Como si lo que hiciera falta son nuevas calamidades, el presidente López Obrador anunció que presentará ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones. En otras palabras, y como lo señalan los comentócratas con mayor inteligencia emocional, expertos en el arte de decir nada, lo que Andrés Manuel busca es —más allá de la expropiación de las Afores o la desprivatización del ahorro para el retiro de los trabajadores— acabar con esa suerte de ruleta rusa en la que se ha convertido el retiro en México, a raíz de la reforma hecha en 1997 por el gobierno de Ernesto Zedillo, que quitó las pensiones entregadas por el gobierno e inauguró formato del ahorro individual mediante Afores, donde el obrero siempre sale perdiendo y las Afores siempre salen ganando al jinetear justa, estoica, heroica y mañosamente el dinero del ahorro de los trabajadores. Acabar con la diversión, los nervios, la adrenalina que viven quienes se jubilan y no saben si podrán sobrevivir con el dinero de su Afore, y al mismo tiempo matar el negocio de esas ejemplares jineteras financieras que son las Afores.
Poco importa si las Afores desaparecen o no. Poco importa si se regresa a un esquema donde el dinero de los contribuyentes sea administrado por instituciones públicas o se deja en manos de mercaderes privados. Lo importante es que, si se pone el acento en permitir que la gente reciba el 100% de lo que debe recibir para poder vivir dignamente, se merman las ganancias de esos mercaderes que lo sacrifican todo y ponen en riesgo sus privilegios para poder explotar a los obreros incluso más allá de su vida laboral.
El justo derecho a explotar al otro siempre y cuando el otro pueda ser explotado y el explotador se encuentre en una posición privilegiada se verá amenazado por la iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones que pretende presentar, ante el Congreso de la Unión, López Obrador. El ahorro para el retiro no es algo que deba entregarse a la gente que ahorró para su retiro ¡Por vida de dios! ¿Qué ideas son esas? La gente no sabe qué hacer con el dinero, si no lo malgastan en baratijas, lo malgastan para poder sobrevivir. El ahorro de los trabajadores para su retiro será mejor aprovechado si se invierte en paraísos fiscales —lástima que la isla de Epstein no siga activa, sería un lugar ideal para jinetear ese ahorro.
A los obreros —y por favor, aquellos que mueren por ser fifí no se confundan, si no son dueños del capital son obreros— solo hay que darles lo mínimo necesario para que puedan sobrevivir o morir sin afear el escenario ni dar lastima por la calle. Si un trabajador no puede vivir con el 50% de lo que ganaba antes de retirarse, entonces no debió de retirarse. Como bien dijo Diana Mondino, ministra de relaciones exteriores, comercio internacional y culto de la nación argentina (y héroe de esos nobles canallas que defienden lo indefendible), “si no tiene plata en el bolsillo, no va a comprar cosas muy caras.” Así de sencillo, si antes medianamente sobrevivían con su salario, tras el retiro sobrevivirán de alguna forma menor que medianamente. La posibilidad de retirarse, de vivir sin trabajar es un derecho exclusivo de la nobleza privilegiada, la oligarquía, que sí puede vivir sin trabajar (muchos de ellos jamás han tenido que trabajar para vivir). El resto, los que siempre estamos de más, tenemos que asumir que o trabajamos hasta morir o morimos por no trabajar.
Entrados en gastos
Mantener personas que se niegan a trabajar por el sólo hecho de que trabajaron toda su vida, pagaron impuestos y fueron ciudadanos honrados en una premisa hiper, ultra, requete ideologizada que lo único que generará es una aspiración en nuestros jóvenes por envejecer lo antes posible y poder retirarse ¿Queremos eso? ¿Queremos jóvenes que inicien su vida laboral aspirando a ser viejos? ¿Queremos convertirnos en una sociedad sin empuje, de gente que vejeta en las calles y los centros comerciales disfrutando de una pensión que no merecen? ¿No sería mejor ser un país próspero para quienes son dignos de ser prósperos? ¿No sería preferible que —privatizando los ahorros de los trabajadores— se invirtiera el dinero de esas pensiones en mercados de valores que hagan más ricos a los muy ricos? Lejos de anunciar que presentará ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre pensiones, Andrés Manuel debería anunciar ante el Congreso de la Unión una iniciativa de reforma constitucional sobre salarios en la que se permita —como en la Argentina libertariamente libertaria y libre de mínimo sentido común— pagar a los obreros en especie, con carne, lecho o, ¿por qué no? con sal.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
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