Para el expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, no existen dudas: el Gobierno de Estados Unidos estuvo detrás del golpe de Estado del 28 de junio de 2009, con el objetivo de imponer su modelo neoliberal de «asfixia», tal como lo ha hecho en otras regiones del mundo. En una reciente entrevista con la agencia de noticias Xinhua, Zelaya detalló su perspectiva sobre los eventos que marcaron su destitución y el contexto político actual de su país.
«No solo tuvieron una injerencia, planificaron en el imperio el golpe de Estado en contra, hoy está más que claro», sentenció Zelaya al recordar cómo un grupo de soldados irrumpió de madrugada en su residencia, obligándolo a abandonar su cargo y su país.
El expresidente destacó que, además del golpe, se creó una élite privilegiada que no paga impuestos y obtiene concesiones y contratos que solo sirven para explotar los recursos naturales de Honduras, profundizando un modelo neoliberal que asfixia la economía nacional y beneficia a transnacionales petroleras y narcotraficantes.
Zelaya subrayó que el golpe de Estado tuvo consecuencias devastadoras para el pueblo hondureño, con muchos ciudadanos optando por emigrar a Estados Unidos debido a la corrupción y el saqueo de las finanzas estatales. Señaló que tanto Estados Unidos como Europa avalaron fraudes electorales durante los 12 años y siete meses que siguieron al golpe.
El exmandatario también reflexionó sobre la repetición de estos patrones en otras partes de América Latina y África, destacando que en el siglo XX ocurrieron alrededor de 170 golpes de Estado en América Latina y el Caribe, todos con el fin de acaparar recursos naturales.
Zelaya enfatizó que no son los pueblos mestizos, indígenas, latinos, americanos y caribeños los responsables de esta violencia, sino las grandes potencias que hegemonizan la globalización económica, particularmente Estados Unidos.
La llegada de Xiomara Castro a la presidencia en 2022, y el establecimiento de relaciones diplomáticas con China en 2023, marcaron el inicio de una nueva era para Honduras, una oportunidad para fortalecer la democracia y las relaciones comerciales y culturales. Zelaya destacó la importancia de estas relaciones para superar el estigma de “República Bananera” y avanzar hacia un futuro más próspero.
Sin embargo, advirtió que el fantasma del golpismo aún persiste. Durante su exilio en la Embajada de Brasil en Tegucigalpa, un alto funcionario estadounidense le confesó que Estados Unidos no solo tenía un manual para golpes de Estado, sino cuatro, y estaba trabajando en otro más, lo que, según Zelaya, confirma la continua amenaza de intervención extranjera en la política de su país.
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