Luego de que el INE ―ese INE que se defiende y no se toca― anunciara en cadena nacional el reporte del comité técnico del conteo rápido, mismo que indicaba una tendencia favorable a Claudia Sheinbaum, se dio una respuesta contundente por parte de la sociedad civil, una respuesta del tamaño de la marea rosa y su tsunami de frustraciones, una respuesta proclamando el inicio de la resistencia, una resistencia clasista que ha anunciado, como primer medida, dejar de dar dinero a viene vienes, limpia parabrisas y “cerillos”, propina a los meseros, y donativos cuando haya desastres naturales. En pocas palabras, la marea rosa, ese alud de ciudadanos que inundó las calles con su buenaondismo clasista, echaleganista y aspiracionista, no esperó nada para lanzar su primer campaña no polarizante, no humillante y no soberbia, para ajusticiar a las hordas de chairos que ―desobedeciendo las instrucciones de las clases privilegiadas― decidieron votar por Sheinbaum como presidenta.
La ciudadanía apartidista que votó por la candidata del PRIAN, la amalgama de partidos más tradicionales de la tradición tradicionalista de la política mexicana, gritan a los cuatro vientos: “no más migajas”. A partir de ahora, no dejarán que nada caiga de sus mesas, quienes votaron por MORENA, quedan exiliados de la bonhomía clasemediera, relegados a ser ellos y a asumir que son ellos. Lamentablemente, la campaña #QUELESAYUDEMORENA no es suficiente, urge ir más allá, urge asumir la realidad como enemiga y enfrentarla. La infodemia al poder.
El discurso opositor, de cara al fracaso electoral y al terrible golpe que la realidad les ha propinado, no tardó nada en denunciar que se cometió un fraude, un fraude de tal proporción que implicó más de diecisiete millones y medio de votos. Denunciar el fraude es solo el primer paso para enfrentar esa realidad que ahora se ha puesto en contra de quienes siempre supieron como beneficiarse de ella. Denunciar el fraude, así sea sin pruebas, es fundamental para negar la realidad, pero no deja de estar conectado con la realidad, se niega ―como deben negarse esos más de 30 puntos de ventaja que sacó Claudia a Xóchitl― que la mayoría, la mayoría más mayoritaria que haya votado por un candidato en las ultimas siete elecciones presidenciales, eligió a Claudia. Y por favor, por ningún motivo dejen que les digan que estamos hablando de más de diecisiete millones y medio de votos, y que en otro momento los defensores del institucionalismo, la democracia con contrapesos y la libertad de expresión para algunos, defendieron el triunfo de Calderón con una diferencia de menos de doscientos cincuenta mil votos ¿Eso qué? Si MORENA es tan grande como dicen quienes dicen apoyarlo, ¿no podría hacer el fraude más grande de todos los fraudes?
Profundizando en la misma línea, y asumiendo que impugnar las elecciones y anularlas será terriblemente difícil dado que los mismos ciudadanos que hoy critican al INE hicieron del INE un órgano intocable, omnipresente y omnipotente, debemos estar dispuestos a dejar de lado la lucha por el reconocimiento del fraude más difícil de reconocer y abrazar de lleno la negación de la realidad. Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad, eso lo sabe cualquier hijo de su infómata madre, necesitamos repetirnos mil veces y cuantas haga falta que Claudia no ganó, no ganó, no ganó, no ganó. Que quien resultó triunfadora fue Xóchitl y que quien gobernará será Xóchitl, pero que lo hará tras bambalinas, que, por acuerdos políticos, estabilidad social, o simplemente para no romper el corazón de las hordas chairas que verían su frágil estabilidad emocional horadada si Claudia no resultaba ganadora, es decir: por un acto de amoroso amor de Xóchitl, se pactó para mantener a Claudia como imagen, con Xóchitl como cerebro (soy consciente de la paradoja que propongo). Que quien realmente gobernará, aunque no lo veamos, será Xóchitl: ¡La infodemia al poder!
Entrados en gastos
Aferrarse a la idea del fraude más grande de la histórica historia mundial y a la posibilidad de que Claudia gobierne bajo instrucciones de Xóchitl, que Claudia claudique y se de cuenta que las mejores propuestas (aunque fueran propuestas de los cuatroteros) eran las de Xóchitl, es solo un ejercicio para negar de forma definitiva la realidad, disociarse de ella y construir un mundo que se pueda soportar. Un paso intermedio para que las Laura Zapata, los Carlos Alazraki y los Pedro Ferriz de Con, que abundan entre las mejores familias mexicanas, puedan dormir tranquilos. Lo verdaderamente necesario, es que nos convenzamos de que Xóchitl gobierna, que cuando aparezca Claudia en algún acto oficial, veamos a Xóchitl, que cuando Claudia tome posesión o de su primer informa de gobierno, veamos a Xóchitl tomar posesión, recibir la banda presidencial y dar su informa de gobierno. No hay imposibles para alguien que se ha dedicado a consumir, y creer en, noticias falsas durante los últimos seis años, sin importar que tan absurdas fueran. Empecemos a proyectar a Claudia dentro de una botarga, eso hará más fácil la visualización de Xóchitl y la existencia de nuestra castigada y pobre clase privilegiada.
- Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Historia mínima del desempleo.
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