Por Amir Ibrahim.
Por un lado, serenidad, dominio de temas y demoledoras denuncias respaldadas por evidencias; por el otro, insultos, nerviosismo y propuestas generales y trilladas. Así fue el primer enfrentamiento, cara a cara, entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, en el que los mexicanos pudieron ver la diferencia entre una estadista y una improvisada.
Como se había predicho, desde el inicio del debate (pésimamente) organizado por el INE, Xóchitl Gálvez buscó arremeter en contra de la candidata de Morena, pero pese a sus intentos de bromas y comentarios personales, Sheinbaum jamás perdió su aplomo.
Lo que el viento a Juárez… Claudia Sheinbaum, con total tranquilidad, expuso sus propuestas y rebatió los señalamientos de la panista. De cuando en cuando, soltaba la “artillería pesada”: Xóchitl Gálvez prometió donar su departamento, pero se lo vendió a la sobrina de Felipe Calderón en una millonaria suma; que ella vive en un departamento del cártel inmobiliario que ella denunció penalmente; y quizá lo peor, que tiene millonarios contratos con el INAI, para lo cual presentó varias carpetas con evidencias.
Nada similar vino de la candidata panista, que, aunque había iniciado este debate con cierta confianza, poco a poco comenzaba a caer en desesperación. Sus “ataques” eran los mismos temas ya conocidos y desvirtuados, por provenir de algunos de ellos de Loret de Mola, aunque este mismo, terminando el debate admito el triunfo contundente de Claudia.
Tristemente las propuestas de Xóchitl no pasaban de la más banal de las generalidades (“hay que reforzar esto”, “hay que reforzar aquello”) y su proyecto de vales de medicinas, es otra “ley simi” creada para favorecer la corrupción y el enriquecimiento de las farmacias particulares.
Al ver su nerviosismo, su enojo y ver cómo se enredaba sola, y compararlo con la tranquilidad de Sheinbaum, no cabe duda alguna quién está más lista para enfrentar los desafíos de la presidencia; quién puede sentarse a negociar con Estados Unidos o con sindicatos y quién puede resolver las diferencias dentro del futuro gabinete.
Xóchitl quiere poner a México “de cabeza”, como con la bandera que mostró al final, Sheinbaum hará que México sea respetado a nivel mundial.
En tanto, Maynez trataba de destacar y de lograr que los televidentes recordaran su rostro y propuestas (entendible para un tercer candidato). Por desgracia, su sonrisa plástica socavó todos estos esfuerzos. Los argumentos que ya trajo preparados eran atractivos, pero pese al autoelogio a sus logros como legislador, esta trayectoria palidecía al lado de la preparación y la experiencia de Sheinbaum. Quizá en unos años más…
Por cierto, ¿dónde se irá el millonario presupuesto del Instituto Nacional Electoral? Esa fue mi primer pensamiento al ver la deficiencia con la que organizaron el debate presidencial, uno de los eventos más importantes que les toca realizar.
Un audio lejano, con sonido de aire acondicionado; un formato confuso con secciones, tiempos y bolsas; preguntas repetidas, a menudo generales y sin gran profundidad; cronómetros que fallaban y que sumaban o restaban tiempo a su antojo… Hasta la letra “D” del anuncio del debate se desplomó previo al inicio del evento.
En al menos tres ocasiones, los cronómetros no coincidían con la realidad, y por alguna “curiosa” coincidencia, a Xóchitl le regalaban tiempo, al grado que los otros dos contrincantes con molestia criticaron el trato dado a la “candidata del INE”.
De las preguntas, si bien es loable el ejercicio de haber compilado decenas de miles de preguntas enviadas por la ciudadanía, fue terrible la labor de filtrar y seleccionar a las mejores, lo que resultó en que se les cuestionara a los candidatos varias veces sobre “¿cómo garantizar la transparencia?” dicho de distintas maneras, o que se les preguntara sobre si castigarían delitos que ya están contemplados en el Código Penal. Para esto existen periodistas.
Esperemos que el INE logre enmendar a toda velocidad y que en los debates que vienen, con temas tan cruciales como la seguridad y la economía, sí se arribe a temas más concretos.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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