Organizó pláticas en favor de la candidatura de Marcelo Ebrard en su oficina personal de la colonia Del Valle en la CdMx, se refirió al ex mexicano como “su hermano”, y aseguraban que no quería ningún puesto en el gobierno. Todo se derrumbó.
La adhesión de Manuel Mondragón y Kalb, ex secretario de Seguridad Pública en la capital de país, a la campaña de Santiago Taboada, muestra que siempre estuvo muy alejado de Morena, al igual que su ex jefe. El médico se dijo ebradorista hasta que éste lo dejó colgado de la brocha y se terminó la hermandad, la coincidencia y el apoyo.
Parecía convencido en la entrega al apoyo de su hermano, no importaba ni enfermedad ni tanque de oxígeno al lado, para alentar su carrera hacia la presidencia de la República, Mondragón y Kalb, repetía varias veces en una misma plática que no quería ningún cargo público y ahora pareciera querer cargarle el portafolios a Taboada.
A Mondragón y Kalb le precedió Genaro García Luna en la secretaría de Seguridad Pública, donde estuvo del 1 de diciembre de 2012 al 25 de febrero de 2013, menos de tres meses.
Las pifias de Ebrard diluyeron su imagen política y mientras más pasaba el tiempo, y más solo se mostraba, no sin antes dejar un tizne de traición a los legisladores de Morena que los siguieron la primera parte de su lucha por la candidatura.
Ebrard decidió caminar solo y no le avisó a nadie, así que en su evaporación política llegó a convertirse en un renegado de la mexicanidad, porque nadie con estudios elementales de diplomacia, acepta una condecoración de un gobierno extranjero sin solicitar permiso a las altas autoridades mexicanas. Nadie se lo iba a negar pero parecía estar decidido a pararse ante el precipicio de la política nacional de una vez por todas.
El artículo 37, fracción III, del apartado C, de la Carta Magna de México asienta que la ciudadanía mexicana se pierde en caso de: “Aceptar o usar condecoraciones extranjeras sin permiso del Ejecutivo Federal”.
A Ebrard le fue otorgada la Gran Cruz Placa de Plata, que entrega el gobierno de Honduras, nadie fue el indiscreto o mal intencionado que daba a conocer en las redes el tema, el propio Ebrard lo difundió en su cuenta de X, ex twitter, como si renegara de la nacional que dijo serle propia y adoptar, en ese momento la de su esposa. El ex canciller ya no tiene contacto con los medios, ahora es simplemente un ex rock star.
Tal vez para Ebrard el reconocimiento no tenga la validez que señala la Constitución, porque la máxima presea de la Orden de Francisco Morazán, que por orden de importancia tiene diferentes niveles: la Gran Cruz Placa de Oro, Gran Cruz Placa de Plata, que recibió el ex precandidato, Gran Oficial, Comendador, Oficial y Caballero. Basta y sobra con que tenga origen extranjero, que se otorgada en otro país y colocada por un gobierno que no es el de México para que, en ese momento, deje de ser mexicano.
Nada tiene que hacer Ebrard en México, en Honduras tiene un futuro prometedor como empresario. Él fue el vínculo entre su cuñada y Ricardo Salinas Pliego, quien le prestó su estadio cuando cerró campaña para la selección de candidato en la arena Ciudad de México.
Conocedor de la ola de emigrantes que viene de ese país a México, considera que valdría la pena que un ex mexicano pueda llegar a Honduras a fortalecer la fortuna de su esposa, quien pertenece a las familias más acaudaladas de ese país que vive hundido en la miseria.
El ex ideólogo del piso parejo al enterarse de que su ex carnal Manuel Mondragón, se unió a la campaña del capo del cártel inmobiliarios, no sólo se deslindó sino que consideró la decisión de “error enorme”.
La figura de Ebrard se diluye en el tiempo, se derrite al calor de las campañas y prefiere verlo todos desde lejos, y mientras más lejos, mejor. Así, Ebrard ahora es ex candidato, ex mexicano, ex rebelde sin causa, ex escritor efímero, incluso es un auténtico ex Marcelo Ebrard.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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