Las imágenes de cadáveres putrefactos en Guayaquil trajeron a la memoria las primeras semanas de la pandemia, resaltando las críticas recurrentes sobre el deterioro del sistema de salud y las morgues en Ecuador, reflejo de siete años de austericidio neoliberal que se mantienen en la administración de Daniel Noboa.
Según denuncias y declaraciones recopiladas, más de 200 cuerpos de personas asesinadas quedaron apilados tras una avería en los contenedores refrigerantes de la morgue principal de la ciudad, por lo que la policía tuvo que intervenir rápidamente para retirar los cadáveres en descomposición.
Lo alarmante es que estos cuerpos son en su mayoría de delincuentes asesinados en enfrentamientos entre bandas y de víctimas de la creciente violencia en las últimas semanas. Los familiares de los fallecidos no se acercan a identificarlos por temor a represalias de los criminales, lo que agrava la situación.
Este año, más de 1 mil 300 crímenes se han reportado en Guayaquil, sin embargo, la morgue también recibe cadáveres de áreas cercanas como Posorja, Playas, Tenguel, Samborondón, Daule y Durán, esta última considerada la ciudad más violenta del mundo por Inside Crime.
Pese a esto, la ministra del Interior, Mónica Palencia, de origen mexicano, insiste en que las muertes violentas se han reducido en un 99% en lo que va de 2024, una afirmación que parece increíble frente a la cruda realidad.
El problema comenzó cuando un mal olor se extendió por los alrededores del Instituto de Medicina Legal de Guayaquil. El Servicio Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses explicó en un comunicado que dos contenedores refrigerados del Laboratorio de Criminalística de Guayaquil se averiaron debido a variaciones eléctricas recientes.
Sin embargo, esta explicación no aborda el problema de fondo que el gobierno de Daniel Noboa parece ignorar: el aumento de la violencia criminal ha incrementado el número de cadáveres no identificados. Desde enero, uno de los contenedores dejó de funcionar, y los cuerpos fueron trasladados al único que quedaba operativo. Esta situación es horrorosa para los encargados, ya que muchos cuerpos están desmembrados, con miembros y cabezas sin identificar guardados en bolsas plásticas que aceleran la descomposición.
Con información de La Jornada.
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