La actual disputa política entre partidarios de la 4T y opositores al cambio verdadero está más relacionada con una forma de ser que con una forma de pensar. No existe ninguna ideología en esa terca negación de la realidad de un país que se pone de pie luego del saqueo neoliberal al que lo sometieron los gobiernos prianistas, lo que hay es una psicología angustiada. Personalidades limítrofes que se debaten entre el deseo que los empuja y la realidad que los apaga.
Por eso a los ideólogos de la derecha les resulta difícil estructurar un discurso cuerdo que presente sus demandas y sus críticas, válidas en todo caso.
Y si ellos –los intelectuales de prepago, los medios de manipulación masiva y los académicos, entre otros- no pueden formular ese plan a pesar de sus altos méritos y sus muchos libros, ¿qué les queda a los lastimosos personajes que naufragan en la indigencia del pensamiento, como son los servidores públicos Téllez, López Rabadán, Gálvez, Álvarez Icaza o Madero o Martínez Cázares? Nada sino el grito y la chacota, o la imposición de su verdad a sombrerazos y falsedades.
Esa es la forma de ser de la derecha, en el nivel que sea. En la derecha clasemediera y aspiracionista que engrosa las marchas ordenadas por el inquieto dictador Claudio X en defensa de los intereses oligárquicos están siempre presentes la hipocresía de presumir una solvencia en harapos, el ocultamiento de las cojeras morales en las familias, el fingimiento de sentirse magnates cuando le sacan sangre a la tarjeta de crédito para aprovechar las ventas nocturnas en Sears.
Clase media media y media baja con ínfulas de barón. Colegiaturas en colegios particulares que se pagan con retraso. Misas dominicales en la parroquia del Sagrario, engominado el cabello, para saludar a los otros que integran su selecto círculo de menesterosos. Enmascarados bandidos que explotan a sus dos o tres sencillas empleadas de mostrador a las que no han inscrito ni inscribirán nunca en el Seguro Social.
Clase media mentirosa que supervisa a conciencia la doble contabilidad de su empresa, la que se factura y la que “va por fuera”. Clase media que aplaude a huachicoleros, factureros y otros ladrones similares y conexos de la República Mexicana y los considera admirables tiburones de las finanzas.
Con esa corrupta base social como caldo de cultivo, a los medios de manipulación, a los pasquines inmundos –que son tres, principalmente, si se incluye a la revista Proceso- a los feroces cabecillas intelectuales, a los jueces desvergonzados, a voceros y personeros pagados o gratuitos de la derecha les es fácil mentir impunemente una y otra vez, pero no elaborar un programa de acción que exponga sus puntos de vista.
Mentirosos, salen a la calle a defender los privilegios de los jeques del INE y de la Suprema Corte. Carroñeros, afirman que se impidió el paso de la ayuda a los damnificados en Acapulco. Falsos, afirman que hay grave carencia de medicinas. El recuento podría ser casi infinito.
Cinco años tienen ya de estrellarse contra el muro de una realidad que los desmiente y que debería haberlos ayudado a replantear su estrategia de mentiras y falsedades. Pero no. No cambiarían ni en toda una vida. Para qué, si ellos son así y así son felices.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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