Nietzsche, la voluntad de poder y la geopolítica de México

Nietzsche, filósofo alemán del siglo XIX y de pensamiento radical, en su ensayo “Voluntad de Poder”, entiende este como el eje dinámico de la vida, un instinto natural que parte de la motivación no sólo de sobrevivir, sino de ejercerlo sobre los demás e incluso someter otras voluntades. Llega a criticar a la teoría darwinista por considerarla pobre, en el sentido de que las especies débiles son aquellas que solamente se adaptan para vivir porque es un objetivo secundario que está supeditado al principal que es el de someter a otros.

Existe siempre una competencia universal en la naturaleza que va más allá de querer sólo alimentarse y no extinguirse, se trata de ser más que los demás, el ser humano con su racionalidad lo ha llevado a otro nivel y el móvil a través del cual lo ha hecho es la ambición. En términos geopolíticos, los países se comportan como personas: traicionan, quieren, olvidan, superan, ambicionan, envidian, ayudan y tienen comportamientos según sus propios intereses.

Algunos países, como las grandes potencias mundiales, tienen el impulso de dominar a otros países para beneficiarse de ellos o perjudicar a otros -tal cual lo hacen las personas- y lo hacen por dos motivos: tienen fortaleza interna y entienden que si ellos no intentan dominar primero a otros, alguien más lo intentará, lo que, de facto, implica pérdida de influencia y poder para otras potencias. Estados Unidos es el mayor ejemplo de un país que intenta dominar y someter a otros siempre para mantener su supremacía, y para lograrlo y ha invadido, matado, maltratado, humillado, chantajeado y castigado a países que han intentado no someterse a su voluntad de dominación.

Por otro lado, los países más débiles tienen dos papeles fundamentales: impedir que los países dominantes los avasallen completamente dado que es imposible no someterse del todo a una fuerza extranjera; y segundo, tratar de mantener fortaleza interna para mantener cierta dignidad y fortaleza que le permita mantener un grado de soberanía relativo y vivir con dignidad, sin grandes temores de que su población pueda ser aniquilada, esclavizada o aislada. México pertenece a este segundo grupo -el de los débiles- y hasta antes del gobierno del presidente López Obrador, se practicaba un entreguismo y sometimiento por la falta de astucia y de un liderazgo fuerte.

Entonces, ¿cuál es el justo medio y qué se debe hacer?, ¿hay algún modelo a seguir? Con la 4T, México volvió a ser un país digno y respetado en el concierto de las naciones, y aunque siempre habrá una voluntad de poder por parte de las grandes potencias -especialmente por parte de Estados Unidos- que aceche a países como el nuestro, lo cierto es que, dadas las condiciones geopolíticas actuales, México debe propugnar por una política exterior que mantenga los equilibrios: se debe evitar algo muy radical hacia la anti dominación porque ello implicaría castigos y bloqueos como el venezolano o el cubano (inimaginable en el contexto actual e indeseable a todas luces); pero tampoco optar por el entreguismo y la humillación como en tiempos del PRIANATO.

El reto para el siguiente presidente es mantener la misma línea que el presidente López Obrador y que se resume en los siguientes puntos:

Nietzsche en “Zarathustra”, sostiene que cada acción, cada desempeño, cada acto humano (o de países) está envuelto y tiene como objetivo adscrito la voluntad de poder. Incluso quienes luchan por la independencia o la justicia, lo hacen por una voluntad de poder intrínseca. No necesariamente expresa algo correcto, pero sí interesante para el análisis de todos los espectros y colores políticos.

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