Pasarle el trapo por encimita a las inconformidades de la militancia o tratar de esconder el polvo del proceso interno debajo de la alfombra, puede convertirse en un verdadero dolor de cabeza para MORENA en la Ciudad de México si desde la dirigencia capitalina no se comienza a cerrar filas con todas y todos los que sienten menospreciado su trabajo militante. Peor aún, si en la capital se insiste como hasta ahora en abrir la puerta a personajes del panismo que meses atrás mostraban aberración a las propuestas de la Cuarta Transformación.
Y no se trata de caer en el reduccionismo de señalar puros e impuros para cerrar o abrir las puertas del movimiento a alguien, sino de mantener congruencia a la hora de analizar las motivaciones reales de los que ahora dicen sumarse al movimiento alegando “coincidencias” y que anteriormente hacían todo lo posible para oponerse a la consagración de la capital mexicana como la más progresista en materia de derechos en América Latina. De lo que se trata es de dar la bienvenida a aquellos que realicen aportaciones significativas a la construcción del segundo piso de la transformación sin que impere más el pragmatismo y la rentabilidad electoral por encima de lo ideológico.
Aunque precisamente el pragmatismo gana terreno a diario, lo extraño radica en la manera tan burda con la que los dirigentes tratan de justificar el ingreso de esos personajes, que terminan dejando más dudas acerca de lo que se espera en la próxima elección; si se tratara de la presencia territorial o de la influencia que tienen en los capitalinos, hasta podría entenderse, sin embargo, muchos de esos personajes apenas y se representan a sí mismos. Por lo tanto, pareciera que el costo de esa apertura puede ser a la larga mucho más caro al someter al movimiento a imposiciones desde fuera de la militancia.
Apenas esta semana circuló una denuncia presentada en el Tribunal Electoral de la Ciudad de México que mandató a MORENA transparentar el proceso por el que se designó a la candidata en la alcaldía Xochimilco. El asunto legal hasta ahora, pareciera ser minimizado por parte de MORENA, sin embargo, en eso no radica el problema pues seguramente habrán de presentarse las pruebas necesarias que transparente el proceso y san se acabó. En realidad, el problema está en que el partido opte por atender lo jurídico restándole importancia a lo político pues el quejoso, más allá de las opiniones de cada quien, lleva años en el escenario político manteniendo una presencia importante en esa Alcaldía. Lo jurídico indica que ambas partes aportaran elementos a sus dichos y al final (ojo aquí) el tribunal habrá de decidir, con todo y lo peligroso que ahora resulta la cuestionable práctica de los impartidores de justicia; lo político exige que la dirigencia establezca canales de comunicación que partan del reconocimiento a la militancia del compañero y su aportación político – electoral al movimiento, lo que parece ser, hasta ahora no ha sucedido.
Si este asunto empieza a tratarse por encimita, o si comienzan a barrer el problema hasta dejarlo por debajo la alfombra, no harán más que alentar a otros compañeros que se sienten con el derecho de recurrir a los tribunales.
La queja presentada seguramente va a ser mal vista por muchos pero para otros puede que se convierta en una alternativa para legitimar el proceso, hasta ahí, probablemente haya condiciones para recomponer y para suscribir acuerdos que cierren filas por todos lados en beneficio de la capital; lo malo y que no está tan lejos de convertirse en una realidad, es que comiencen algunos a operar por “debajo del agua” a favor del bloque opositor que si algo tiene es dinero para comprar conciencias y en eso hay de todos los precios.
Si alguien piensa que ese escenario no sucederá, estará pecando de ingenuo. Como se ha visto en otras elecciones, especialmente en las alcaldías de corte rural, lo que sobran son los vendedores de votos que en el Zócalo gritan a favor de Sheinbaum pero en el vips acuerdan con los de enfrente.
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