Generalmente, se cree que el problema del agua por el que atraviesa el estado de Nuevo León, se resolverá con intensas lluvias. Sin embargo, esto está muy lejos de ser así.
Ciertamente, por diversos canales se escucha a la gente afirmar que sí: las lluvias son la respuesta. Incluso en eso consiste, sin entrar a detalles, el «plan maestro para garantizar el agua de Nuevo León hasta el 2050» de Samuel García.
Misma confianza tiene el director de Agua y Drenaje de Monterrey, Juan Ignacio Barragán, quien ha declarado que “necesitamos un fenómeno de tipo depresión, tormenta tropical para poder, digamos, enfrentar estos con mayor tranquilidad”.
Pero están en un error. Un error que data desde hace tiempo y que no se ha querido ver, o bien, se ha querido evitar, a pesar de ser muy relevante.
Pero antes de señalar este error, hay que ser un poco más precisos también. Por lluvias, no solo se deben entender las lluvias propiamente dichas, sino que esto incluye ciclones, tormentas tropicales, huracanes, o cualquier otro fenómeno natural que produzca agua.
Igualmente, se incluyen proyectos que el gobierno de Nuevo León pretende realizar, como el “Plan Hidráulico: Monterrey VI”, el cual consiste en traer agua del río Pánuco; sin entrar a detalles sobre su controvertida polémica, como su diseño, costo de operación, impacto ambiental, proceso de licitación, entre otros detalles jurídicos que se detallaron desde 2015.
Asimismo, de otro tipo de cuestiones que son recientes como, por ejemplo, la propaganda del mismo gobernador por casi todos los medios —apoyándose en una entrevista al priista Alfonso Martínez Domínguez— asegurando que desde hace mucho tiempo ya había problemas con el vital líquido; una especie de augurio, digna de un oráculo como el de Delfos.
Sin embargo, omite información relevante; como cuando era diputado en el Congreso de Nuevo León, que votó en contra de dicho proyecto: “queremos hacer latente que vamos en contra rotunda de Monterrey VI y haremos lo que esté en nuestras manos para detener este proyecto que, insisto, le funcionó en la campaña al actual gobernador del estado de Nuevo León”.
No obstante, hoy que es gobernador, desde febrero de este año (2022), durante el Segundo Encuentro entre Gobernadores del Noreste y la Embajada de Estados Unidos en México, pretende revivirlo, más que nadie, para afrontar la crisis; sin importar los datos citados.
Por otra parte, que se diga que las lluvias no son solución al problema, tampoco debe confundirse en el sentido de hacer hincapié en que los ciudadanos deben crear mayor conciencia sobre lo que representa el cuidado de agua, así como fuente de vida y lo esencial que es para todo tipo de actividad.
Esto porque no es la primera vez que los neoloneses afrontan una crisis como la actual. Ya desde hace unos años se han presentado cortes programados del servicio por parte de Agua y Drenaje de Monterrey; igualmente, por la misma razón de crisis de agua, muchos hogares de los regios cuentan con tinacos en sus domicilios desde hace años y no de hoy.
Por tanto, cuando se señala que las lluvias no solucionarán la crisis en Nuevo León, se hace referencia a que es necesario empezar a echar un ojo en cómo se distribuye el agua en la entidad, ya que no es posible que 15 empresas acaparen el agua de los neoloneses; que sean estas las que gasten 43 veces más agua que toda la población neolonesa. Asimismo, estar atentos al saqueo, robo y tomas clandestinas de agua, tanto de empresas como de particulares: a que reine el imperio de la ley.
Por lo mismo, mientras no se ponga atención en la distribución del agua, evitar que sigan proyectos de concesiones a grandes empresas o de privatizaciones del vital líquido, no habrá agua que caiga del suelo, subterránea por pozos o traída de ríos, lagos o cualquier otra fuente que estén en otros Estados, suficiente para atender el problema.
Sin esa debida atención, al año siguiente se estará en la misma situación. Un cuento que se viene narrando desde inicios de este siglo.
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