El presidente Andrés Manuel López Obrador no dejará de correr las bases con trote firme y duradero. Nos encontramos en la baja de la séptima entrada y todo puede suceder. Pero sin duda, sucederá a favor de la estrategia que AMLO transmite a sus all-stars en el dugout. Cada jugada y cada ejecutor de la misma tienen una razón justificada para que el macaneo político del ejecutivo federal se mantenga por encima del promedio.
Los comicios electorales en Coahuila y Estado de México que tendrán verificativo el 4 de junio de 2023 permitirán consolidar el roster de jonroneros que se requiere para llevar a 22 los estados gobernados por MORENA con miras a la elección presidencial de 2024. La apuesta le permitirá a la dirigencia del partido en el poder tener una sólida base de votos para por lo menos continuar un sexenio más y consolidar la Cuarta Transformación de México.
Y aunque parezca que la cosa política en ambos estados mencionados está descontrolada para los guinda, debemos recordar la máxima que reza: “a río revuelto, ganancia de pescadores”.
La delfín Delfina ganó un gran soporte con la llegada de Horacio Duarte Olivares a su coordinación de campaña. Político fino, disciplinado y prudente, conocedor de los tiempos perfectos para que cuando éstos lleguen se obtenga el mejor provecho. Importante complemento para consolidar el triunfo electoral. Detrás de una mujer astuta habrá un hombre cabal que abonará a arrebatarle al PRI su último suspiro.
En Coahuila la disputa entre Guadiana y Mejía parece atomizar la votación de tal manera que debilita la posibilidad de triunfo para MORENA. Sin embargo, de llegarse el caso, aun perdiendo se gana porque el fortalecimiento del partido se traducirá en mejores posiciones para diputados guindas en Coahuila, por supuesto, pero también para los vecinos en Nuevo León con sus diputaciones locales y federales del 2024. La hermandad política de estas dos entidades permitirá una redistribución del poder en el noreste de México. Una mejor jugada a mediano plazo.
Y con todo este mete y saca, el pitcher que le pone las moñas al presidente para que las saque del cuadro sigue siendo Adán Augusto. Ambos tienen un peculiar y muy similar estilo del manejo político. Por ejemplo, aún recuerdo esa frase de AMLO en el 2006 cuando dijo: “a mi denme por muerto”. Sentenciaba no participar en la elección que se avecinaba pero lo hizo y la ganó. Aunque el fraude de Calderón Hinojosa cambió la perspectiva de las cosas.
De manera muy similar y con una sólida vena demócrata, recientemente Adán Augusto emitió un comunicado donde nos pide a sus alentadores que esperemos los tiempos electorales y no lo promocionemos para no contravenir al árbitro de los comicios.
Claudia y Marcelo se han venido desgastando, sobre todo en pleitos promovidos por sus huestes. Y aunque a los tres candidatos presidenciales más fuertes de AMLO los han vitoreado con la porra de “PRESIDENTE” en mítines, Adán Augusto es el único que no ha confirmado, que sí quiere serlo. La modestia es sin duda el valor más fuerte de los triunfadores.
Al terminar junio de este año, llegaremos a la mitad de la séptima entrada. Momento para estirar y cantar el famosísimo “Take Me Out to the Ball Game”. Reacomodo de jugadores, consolidación de estadísticas y la ferviente charla final del estratega para asegurar el gane. Andrés Manuel López Obrador sabe jugar el juego. Siempre lo ha entendido y reconoce que su llegada a la presidencia de México no fue chiripa. Ahí lleva el presidente su macaneo por encima de .300, lo amacha.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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