Uno de los errores de las administraciones del pasado era la separación de la prevención con la reacción a los principales problemas de la sociedad. Parecía que percibían los problemas sin causas y eran producto de una generación espontánea de conflictos.
Una de las facultades de los programas sociales es la prevención generalizada de varios problemas, porque mientras mejor alimentada esté la población menos enfermará, por lo que es mejor invertir en que coma bien que en que sane de una enfermedad causada por las bajas defensas que la mala nutrición ocasiona.
Lo mismo sucede con la educación, un profesor tardará menos en enseñar cuando los niños asistan a la escuela con un aliento por lo menos. Y así sucesivamente en una cadena de prevención que evita que la población deba sufrir una consecuencia de la falta de dinero, que es la causa principal de los problemas que ahora padece México, desde la inseguridad hasta la enfermedad.
Sin embargo, para los nostálgicos del pasado que intentan ver el presupuesto del próximo año como un incremento permanente de salario, los programas sociales sólo sirven para que la gente sea perezosa y pierda el interés por superarse, como si hubieran dejado un país sin necesidades vitales. La descomposición social no alcanza los niveles de podredumbre que la derecha quisiera.
Añaden a su visión corta de los programas sociales los apoyos a los jóvenes a quienes acusan de ser mantenidos y asalariados para que estudien, aseguran que las becas se van a la tiendita de la esquina para comprar cervezas. Puede ser real esta prolífica imaginación de los enemigos sistemáticos de las políticas públicas, de ser así, el dinero de las becas para jóvenes apoyaría también la economía doméstica al comprar las cervezas en una tienda y no en un supermercado transnacional, que es una manera más nacionalista de adquirir mercancías, con una distribución cerca de la gente.
La oposición no acaba de entender que las acciones políticas tienen un origen y un destino, vicio impuesto por los medios que nunca explican las causas de los problemas que difunden en sus contenidos. La pobreza no es una elección de la gente, es consecuencia de una falta de equilibrios que surgen desde el nacimiento de los pobres. Lo mismo sucede con la riqueza material, donde los privilegiados no eligieron nacer en una familia acomodada, simplemente ahí surgieron.
Tampoco es una cuestión de mala suerte sino de un proceso social cuyos gobiernos no quisieron distribuir el ingreso de manera más equitativa. Ante esta urgente necesidad de acortar las brechas entre los mexicanos surgen los programas sociales, que, dadas las circunstancias, surge la necesidad debe convertir en ley para evitar que sean alterados o cancelados porque quienes se niegan a ver sus alcances sociales, que no siempre son los que se muestran de inmediato como sucedió con los subsidios al empresariado sino a mediano y largo plazos.
La oposición considera que gobernar ahora es tan fácil como lo fue para ellos cuando tuvieron el poder. Las fuerzas de la actual burocracia mantienen un ritmo de trabajo muy superior al del pasado en intensidad y resultados, de esto nadie habla. Incluso es en los niveles más altos de la administración pública, empezando por la Presidencia, donde se trabajan los siete días de la semana, comparado con el régimen anterior donde el presidente siempre estaba ocupado pero nunca trabajaba.
Se labora para alcanzar los equilibrios que los gobiernos del pasado alteraron con la implementación de beneficios particulares desde el gobierno, lo cual no es un secreto para nadie.
Así, los programas sociales no son un problema; son una solución que se convierte en derecho ante los excesos de quienes les arrebataron a los ciudadanos su derecho a ganar lo que es justo por el producto de su trabajo.
Si en este momento llegar a un burócrata de hace 10 años al puesto que tenía, seguramente encontrará que dista mucho de lo que hacía. Y mientras más es el nivel de responsabilidad mayor es la diferencia con la práctica diaria de una tarea que pareciera ser sólo un paliativo, ese sí un remiendo, a la necesidad de empleo.
La complejidad de la actual tarea de la administración pública empieza apenas a convencer del compromiso que implica ser un servidor público, larga y compleja intención que en su camino hacia la utopía puede transformar al país.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
Comentarios