… es tan buen político que hasta se miente a sí mismo.
Max Aub, Censura.
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Muy sonriente y sonrosado, el señor diputado Santiago Creel tuiteó el martes —supongo que el lunes no había amanecido tan jovial—:
“¿Te preguntas quién ganó las elecciones de este domingo 5 de junio?”
¿Preguntaba acaso el revivido panista si su hipotético lector se pregunta a su vez quién ganó el domingo? No, lo afirma —se le fueron los signos de interrogación—: sostiene que quien sea su lector debe de ser lo suficientemente ignorante o menso como para no saber o entender quién ganó en las elecciones del 5 de junio pasado. Sé que eso afirma porque, en el video que anexa, quien despachó como secretario de Gobernación de Fox —un puesto oxímoron— comienza su perorata diciendo a cuadro: “Seguramente te estás preguntando ¿quién ganó las elecciones de este domingo?”
¡Sí, hombre!, le respondí, el asunto es extremadamente complejo, almost rocket science…, porque, vea usted, nomás tenemos los siguientes datos:
· Morena ganó 4 estados
· El muégano prianista ganó 2 estados
Esto es, 4-2. Ahora, si mal no recuerdo, 4 es más que 2 —de hecho, el doble—. Entonces, ¿quién habrá ganado?
Más todavía, si consideramos los antecedentes, tenemos:
· El aludido muégano tenía 6, ahora tiene 2
· Morena de esos 6 tenía 0, ahora tiene 4
¿Quién habrá ganado?
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Bailando la misma guaracha lastimera, el perspicaz panelista de Televisa que poco antes de las elecciones de julio de 2018 había advertido en cadena nacional que si ganaba AMLO en menos de dos años el dólar iba a dispararse a 30 pesos, el señor Leo Zuckermann, tuiteó también el martes:
“Los números son contundentes. Las alianzas sí suman y generan más participación. La posibilidad de la oposición de ganar en 2024 depende de la cantidad de partidos que se alíen para enfrentar a la impresionante maquinaria electoral que está armando Morena”.
¿Cómo no estar de acuerdo con el académico del CIDE? Los números son contundentes: 4-2. Y el acumulado a nivel nacional: 22-10.
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La patética pamema “ganamos perdiendo” es sólo el más reciente pasito bobo del nado sincronizado con el que la oposición ha ido minando vertiginosamente su propia credibilidad.
El domingo en la noche tuve una epifanía. Los amigos de la 4TV me invitaron a comentar los avatares de la jornada electoral y sus primeros resultados. Tuve la suerte de que me tocara conversar al respecto con Filipo Ocadiz, quien en un momento dado señaló que “en donde realmente está sucediendo la cuarta transformación es donde no la vemos desde las grandes ciudades”: “Tendemos mucho a pensar como si todo fuera la Ciudad de México…” O como si México fuera Twitter, intervine… Aunque Twitter, por quién sabe qué malas mañas de los algoritmos y los bots, es muy azul, fue ilustrativo observar los trending topics del viernes previo a las elecciones. Con todo y el nado sincronizado que montaron apenas unos días antes de los comicios del domingo, me refiero la campañita “la 4T es un narcogobierno”, “Morena es el brazo político del crimen organizado”, “AMLO pactó con el narco” y demás infundios…, con todo y todas voces que se sumaron como loros a la cantaleta, con todo y que incluso Muñoz Ledo —el señor que le puso la banda presidencial a AMLO— tuvo el desparpajo de espetar la bajeza, estando a un lado del autonombrado Alito, de que el presidente de la República gobierna en “contubernio” con el narco, resulta que incluso en Twitter el primer lugar de los TT en México se lo llevaba el crucial asunto de que una cantante colombiana y un futbolista español que viven Barcelona tuvieron líos sentimentales y al parecer se van a separar. En otras palabras, el muégano opositor alza la voz para acusar al gobierno en funciones de estar al servicio del narcotráfico, e incluso entre sus simpatizantes la gente responde: Sí, sí, pues…, pero no interrumpa que está mejor el chisme de Shakira y Pique…
¿Por qué? Porque perdieron la verosimilitud. Deje usted a un lado la veracidad, que esa probablemente nunca la han podido presumir. La verosimilitud, la cualidad de verosímil, se refiere a la apariencia de verdadero, de creíble por no ofrecer carácter de falsedad. En un proceso de comunicación, la verosimilitud es el polo complementario de la credibilidad, el que permite cerrar el circuito. Si lo que alguien me dice me resulta sistemáticamente inverosímil, inevitablemente recibiré su mensaje con incredulidad. El PRIAN está ya copado por sus propios embustes. El lago que no era lago y en donde hoy se construye un parque ecológico lacustre, el cerro que nunca existió en Santa Lucía, la devaluación a 30 pesos, la inversión extranjera que no sólo nunca dejó de llegar sino que sigue en aumento, la gallina de los huevos de oro que no estaba muerta y hoy cacarea fuerte, el Apocalipsis anunciado cada tercer día, la conjura rusa, en fin, la estrategia de mentir incansablemente los tiene en donde se merecen, en el peor rol para alguien que quiere convencer: el del mentiroso inverosímil.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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