A finales de la semana pasada, desde la Mañanera del Pueblo, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció una importante inversión para renovar las instalaciones de los Estudios Churubusco, una noticia que dejó atónitos al sector cultural y a los cinéfilos del país.
Si bien muchos podrían preguntarse: ¿Qué relevancia puede tener esto?, hay que recordar que el declive del cine mexicano comenzó en los años noventa, específicamente con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En el TLCAN, los servicios audiovisuales se abordaron principalmente en los capítulos relacionados con el comercio de servicios y la inversión. México acordó otorgar un trato no menos favorable a los proveedores de servicios de los otros países miembros, lo que implicó que no podía imponer restricciones que favorecieran a su industria cinematográfica nacional sobre las extranjeras.
Esta decisión fue una estocada importante para la producción cinematográfica mexicana, principalmente porque, para entonces, Hollywood ya dominaba la industria a nivel mundial. En cambio, Canadá sí protegió su identidad cultural mediante reservas expresas.
Los Estudios Churubusco son uno de los pilares más importantes e históricos del cine mexicano y latinoamericano. En este lugar se han rodado clásicos como Los olvidados, de Luis Buñuel; La perla, de Emilio Fernández; y Tizoc, de Ismael Rodríguez, la cual catapultó la carrera de Pedro Infante y María Félix.
Incluso se han grabado películas importantes del cine contemporáneo, como Amores perros, de Alejandro González Iñárritu; El laberinto del fauno, de Guillermo del Toro; así como Y tu mamá también y Roma, de Alfonso Cuarón.
La inversión que la presidenta anunció el 9 de mayo es un paso estratégico de alto impacto en términos culturales, económicos y simbólicos para nuestro país. Permitirá reducir los costos de producción del cine mexicano, atraerá proyectos que de otro modo se realizarían en el extranjero, ofrecerá espacios equipados para nuevas producciones nacionales y ayudará a recuperar la soberanía sobre nuestras narrativas.
Otro punto relevante es la generación de empleos y la reactivación de la economía local, pues la industria cinematográfica emplea a miles de técnicos, creativos, actores y proveedores. Invertir en los Churubusco significa reactivar cadenas de valor locales: vestuario, escenografía, transporte, catering, entre muchas otras.
En resumen, la rehabilitación de los Churubusco es mucho más que restaurar edificios: es una apuesta por la identidad, la memoria, la soberanía cultural y el futuro del cine mexicano. Puede convertirse en una plataforma para que México cuente sus propias historias, con autonomía y calidad técnica.
Porque mientras otros firmaron para silenciar al cine mexicano y olvidar su valor cultural, hoy el Estado vuelve a apostar por darle voz. Y en tiempos donde sobran pantallas pero faltan historias propias, esa voz no solo debe escucharse… debe retumbar.

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