El gobierno encabezado por el presidente López Obrador llegó a un acuerdo para recuperar a Mexicana de Aviación por una inversión inicial 815 millones de pesos, más una inyección de 4 mil millones para volverla operativa en unos meses. La aerolínea del Estado Mexicano comenzará a volar en diciembre con rutas hacia 20 destinos y pretende tener precios más bajos que las aerolíneas privadas hasta en un 20%. A pesar de que a priori esto es una buena noticia, pueden surgir ciertos cuestionamientos, como, por ejemplo, ¿realmente conviene que el Estado Mexicano adquiera empresas a pesar de su historial de ineficiencia?, ¿será sostenible en el tiempo aquello de los precios bajos?
Primero, conviene decir que el periodo neoliberal se caracterizó por la venta de empresas (a valor de remate muchas de ellas) a oligarcas que ensancharon su fortuna, y el fundamento era que una empresa privada es más eficiente y eficaz que una pública por antonomasia. En el dogma neoliberal, la incompetencia del gobierno entorpece y ralentiza el desarrollo de sectores estratégicos, y esa fue la mejor excusa para intentar privatizar casi todo, incluyendo la energía, la banca, minas, etc.
Sin embargo, unas décadas más tarde, la evidencia empírica muestra que no solo no se ofrecieron mejores servicios (más baratos y de mejor calidad) sino que dejaron de llegar a los usuarios más pobres y de zonas más marginadas, acrecentando brechas de desigualdad y aumentando exponencialmente la pobreza y los males que se derivan de esta. El presidente López Obrador basa su proyecto de nación en el rescate de los sectores más importantes para el país (energía y electricidad), avanza con otros como Mexicana de Aviación, y seguramente guarda la esperanza de que el sucesor de la 4T continúe con la recuperación de otros sectores igual de importantes para el desarrollo del país.
En el caso de Mexicana de Aviación, la premisa es que el Estado Mexicano pueda intervenir en los precios de forma indirecta, es decir, ofertar vuelos por debajo del precio del mercado para obligar al resto a bajar sus precios. ¿Es esto injusto? En un mercado de competencia perfecta, sí, pero en el caso de un sector como la aviación (como otros tantos) que es controlado por un grupo de mafiosos y traficantes de influencias que incurren en prácticas oligopólicas, la actuación del Estado Mexicano representa un mero acto de justicia, y es que es impensable que un transporte tan importante como el avión sea accesible, hoy por hoy, sólo para los deciles más altos de ingresos. Por supuesto, la prensa corporativa y anti 4T replica que las aerolíneas (y todas las empresas estatales) están condenadas al fracaso y a la inoperancia, pero su discurso, aunque falso, es entendible porque ellos aspiran a que los bienes y servicios del país se rematen al mejor postor para poder hacer negocio con ellos, y gran parte de la lucha ideológica radica en posicionar la idea correcta en el imaginario colectivo: las empresas estatales, sin bien deben basarse en principios de eficiencia y eficacia, su objetivo final no es la rentabilidad, sino el bien común y la prestación de un producto o servicio gratuitos o a un precio accesible incluso para los que tienen menos.
Además de las nacionalizaciones, otras intervenciones exitosas durante este gobierno fueron el gas del Bienestar en la Ciudad de México, que provocó una bajada de precios radical de este bien en detrimento de la gran mafia que controlaba el mercado y los precios; y también el Banco de Bienestar, que eventualmente obligará a ofertar productos y servicios bancarios más accesibles en los segmentos medios y bajos.
Los mexicanos no son conscientes que en países de mayor desarrollo (dígase Europa y algunos asiáticos) el precio de un boleto de avión, de un litro de gasolina, de un kilovatio de energía eléctrica, de una cuenta bancaria de ahorro, etc., son proporcionalmente más económicos respecto al nivel de ingreso, porque si lo fueran, iniciarían un boicot para que ello cambie y las empresas seguramente se ajustarían a ello, sin embargo, la 4T ha intervenido en su representación para que esto ocurra de forma “menos violenta” y legal, como en cualquier país de Estado de Derecho donde el gobierno cuida a sus ciudadanos.
Como conclusión, la recuperación de Mexicana de Aviación representa una intervención del Estado Mexicano como acto de justicia para bajar los precios en un mercado cooptado por oligarcas y traficantes de influencias que se dejarán la piel por defender sus intereses y sus fortunas; e intervenciones similares deben ocurrir en otros sectores para hacer de México un país más justo.
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