Durante las más recientes campañas electorales la derecha conservadora se puso muchos disfraces, uno de ellos fue el de “progresistas aliados de la comunidad LGBTIQ”, pero bastó que se anunciara la contundente derrota del PAN para que candidatas, candidatos, opinadoras y opinadores, se soltarán el cabello de las expresiones homofóbicas y se vistieran de reinas de la intolerancia.
En una reciente entrevista concedida al periodista Ciro Gómez Leyva, el líder del Cártel Inmobiliario y aspirante a presidente del PAN Jorge Romero, nos recordó a todos que su partido tiene una tradición conservadora, cristera, y ultraderechista aliada del Yunque y de Vox en España.
“… Yo creo que tenemos que ser un partido que haga muchas cosas pero primero que regrese a sus causas originales, sin miedo, sin vergüenza… El PAN tiene que defender la vida con absoluta claridad … nosotros queremos defender la familia, no porque queramos excluir ningún tipo de asociación sino porque la familia es la base, es la primera institución social”, aseguró Romero.
Estas palabras son la primera señal de lo que se avecina, el endurecimiento del discurso homofóbico orquestado desde las bases del conservadurismo más rancio y feroz.
Y es que la derecha conservadora fue humillada en las urnas y buscará venganza, así sea contra los pobres, contra los meseros, contra las trabajadoras domésticas, o en contra de las personas LGBTIQ.
Los conservadores creen fervientemente que las personas LGBTIQ y otros grupos históricamente vulnerados, somos inferiores a las clases sociales “decentes”; porque nuestra diversidad sexual les duele en su aspiraciones de superioridad moral, económica, académica y social. Para las y los conservadores somos solo un grupo de depravados, enfermos mentales que necesitamos ser sometidos a sus métodos de rectificación, corrección, control y censura. Como en los tiempos de la santa inquisición, o de las paralelas eras victoriana y porfiriana, o de los sangrientos años 60s y 70s.
Pero ¿quién querría retroceder al oscurantismo social cuando hemos logrado disfrutar cierto brillo del arcoíris transformador?. Pues hay millones de personas en el mundo que se sienten amenazados por los movimientos sociales de izquierda progresista que les han arrebatado privilegios.
Los europeos por ejemplo. Viendo que en América Latina los pueblos están logrando transformaciones a su favor, temen el avance de la revolución de las conciencias y con tal de seguir viviendo a expensas del “tercer mundo”, vuelven a votar por líderes ultraconservadores como la italiana Giorgia Meloni.
Ella es una feroz impulsora de la xenofobia y por supuesto la homofobia. Sus discursos son elocuentes llamados al nuevo fascismo internacional del que forman parte otros líderes como el argentino Milei.
Pero volvamos a México; para la derecha conservadora derrotada, la comunidad LGBTIQ nos hemos convertido en el enemigo a aplastar. La comunidad LGBTIQ somos uno de los sectores más mediáticos y por lo tanto un buen objetivo para los ataques de la derecha conservadora.
El reto para la izquierda progresista mexicana es defender las libertades y la diversidad sexual que el pueblo de México ya ejerce. El retroceso no es opción; la derecha conservadora ya despertó, no es tiempo para dormir en nuestros laureles.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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