Mi sobrina, que radica en el Reino Unido, vino de visita la navidad pasada y quiso por supuesto, ir a Teotihuacán, el destino arqueológico más importante del país por lo menos para los mexicanos. Hizo el comentario que el sitio está lastimosamente descuidado. Lo anterior dio pie a la redacción de este artículo, sin sospechar que el descuido sería sólo la punta de la madeja.
La ciudad de Teotihuacán, es la evidencia más valiosa de la grandeza de nuestros antepasados en el Altiplano Mexicano. Los Aztecas le dieron el nombre de “Lugar donde fueron hechos los dioses”. Esta imponente urbe es reconocida como uno de los sitios arqueológicos más importantes del mundo puesto que recibe a más de tres millones de visitantes al año, y con ello se destaca como la zona arqueológica con más afluencia turística del país.
El 21 de marzo y en diferentes fechas astronómicamente significativas de cada año, la derrama económica y la cantidad de visitantes aumenta por la creencia muy difundida de acudir a la zona para subir a las pirámides, tomar energía del sol, reconectarse con los ancestros, pedir a los dioses salud y renovación. Los más fervorosos aseguran que, en esos momentos, es un lugar único en medio del cosmos, pues los “portales de energía” se abren.
Con tal cantidad de personas que asisten sobre todo los domingos cuando la entrada es gratuita, ni en el estacionamiento, ni en la ruta de visita, ni en ningún monumento arqueológico se puede transitar con fluidez. La movilidad se alenta porque en la ruta principal se encuentran vendedores ambulantes, servicios espirituales, artistas plásticos y grupos sociales con diferentes manifestaciones culturales.
Sin embargo, y a pesar de estar incluido desde 1987 en la lista de Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, en la actualidad Teotihuacán enfrenta un abandono y saturación severa. El deterioro de los monumentos es tal, que para la pirámide de la Luna se ha optado oportunamente, por sólo permitir la subida a la primera plancha y ya no hasta la punta de la pirámide.
Esto por un lado, pero a quienes sólo les importa el lucro y no la preservación de nuestro glorioso pasado, son poderosos y atacan constantemente por todos los flancos. Por ejemplo, el portal periodístico de investigación Contralínea, nos recuerda que en 2004 se otorgaron concesiones a empresas privadas para la construcción de un Walmart en pleno recinto prehispánico, hecho que causó el asesinato del finado catedrático en economía internacional, Emmanuel D’ Herrera Arizcorreta. Quien fuera dirigente del Frente Cívico en Defensa del Valle de Teotihuacán. El compañero Emmanuel fue acusado falsamente, detenido con lujo de violencia por agentes federales y encarcelado sin acceso a sus medicamentos, lo que le ocasionó la muerte.
La investigación de Contralínea llega más a fondo y aclara que Walmart de México pagó un soborno de 52 mil dólares para construir una sucursal ahí. Dicho soborno consistió en cambiar un mapa de zonificación antes de que fuera publicado en el Diario Oficial de la Federación.
En una embestida más, en el 2009 cuando estaba como gobernador Enrique Peña Nieto y el secretario de Turismo de la entidad era Alfredo del Mazo, se trató de convertir esta ciudad sagrada en un centro de espectáculos de luz y sonido llamado “Resplandor Teotihuacano” que afectó con más de ocho mil perforaciones a los basamentos prehispánicos. Ante esta barbarie los trabajadores del INAH exigieron la cancelación definitiva del proyecto formando una valla humana alrededor de las pirámides del Sol y la Luna y así detener los trabajos que causaron un daño irreversible.
Por si fueran pocos estos ataques de intereses económicos externos, también existen descuidos al interior pues dicen investigadores en un artículo publicado en el Excélsior que “El 40% de los murales han desaparecido o han sido dañados en la última década”, los restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) confirman que “las pinturas han sido afectadas por tres factores: la utilización de técnicas inadecuadas en el pasado, la falta de presupuesto y los asentamientos urbanos”. Según la institución un ejemplo de ese deterioro se observa en la zona conocida como Atetelco, “donde hace una década había al menos cien murales, de los cuales setenta y ocho ya se perdieron”.
Ahora bien, lo más preocupante es que empresas inmobiliarias, siempre en su lógica de lucro, iniciaron en el 2021 una construcción no autorizada, de un “Centro recreativo” con excavadoras y maquinaria pesada que ha afectado unas siete hectáreas y amenaza con arrasar vestigios arqueológicos. Así lo alertó el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), un organismo afiliado a la ONU. Las autoridades ordenaron la suspensión de la obra y se colocaron sellos para evitar más daños, pero fueron violados y las obras continuaron. El INAH presentó denuncia penal ante el Ministerio Público Federal con sede en Texcoco, por el presunto delito de daño al patrimonio arqueológico, pero la que escribe no pudo averiguar qué pasó con este proceso. Lo que sí es evidente es que la mancha urbana poco a poco va formando un “anillo” alrededor del Área Central de Monumentos y si esta grave situación continúa, se predice un deterioro mayor e incluso la pérdida de este patrimonio mexicano.
Creo que ya ha llegado el momento en el que ya se debe de restringir el ascenso a las pirámides porque ya hay un desgaste tremendo en las estructuras que corren el peligro de colapsarse o hundirse. Algunas personas hasta llegan a desprender piedras para llevarlas de recuerdo; hay actos vandálicos; una gran erosión en los escalones que uno se puede dar cuenta que ya se están puliendo y perdiendo su forma original.
Además de que escalar las estructuras también es un riesgo para los visitantes. Hace algunos años un hombre alemán de 74 años falleció al intentar subir la Pirámide del Sol. La actriz Glenn Close, se colgó de una roca saliente del segundo nivel de la misma, poniéndose en grave peligro pues pudo haber caído y golpeado con las rocas del templo. En lo personal, me contaron que también una niña había perdido la vida al resbalarse de un escalón. Sin embargo, las autoridades aún no han prohibido la subida.
Desde mi punto de vista urge que el gobierno federal voltee a ver este recinto histórico tan emblemático y vital para la historia de México Central. No todo es el sureste, y la cultura maya no es la única en México como parece ser el caso en este sexenio. Hace falta presupuesto, si es necesario enviar a la Guardia Nacional, detener legalmente al cártel inmobiliario, impulsar planes de trabajo serios a mediano y largo plazo, así como implementar programas dirigidos a las comunidades locales para concientizarlas e involucrarlas directamente en la conservación y prohibir la ascensión a los monumentos, entre otras medidas. Ojalá el presidente Andrés Manuel López Obrador reconozca y se haga cargo de esta tragedia arqueológica.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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