a la mala, me está jugando chueco. No sólo está acabando con nuestro país con sus ocurrencias, sino que se volcó contra mí porque yo represento a un México que mira hacia el futuro. Quiero cambiar al país: me da coraje ver tanta pobreza, mientras los compadritos se llenan la panza de cerveza.

¿A qué se debe ese odio desmedido hacia el presidente?

A ese cuate ya no lo soporto. Su inseguridad y megalomanía llega ya a niveles patológicos. Por eso en su gabinete solo pone a colaboradores que obedezcan sus instrucciones.

¿Y luego? Ni modo que ponga a quien no lo obedece…

No es eso. Me molesta mucho que para todo diga “es que esto”, “es que lo otro…”.

Gulp.

Bueno, a Andrés Manuel la educación le vale gorro. No quiere educar sino adoctrinar con una política educativa retrógrada. Ningún presidente se había atrevido a poner su foto en la portada de los libros de texto. 

Eso no es cierto. Es una noticia falsa… De veras, ¿nada bueno tiene la 4T?

Claro que no. Te pongo otro ejemplo: López Obrador quiere organizar una “trampa perversa” para desaparecer al INE y apoderarse de las próximas elecciones presidenciales. Quiere organizar las elecciones como cuando al PRI se les caía el sistema si iba perdiendo. Nomás acuérdate del fraude del 88.

Me acuerdo más del de 2006. Y de la compra de la presidencia en 2012 ¡con primera dama incluida! (aplican restricciones). 

Dice Epigmenio Ibarra que alguien te diga “que Morena va a permanecer en el poder –al menos de 2024 a 2030– sin necesidad de que desaparezca el INE”. 

Mira, me he preguntado cómo Andrés Manuel puede mantener su popularidad si todo sube de precio y hay más criminalidad. La respuesta es que tiene una formulita. Consiste en división y mentira. Primero nos divide en el pueblo bueno y el pueblo malo, luego siembra el odio, y ya está.

Sin embargo, la economía se redujo, no hay medicinas, la inseguridad, la violencia están del nabo. Haber suspendido el aeropuerto que estaba ya muy avanzado fue una gran estupidez. 

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Cada vez que entrevisto a un conservador, se pone a berrear desentonado la misma canción, las mismas fake news, pues el problema de la economía es mundial, y en México es menos grave; además, las medicinas fluyen y la escalada de inseguridad que dejaron los gobiernos anteriores al fin va disminuyendo (solo hay que ver las Mañaneras los martes y jueves). A esas tonterías les van sumando las recién salidas de hornos humeantes y pestilentes, como son las vísceras de Tumbaburros, Dresser, Chumel, Ferriz, Loret, Rivapalacio o de Mauleón, entre muchos otros. Para el caso es lo mismo, pues todos son iguales.

***

Y continúa la perorata.

López Obrador no entiende del calentamiento global. Está haciendo un ecocidio en el sureste, además de que al apostar por sus refinerías está matando la inversión en energías limpias.

Pero en esta administración se han sembrado 125 mil hectáreas de árboles y el presidente asegura que la compra de Deer Park prácticamente se ha pagado, pues ha dejado ganancias superiores a los 400 millones de dólares. Con respecto a la compra de la refinería dijiste: “Una de dos: o yo no entiendo nada o AMLO no tiene idea de lo que está haciendo”. ¿Será que no entiendes nada?

Te explico: con López Obrador un millón y medio de jóvenes y niños en el país han dejado de estudiar; López Obrador es el verdadero traidor a la patria por sus malas decisiones, una de las cuales es poner en riesgo el TMEC. La mayor parte del presupuesto se va en caprichos de López Obrador.

Déjame a mí explicarte: si bien la pandemia obligó a que el abandono escolar creciera en América Latina, con el regreso a clases se han ido recuperando. Además, el presidente creó el programa de internet para todos, una gran gama de becas, las Universidades Benito Juárez, etcétera. Lo del TMEC tiene que ver con la defensa de nuestra soberanía energética y se arreglará.

Cuando vivimos la peor pandemia en un siglo le dijo a la gente que se abrazara; insulta a la prensa; amenaza a opositores y se rodea de paleros; pacta con el crimen organizado (soltó al Chapito). Le miente a su pueblo todos los días sin pudor alguno.

Mientras pienso en si esta imitación de Chicken Little no se ha mordido la lengua y en que todo ese espectáculo es para no ir a la cárcel o bien presentarse como un preso político, le comento: un usuario cibernauta te propuso que te sigas lanzando para la presidencia en 2064, ¡cuando salgas de la cárcel!

Fíjate: soy el perseguido político de un presidente que quiere tener una república bananera y cuyo cuento de la cuarta transformación es enfermizo.

Además de los disparates que dice Ricardo Anaya, además de que le falta mucho barrio (¡vamos, no sabe ni cómo se come un taco!), tiene al hablar un tonito muy raro, que no logro descifrar y mucho menos digerir. No soporto más. Lo mejor es despedirme con un palíndromo que es también una aliteración: 

¡Ay ay ay, Anaya, ya, ya!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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