Medios, entre el negocio y la información

El próximo sexenio las empresas periodísticas que tuvieron en el pasado altas ganancias deberán definirse entre el negocio y la información. El próximo gobierno de la 4T anunció que continuará con las conferencias matutinas y esto es, en realidad, un golpe mortal para para el viejo estilo de hacer periodismo convencional en México.

Los medios mexicanos no pueden resistir seguir por el mismo camino adoptado durante más de un siglo al vivir bajo el subsidio del gobierno para hacer de uno de los pilares de la democracia un negocio. Este negocio implica todavía mentir para ganar terreno político y desgastar al enemigo que es el gobierno.

Con la consigna generalizada de evitar, a toda costa. Cualquier tipo de regulación de por medio que por lo menos exhiba a quienes mienten de manera más punitiva. La opacidad en las finanzas de los medios sigue siendo un misterio para la sociedad que cada día es más exigente en transparentar sus ingresos, tanto en cuestión de publicidad y propaganda, para que se aclare si es espacio pagado, como en la rigidez de quienes los integran para que se apeguen a la verdad.

Los medios en su rol de empresas están destinadas a retomar el camino tradicional en México porque en el historial de deudas al fisco, excesos, abusos, impunidades, anomalías, complicidades no pueden continuar en la misma temática y debe cambiar de rumbo. El sexenio actual fue útil para que la gente pudiera tener conciencia de la falsedad de los medios, desde luego, habrá quienes quieran seguir consumiendo sus informaciones, incluso a sabiendas de que son mentiras, pero cada día son menos.

México es el campo de batalla mediática donde se enfrentan a muerte dinero contra verdad. Se trata de mucho dinero, mucho y nada, pero nada de verdad. Los medios convencionales tuvieron varios años para cambiar de acuerdo a la historia, porque estaban acostumbrados a escribir su propia historia, pero no fueron capaces de adaptarse y continuaron trabajando de la misma manera deshonesta, esperando un milagro.

Los medios pueden seguir siendo un buen negocio, pero no tan buen negocio como cuando los mantenía el gobierno. Aquí el problema surgió desde el momento que el medio en cuestión era la nave nodriza de otros negocios, lícitos e ilícitos, que se anunciaban gratis en dicho medio.

Así, se desconocía a ciencia cierta, lo que pudiera haber recabado sin sus “cortesías” a las empresas hermanas, para compensar, por lo menos en apariencia, la falta de ingresos a la publicidad existente, estaba el subsidio del gobierno que nunca auditaba a los periódicos y la supervisión interna era muy laxa o inexistente.

Si los medios en México en realidad tuvieran publicidad de empresas reales, que anda tuvieran que ver con los mismos propietarios del medio, sería un buen negocio, pero ni siquiera lo han intentado.

Enrique Peña Nieto se gastó $4,195 millones en publicidad oficial durante su primer año de gobierno. El monto total es 7.8% superior a los $3,890.4 millones recaudados en 2013 por el impuesto sobre los depósitos en efectivo y equivale al 74% del monto que se planea recaudar en 2014 a través del impuesto sobre los alimentos no básicos con alta densidad calórica.

Esto sin contar con los salarios, canonjías, regalos, privilegios, invitaciones a columnistas, reporteros, editores, etc.

Durante la larga época de hegemonía del PRI no había reglas, ni información, ni transparencia ni mucho menos rendición de cuentas. El proceso de cambio político iniciado en la década de los setenta del siglo XX detonó un mayor escrutinio a partidos y gobiernos y, fundamentalmente a través del periodismo de investigación, se empezó a conocer de escándalos de corrupción y del fondeo ilegal y gasto excesivo de campañas políticas.

Uno de los primeros casos documentados fue el de Tabasco, en 1995, cuando compitieron por la gubernatura Roberto Madrazo (PRI) contra Andrés Manuel López Obrador (entonces del PRD).

Siguieron después los casos de los “Amigos de Fox” y del “Pemexgate” en la elección presidencial de 2000, cuando compitieron Vicente Fox (PAN-PVEM), Francisco Labastida (PRI) y Cuauhtémoc Cárdenas (mediante una coalición encabezada por el PRD). En el caso de Tabasco no hubo sanción, pero en el segundo caso la hubo tanto para el PAN como para el PRI. En ninguno de los dos el castigo sirvió como disuasivo para evitar la conducta en el futuro.

Detectar el dinero ilegal que entra a las campañas es una tarea muy compleja en cualquier parte del mundo. Lo es más en uno como el nuestro, en el que el sistema de justicia carece de las capacidades de investigación necesarias y de la voluntad política para hacerlo. Incluso trabajos periodísticos y académicos que exhiben gastos excesivos e ilegales pocas veces son investigados y menos aún castigados.

En México ha privado una especie de “pacto” o “intercambio” de impunidad que se resume en la frase de “tapaos los unos a los otros” y que ha funcionado a la perfección. Se vale exhibir, pero no perseguir; se vale denunciar, pero no consignar. La democratización de las elecciones trajo la democratización de la corrupción.

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.

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