En el epilogo de la gran Marcha del Pueblo del 27 de noviembre Andrés Manuel López Obrador propuso la discusión y reflexión de las principales premisas del pensamiento obradorista, en aras de consolidar una corriente política, filosófica e histórica que planteó públicamente llamar Humanismo Mexicano y que significaría un legado para las generaciones subsecuentes, que defenderán y profundizarán la Transformación de México -más allá de la sucesión de 2024 y más allá del resultado en la elección presidencial-.
El amor al pueblo en todos los actos de la vida pública, la opción preferencial por los pobres y desprotegidos, un Estado de Bienestar que logre derechos sociales universales, educación pública, gratuita y de calidad en todos los niveles, austeridad republicana como signo de buen gobierno, defensa de los recursos naturales como propiedad de la Nación, combate a la corrupción barriendo las escaleras de arriba hacia abajo, sistema de salud universal y gratuito, economía moral a favor de las mayorías, amor al prójimo en la acción política, son -entre otros- los principios que corresponden a una brújula programática anclada en la izquierda social -que significan ideales que han guiado nuestro camino, que se han traducido en conquistas del pueblo-, como el derecho constitucional a la pensión universal para los adultos mayores, y son también, el corazón del proyecto alternativo de Nación.
De nuestro proyecto alternativo se han logrado realidades tangibles que favorecen el interés del pueblo, por ejemplo las nuevas universidades públicas Benito Juárez ubicadas geográficamente en zonas de alta marginación y conflictividad social justo donde los jóvenes habían sido excluidos de la educación superior; o, del combate a la corrupción se han recuperado recursos financieros para acciones de gobierno inéditas, como haber impreso dos millones cien mil libros de la colección “21 para el 21” de autores mexicanos, que se distribuyeron a maestros y maestras jubiladas, jóvenes becarios, a universitarios rurales, a integrantes del ejército mexicano, o en “librobuses” y bibliotecas de escuelas y comunidades.
No obstante, también se observan grandes pendientes para el porvenir. Por ejemplo, las reformas electoral, eléctrica y judicial, entre otras, que en el actual sexenio enfrentaron poderosas resistencias por parte de los residuos orgánicos de la vieja mafia del poder, que con argumentos falaces utilizaron la fuerza parlamentaria que todavía controlan en el Congreso de la Unión como un dique para contener los cambios profundos que demanda el pueblo.
A la defensa de privilegios, grandes sueldos, y canonjías que recibe la cúpula del INE la derecha la llamó “defensa de la democracia”, a la defensa de contratos leoninos amparados en la corrupción y el tráfico de influencias de administraciones del PRIAN que favorecieron los intereses depredadores de empresas transnacionales, la derecha les llamó “defensa de las energías limpias”, y así sucesivamente con el apoyo de los medios convencionales, han difundido narrativas incongruentes y perversas para retorcer la realidad y preservar el estatus de elites refugiadas en instituciones judiciales y electorales, universidades públicas, medios convencionales y grupos de poder económico; al que los neoliberales siempre fueron útiles y prestos a serles serviles.
Ante este escenario ¿cuáles son las tareas del obradorismo en 2003? No olvidemos que, aunque parezca una obviedad para ganar el 2024 hay que ganar el 2023. En esa lógica las elecciones en el Estado de México significan en efecto “Una Batalla Maestra”. En términos operativos y electorales todos tenemos que poner nuestro granito de arena, y sumarnos a las tareas que consumen el triunfo de la maestra Delfina Gómez, por todo lo que significa para el asolado pueblo mexiquense sacar al PRI del poder después de casi un siglo de cacicazgos, malos gobiernos, opresión y corrupción que han sumido a poblaciones enteras a una vida marcada por la pauperización, la violencia y la desesperanza. Como aliciente para este reto, la maestra Delfina de manera auténtica concurre a los principios del obradorismo y ha expresado: “es bienvenido, todo aquel que quiera trabajar por su gente, todo aquel que entienda que el servicio público no es para tener una persona que esté atrás de un escritorio, sino que esté cercana a su gente”.
Aunada a esta gran batalla político-electoral que se verificará en el Estado de México, subyace la moción que nos hizo nuestro presidente el 27 de noviembre: repensar y definir las bases del Humanismo Mexicano como cimiento del nuevo proyecto de Nación que nos alumbre hacia el post 2024, ahí debemos incluir las agendas pendientes en materia de reformas al poder judicial, al sector eléctrico, y al sistema electoral, y otras más que sería un buen propósito emanen de la voluntad y sabiduría del pueblo para radicalizar los cambios sociales y garantizar libertades, justicia e igualdad social para los mexicanos.
Será clave organizar debates, diálogos, reflexiones en todos los espacios del movimiento donde sea posible, pues contar con un programa claro y compromisos concretos es muy importante para marcar contraste con el bloque conservador que se ha unificado y quitado toda máscara para minar los caminos de la transformación. Además de mantener las tareas que han distinguido al obradorismo de base: informar tocando puertas casa por casa, profundizar la formación política personal y colectiva, y cada uno ser un medio de comunicación para enfrentar desde la lid pacífica y cívica, las constantes campañas de odio y la narrativa golpista de la derecha.
La disputa por la Nación es permanente, este 2023 será un año premonitorio, quizá definitorio y no transitorio al 2024, es la lucha entre el bien y el mal, en el marco de un complejo y vigoroso proceso de concientización popular; en palabras de Martí Batres, apoyarse siempre en el pueblo: “Para la izquierda no hay más alternativa que apoyarse en el pueblo, si es que se quiere mantener su fuerza, sobrevivir en la dura lucha política y triunfar en la disputa nacional. Los grandes intereses económicos siempre estarán con la derecha, por más lobby que los dirigentes, funcionarios y legisladores de izquierda hagan. Los representantes de las élites llevan buenas relaciones con todos, pero en los momentos decisivos siempre estarán del lado de las fuerzas conservadoras”.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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