Las herramientas de trabajo deben ser proporcionadas por el empleador, así está establecido en la Ley Federal del Trabajo. No se trata de una prestación laboral, sino de una obligación del patrón y un derecho del trabajador.
¿Cuántos trabajadores siguen realizando su labor a la distancia sin haber recibido recursos de sus patrones para pagar la luz, el teléfono, la conexión a la red? Estos bienes, en todo caso, se convierten en herramientas para obtener mayor riqueza, reduciendo sus costos y explotando, con total descaro, a los trabajadores.
A todo esto, habría que agregar que a la mayoría de los trabajadores que lo hacen desde casa, en especial a los de los medios de comunicación, les fueron reducidos sus salarios y hasta la fecha no les han sido devueltos y siguen cobrando una fracción de lo que tenían contratado y pactado con su empleador antes de la pandemia. Lo que resulta agravado porque al defenderse y reclamar, la patronal simplemente los despide y los amenaza con ponerlos en la “lista negra” para que nadie más los contrate. ¿Es acaso una mafia disfrazada de organización empresarial? ¿Cómo pueden los trabajadores continuar con su labor constante sin los recursos suficientes para sobrevivir dignamente?
Es posible que los afectados desconozcan que la ley laboral tiene resquicios que les permitirían demandar a sus empleadores por incumplimiento de contrato, dejar de laborar para semejantes empresas y obtener una liquidación correcta. Sin embargo, lo más trascendental sería que abandonaran el miedo y se agruparan en una organización gremial y de clase para defender sus derechos y arrancar otros tantos ante semejante abuso y violencia patronal.
El capitalismo, y en especial su fase neoliberal, convierte al trabajo en una mercancía, la que devalúan a su entero antojo y es una de las razones por las que la recesión se vuelve una amenaza real para cualquier economía de mercado.
Dar valor real a la fuerza de trabajo, entregando a los trabajadores el producto completo de todo lo que producen instaurando relaciones de producción justas y equitativas, puede ser el freno a la inflación y el remedio necesario contra una recesión.
Queda en el aire una pregunta, ¿podrá la patronal tener la voluntad de equilibrar estas fuerzas? Es improbable.
Hoy se puede constatar esta actitud de empresarios y sectores del gobierno muy diversos, ejemplos sobran y así iremos tratando de analizar y obtener testimonios de trabajadores de medios, de universidades públicas, colegios privados, empresas privadas y del estado. Lo haremos buscando a sus dirigentes sindicales, pero sobre todo a los mismos compañeros trabajadores.
Así todos hablaremos poco a poco y lo haremos sobre casos concretos conocidos y serviremos de conducto para denunciar y evidenciar la falta de acción clara y definida de la autoridad laboral, que a ser solo árbitro se ha dedicado, y que ya no es apoyo para ningún sector de los trabajadores.
Sin la fuerza de trabajo, no hay capital que produzca nada.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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