Polarizados y contentos

México está polarizado: los conservadores llevan años denunciándolo a gritos. Lo dicen en el sentido de que el país está dividido, fracturado. Señalan además que hay un culpable: les encanta clamar que el presidente, “desde el púlpito de la mañanera, polariza al país”. Así que además de afirmar que México está polarizado, sostienen que se encuentra así a partir de 2018, esto es, que antes de las elecciones federales de julio de aquel año no existía confrontación y todo era miel sobre hojuelas. Evidentemente hay un desacuerdo político fácilmente enunciable: buena parte de la ciudadanía se ubica ahora en posturas extremas, ya sea en la de la antipatía y desprecio hacia el presidente López Obrador y el movimiento sociopolítico que encabeza, o bien en su antípoda, en la posición de aprecio y simpatía por AMLO y la 4T. Y ciertamente, parece que poca gente se queda en la indiferencia plena, y además, quienes lo hacen, marabuntas o calderilla, claro, no lo expresan: quienes no quieren participar ni involucrarse acaban por lograr su cometido: no cuentan. Así que, hasta aquí pareciera que los conservadores tienen razón cuando braman que México está polarizado… Pero la idea es engañosa.

La noción de polarización se refiere a la existencia de dos o más puntos opuestos en una misma entidad; el concepto rememora sus referentes geográficos -el polo Norte y el polo Sur-, magnéticos, eléctricos -uno positivo y uno negativo-, y desde ahí es muy fácil que la idea de polarización política connote una situación de igualdad de pesos, de igualdad de fuerzas. Ese es el truco: se clama que México está polarizado para dejar correr la falsedad de que el país está dividido en dos bloques, en dos mitades que pesan lo mismo, que tienen la misma fuerza. Y eso, por supuesto, es mentira, tanto de origen como actualmente.

Conviene recordar… El lunes 2 de julio de 2018, un montón de periódicos dieron cuenta de los resultados de la jornada electoral ocurrida el día anterior usando el mismo verbo: “arrasar”. No era para menos: AMLO contabilizaría más de 30 millones de votos, mientras que su más cercano contrincante, el hoy prófugo Ricardo Anaya, apenas logró 12.6 millones, es decir, mucho menos de la mitad. Además, acuérdense, el PRIAN llegó peleado a aquellos comicios, y el candidato del PRI sacó un distante tercer lugar con 9.2 millones de sufragios. Así que… cuál polarización. Otro dato que suele olvidarse: Andrés Manuel López Obrador ganó las elecciones en 31 de 32 entidades federativas. Ahora, en la actualidad, ese escenario no ha cambiado, más bien se ha aclarado y la fuerza de la 4T se ha consolidado. Primero, contra las cuerdas, el PRIAN se ha descarado totalmente y ahora a su candidata le da pena por igual ser abanderada tanto del PAN como del PRI. Segundo, en su sexto año de gobierno, el presidente López Obrador alcanza niveles de aprobación impresionantes: conforme a la encuestadora internacional Morning Consult se mantiene como el segundo presidente más popular del mundo, y aquí, conforme a una encuesta de Covarrubias dada a conocer por El Heraldo en febrero, de cada diez, más de siete lo aprueba, mientras que sólo menos de dos lo desaprueba. Otro estudio, en este caso realizado el 22 de febrero por Enkol, muestra que prácticamente ocho de cada diez aprueban al presidente, y más: en cada una de las 32 entidades federativas la aprobación es mayoritaria. El espectro va desde Guerrero y Sinaloa, en donde 86% lo aprueba, hasta el extremo opuesto, Aguascalientes, en donde la aprobación cae a 62% Pero, subrayemos, 62% sigue siendo una franca mayoría. Así que, de nuevo, ¿cuál polarización?

Por lo demás hay otra perspectiva desde la cual conviene analizar el asunto: la ontológica. Quizá se escuche muy complejo, pero en realidad se trata de algo tremendamente sencillo. Díganme ustedes si podemos sostener que el Polo Norte es antiPolo Sur o que el polo Sur es antiPolo Norte. ¿O el polo negativo de una pila es antipositivo? El polo negativo de una pila eléctrica se caracteriza en que tiene un exceso de electrones, no en que esté en contra del polo positivo. En cambio, la polarización política que tanto mienta el conservadurismo mexicano no es más que anti AMLO, anti 4T: su definición misma no se da, al menos no explícitamente, por estar a favor de algo, sino por estar en contra de alguien, del Peje.

Así que ni desde el punto de vista cuantitativo ni desde el punto de vista cualitativo puede decirse que México esté polarizado. ¿Estamos?

Con todo, en un sentido sí que tienen razón los reaccionarios cuando acusan que México está polarizado. Me refiero a la perspectiva de las narrativas. Hoy día, me temo que como nunca a lo largo de toda nuestra historia, hay muchísima gente que asegura que nunca habíamos estado peor y también otro montonal de personas que afirma que nunca habíamos estado mejor. Y ambas versiones del mismo asunto no sólo conviven, también son las más escandalosas y las que tienen más medios para expresarse.

No es verdad pues que México esté polarizado. Es verdad en cambio que las versiones que conviven en el ágora de cómo le va a México están polarizadas. Tanto como lo están entre sí los adjetivos superlativos mejor y peor. Ahora, es obvio que ambos relatos tienen el mismo sustento, comparten el punto de partida de cada una de sus versiones: para unos y otros, de 2018 para acá México experimenta un cambio de página: tanto quienes se lamentan como quienes celebramos percibimos a las claras que ocurrió un golpe de timón, que vivimos un parteaguas… Nadie puede negarlo: estamos haciendo historia.

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