La estrategia de la derecha mexicana de armar montajes para luego colocarlos como pruebas de inestabilidad política ya es un juego muy manido. Crean ambientes ficticios que han formado parte de denuncias de todo tipo para desgastar al gobierno cuando en realidad sólo es un pequeño grupo de supuestos inconformes actuando según el pago que les darán por realizar ese circo.
Sucede lo mismo con las fake news que surgen sin ningún recato en los medios convencionales y días después esa fantasía se convierte en tema de conferencias y hasta de libros escritos al vapor, como complemento de mentiras, situaciones que nunca sucedieron.
Un ejemplo claro fue la carta que supuestamente había firmado Genaro García Luna, a la cual sólo dieron espacio los medios convencionales, dando por un hecho que se trataba de un documento auténtico, cuando en realidad ni siquiera el inculpado estaba enterado de su existencia. A partir de esa carta se le acusó a las más altas autoridades de México de tener nexos con el narco, como si fuera real una carta que por órdenes superiores difundió al esposa del criminal sentenciado a cadena perpetua.
La agresión al Senado donde participaron los hijos de algunos militantes del PAN y del PRI como guías de boy scouts de parvulitos para hacer y deshacer en el recinto, ahora es pretexto para tratar de echar abajo la aprobación de la reforma al Poder Judicial. Recurrir a una imaginaria ingenuidad de la población para allanar el camino de lo que la oposición considera es política debería ser sancionada severamente.
Desde luego que de inmediato unos denunciarían represión y los medios gritarían a los cuatro vientos que su libertad de expresión estaba coartada, como si la mentira fuera la realidad y lo demás sólo anécdotas aislados.
Las trampas informativas de la oposición no solo son repetitivas sino previsibles. De un acto aparentemente espontáneo surgirán otros como si se tratara de un evento nodriza que dará frutos al por mayor en beneficio de la falsedad.
La política de la derecha carente de ideas y propuestas, debe basar su andar por el panorama mediático a partir de montajes, exigiendo perfección en toda acción del gobierno y cuestionado cualquier declaración, proyecto o programa que emane de las oficinas de gobierno en sus tres niveles.
La oposición dejó de hacer política para dedicarse a ser la fe de erratas del gobierno. Como sucedía con los conquistadores españoles que destruían los ídolos de los ancestros para imponer una religión únicamente con la divulgación de dogmas de fe. Sin más arraigo ni evidencias que las palabras de los sacerdotes que llegaban al nuevo mundo.
Los conservadores tienen esas raíces creen que la población carece de memoria, insisten en que quienes votaron por el actual gobierno son ignorantes y que son fáciles de manipular o comprar. No les queda otra, porque de no ser así ellos quedarían precisamente como avaros que quiere recuperar los viejos privilegios, así como los curas lloraban por perder sus lujos con las Leyes de Reforma.
Los montajes son la herramienta favorita de una derecha que sólo tiene el teatro y el circo como única forma de hacer política. Habrá quienes les creen que, afortunadamente, cada día son menos.
Mientras haya alguien que crea en las mentiras, voluntaria o involuntariamente, son una abstracción que se aproxima peligrosamente a la verdad.
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