Por más que se le quiera dar vueltas al asunto de la definición de las candidaturas en MORENA, en lo absoluto existe argumento sólido que explique la falta de información y transparencia en el mecanismo real para elegir a aquellos personajes que habrán de representar al movimiento en las próximas elecciones donde se elegirán cargos de suma importancia para el futuro de la Cuarta Transformación como es el caso de la CDMX, pero especialmente la conformación de la siguiente legislatura.
Si bien al interior de MORENA muchas voces se han pronunciado en contra de las encuestas, lo cierto es que ese ejercicio (que bien aplicado puede representar beneficios relativos), comienza hoy a perder legitimidad cuando se enfrenta al principal obstáculo que no es otra cosas que la tentación de hacer acuerdos desde la perspectiva pragmática de ganar por ganar la contienda, aunque eso signifique que se acepte a lo “peorsito” de otras fuerzas políticas como sucedió en Guanajuato con el diputado panista que sabrá Dios quien le permitió colarse al movimiento, a pesar de las evidentes vulgaridades que expresó en contra del movimiento y en especial de AMLO. Pero más allá de que exista un responsable (señalado por todos en la figura del presidente del partido), es claro que el riesgo mayor no está en la autoría intelectual de “alguien”, sino en la convalidación que terminará institucionalizando las definiciones para complacencia de los beneficiados y para decepción de un gran número de compañeros que a pulso y en el territorio se han ganado la oportunidad de representar dignamente lo que hoy se denomina plan C.
Por esa razón, innecesariamente MORENA deja todo listo para que buena parte de los aspirantes comiencen a inquietarse tras la falta de comunicación y transparencia de la que ya se ha hablado en muchas ocasiones, dicha inquietud comienza a tomar forma dado que esta semana comenzaron a filtrarse documentos que dejan claro que la exigencia de privilegiar los derechos político electorales dejarán de expresarse en las calles al no existir espacios de discusión en el partido, para ahora trasladarse a los tribunales competentes. Esto puede observarse desde diferentes ópticas, una de ellas seguramente será la descalificación desde el oficialismo partidista, pero entre otras imperará el clamor de uno que otro personaje que realmente ve preocupación las consecuencias que traerá consigo el “chapulineo” que está a todo lo que da en este proceso.
Como en otras ocasiones se ha planteado en este espacio, la principal problemática a la que se enfrenta MORENA está más en su interior que en lo que haga o deje de hacer el bloque opositor, pero pareciera que un señalamiento de esta naturaleza convierte en automático a cualquiera que se atreva a señalarlo en detractor o enemigo a pesar de que las evidencias hablen por sí solas. ¿Cómo se explicará a la militancia el por qué de las definiciones que benefician a quienes han atentado contra el movimiento? ¿Con qué cara se dicen diferentes y rechazan la existencia de tribus cuando en la realidad todo indica una distribución grupal? Eso en el mejor de los casos, porque así como se vislumbran las cosas, ni siquiera se entiende por qué se abre espacio a personajes como el diputado en comento.
Creo con firmeza que Claudia Sheinbaum representa la esperanza de que el país mantenga el rumbo conforme los intereses del pueblo, pero al mismo tiempo sostengo que ella misma debería exigir transparencia y una revisión enérgica de, hacia dónde se van decantando las candidaturas, de no hacerlo se permitirá al verdadero enemigo colarse impetuosamente en un movimiento que costó mucho trabajo construir y que (cosa no menor) se enfrenta a la etapa más importante de su transitar, es decir a la consolidación.
Si bien creo y respaldo el proyecto, me sumo a las voces que exigen transparencia y un no rotundo al “chapulineo”, no porque se requiera en el movimiento “pureza”, pero sí se requiere de un proceso que cumpla con la mínima dosis de legitimidad para que en el arranque de campaña se salga fortalecido desde lo interno y hacer frente a los adversarios, empezando por los de adentro.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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