Ese año que parecía que no estábamos en ninguna parte, ese año, el último del siglo XX fue el año de una batalla frontal, cruda, descarnada y directa de nuestra generación contra el neoliberalismo en México. Ese 1999 defendimos día y noche la calidad pública y gratuita de la Universidad Nacional Autónoma de México, contra todo el aparato del Estado. Ese año marcó nuestra juventud y vida.
Este 26 de septiembre de 2022, un día en el calendario del luto de todos nosotros los de abajo; día que la tragedia nos ha heredado como un símbolo de la memoria contra el oprobio del poder, del llanto que no deja morir la flor y de las voces que en aquel lugar desde donde se encuentren nos exigen nunca dejar de luchar, no claudicar y saber resistir, ha llegado a nuestras manos una obra colectiva sobre el movimiento estudiantil de 1999-2000.
Nosotros tuvimos la suerte y dicha que pudimos mirar el día que confrontamos con movilización social permanente la intención de privatizar la educación superior; pero nuestros hermanos de Ayotzinapa no lograron si quiera palpar un nuevo amanecer, ni ejercer su derecho constitucional a expresarse. Por eso, lo menos que podemos hacer es recopilar la memoria, como herramienta del pueblo organizado contra el olvido. Lo menos que podemos permitirnos es seguir denunciando la injusticia provenga de donde provenga, y brindar nuestro esfuerzo a favor del prójimo cualquiera sea la trinchera que nos ubiquemos. La lucha de los muchachos de 2014 es nuestra lucha, es un faro para no perder el camino de las utopías.
Citemos al Dr. Enrique Dussel: “la crítica ética de las víctimas de cualquier sistema siempre parece ilegítima desde el punto de vista de ese sistema mismo (…) [las víctimas] habiendo sido excluidas se reconocen como tal y, en consecuencia, constituyen una crítica al sistema”.
En coordinación con el Dr. Jorge Mendoza “el Tri” y Alberto Pacheco “el Diablo”, con el invaluable apoyo de la Mtra. Rosario Piedra Ibarra, presidenta de la CNDH, hemos publicado el libro colectivo Memorias del CGH: a 20 años de la huelga en la UNAM, que anhela convertirse en un ejercicio de recuperación de la memoria histórica como insumo para el porvenir; desde la pluralidad, la diversidad, las contradicciones, las tensiones, la crítica y la autocrítica de un movimiento que significó la irrupción de los estudiantes en la vedada arena de la disputa nacional contra las privatizaciones, que han sido la terrible esencia del modelo neoliberal.
Con prólogo de Lydiette Carrión y epilogo de Luis Hernández Navarro, la publicación busca reanimar el debate sobre ¿qué fue lo que pasó en 1999-2000 en la máxima casa de estudios del país?, teniendo como punto de partida decenas de voces entrañables del interior del movimiento del Consejo General de Huelga (indudablemente no todas las que podrían o deberían de estar, y como toda compilación es de suyo arbitraria), pero teniendo la intención sincera de poner en el centro el carácter multidimensional del proceso en comento, y precisamente su connotación colectiva.
En el mensaje de presentación del libro escribió Rosario Piedra: “Sirva esta obra como constancia de uno de los grandes disensos de la sociedad, de sus estudiantes, con el poder; de la estigmatización hacia las juventudes que no podemos permitir más; y de un pueblo que se asegura dormido, pero que de tanto en tanto despierta con todas sus fuerzas, deseoso de sacudirse en encima las peores prácticas de gobierno”.
Esta gran movilización de voluntades -que durante casi un año mantuvo a la UNAM en Huelga-, contra autoridades universitarias, niveles de gobierno, medios de comunicación y poderes del Estado, permitió a las siguientes generaciones tener acceso a la educación superior gratuita, como planteó en su testimonio Manuel Corona, estudiante de Economía y músico de Ska: “Nos llamaron la generación X, generación perdida, generación de la apatía, sin tener fe en que podríamos cambiar nuestra condición de alienados a seres que despertaron la propia conciencia social y la de millones de personas conscientes hoy de que la privatización de la educación es un retroceso para aspirar a ser un país con mayor desarrollo. Se puede discernir si perdimos o ganamos. Lo que sí me queda claro es que permitimos acceder a la UNAM a varias generaciones, desde el año 2000 a la fecha, sin la necesidad de preocuparse por pagar cuotas, y que sus familias no tuvieran que empeñar su conciencia para poder inscribirlos en una universidad del más alto nivel académico”.
Hacemos una invitación fraterna a dar un paseo por el libro Memorias del CGH: a 20 años de la huelga en la UNAM publicado por la CNDH, a mirar los contrastes, caminos, equívocos, demandas, y aciertos derivados de la lectura, reflexión y crítica de los testimonios emanados de una serie de jornadas que en la línea del tiempo terminaron -en la ingenua lógica del poderoso- con la represión y entrada del ejército disfrazado de policía a Ciudad Universitaria el 6 de febrero del año 2000, pero que para su disgusto continúan en nuestro pensar y sentir como incentivo de la larga lucha de los excluidos por insertarse en las definiciones de su propio destino. Cuanto más se incomode el poder de este cometido más rojizo es el carbón para la máquina de vapor que nos incendia a perseverar.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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