Decir exterminio es poco. Porque no solo han sido “levantados”, sino que han sido víctimas de mentes retorcidas y criminales que los han hecho padecer tortura física y psicológica. Los obligan a matarse entre ellos o cometer los actos más espeluznantes.
Minimizar los hechos de Jalisco porque no había en el Rancho de Teuchitlan cámaras de gases y hornos crematorios, es no solo carecer de sensibilidad, sino hablar desde la ignorancia o el dolo. Porque un rancho de exterminio no debe ser precisamente al estilo Auschwitz. Las fotos iniciales del rancho, mostraban huesos calcinados en fosas.
Sin embargo, en esos momentos ya no importa si se le dice campo de reclutamiento, de adiestramiento o de exterminio. Porque esa verdad ya fue manoseada por todos, incluso por el fiscal de la República, quien abrió las puertas del lugar SIN PERITAJES DE LA FGR.
Nadie confía en lo que haya investigado el estado de Jalisco. Pero teníamos aunque sea una brizna de certidumbre en lo que dijera la fiscalía federal. Gertz Manero, quien se ha dedicado a “nadar de muertito” en cada sexenio, arrastró el caso Teuchitlan, aún mas, a la especulación y el tironeo.
Después, sale Harfuch a escena, dándonos un golpe a la inteligencia; diciendo que detuvieron al delincuente encargado del reclutamiento en el rancho y por él supieron que no era campo de exterminio. ¡Claro!
Porque el implicado en hacer que los jóvenes secuestrados fueran parte del crimen organizado, habló con toda veracidad y honorabilidad que sin duda lo caracterizan. Entonces, el delincuente es confiable, mas no las fotos del reportero gráfico que entró con el grupo de padres buscadores, ni son confiables los testimonios de los familiares de desaparecidos.
Negar la realidad es dar la espalda a una verdad dolorosa en la que están sumergidas miles de familias, colonias o incluso poblaciones enteras de nuestro territorio mexicano. Y la realidad latente son las DESAPARICIONES. ¿Necesitamos vivirlo en carne propia para creerlo y sensibilizarnos?
Desde los años 60s inició el gobierno con una estrategia de “limpieza”, cuando el ejército y grupos paramilitares realizaban asesinatos de estudiantes, obreros o campesinos que se oponían al régimen autoritario del PRI.
No hay rincón del país que se escape de haber vivido en la propia piel la cruenta “guerra sucia”. Eran los años 80s y las bardas aún sangraban con los reclamos de los activistas y luchadores sociales.
Salinas acalló las voces de los maestros y perredistas que reclamaban justicia. Llegó Calderón acrecentando las muertes y las desapariciones, convirtiendo el país entero en un cementerio con su guerra contra el narco, resultando una guerra contra el pueblo que Peña continuó.
Lo iniciado hace 60 años aun persiste; en los puertos del Pacifico, por donde entran muchos de los estupefacientes, o en zonas ricas de recursos naturales como Guerrero, zonas mineras como Sonora o zonas donde gobierna la oposición, como Jalisco y Guanajuato, por citar unos ejemplos. Las desapariciones continúan y soslayarlo, no elimina la aplastante realidad, ni la transforma.
No se les debe desacreditar a los padres buscadores porque alguno de ellos se haya corrompido. Es como desacreditar a todo gobierno actual por tener a gente como Yunes en sus filas.
Ni debemos denigrar los testimonios de padres y madres buscadores porque la derecha se monta en la desgracia de ellos para golpear al gobierno actual. La derecha es muy pequeña, para darle tanto crédito.
Ningún golpeteo y ninguna defensa a una bandera, partido o institución, puede estar por encima de las causas sociales. Que nos una lo trascendente:
¡LAS DESAPARICIONES ESTÁN EN LA AGENDA!
Mientras ensimismados, intentamos aclarar si al rancho de Teuchitlán se le dirá de reclutamiento o de exterminio… Los muertos, los desaparecidos, los torturados ¡SIGUEN CLAMANDO JUSTICIA!
¡EL PUEBLO QUE MANDA, EXIGE JUSTICIA!
¡¡¡NI UN DESAPARECIDO MÁS!!!

Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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