La senadora plurinominal del PAN, Lilly Téllez, ha cruzado una línea peligrosa. Su reacción tras el ataque en la Ciudad de México, que cobró la vida de dos colaboradores de Clara Brugada, revela su mezquindad. En lugar de mostrar empatía, Téllez optó por un discurso lleno de odio y rencor.

Durante su intervención, la senadora afirmó que el ataque fue un “acto terrorista cronometrado”. Según ella, ocurrió justo cuando la presidenta Claudia Sheinbaum daba su “show mañanero”. Esta crítica, cargada de veneno político, demuestra su falta de humanidad. Téllez no mostró respeto por las víctimas ni por el dolor de sus familias.
Además, la senadora vinculó el ataque con un episodio protagonizado por Gerardo Fernández Noroña. Esta conexión resulta absurda y revela su intento de sacar raja política de una tragedia. Al hablar de “exhibiciones intencionales”, Téllez ignora la realidad del país. La violencia no se puede reducir a un simple juego político.
Sus palabras solo sirven para avivar el fuego del descontento y el odio. La derecha, representada por Téllez, parece disfrutar del sufrimiento ajeno. En lugar de unirse para buscar soluciones, prefiere deshumanizar a quienes están en el poder. Esta actitud carroñera y miserable solo contribuye a la polarización.
Es momento de que políticos como Lilly Téllez comprendan la gravedad de sus palabras. La tragedia no debe ser un escenario para el ataque político. La vida y el dolor de los demás merecen respeto, no un uso mezquino en la lucha por el poder. Es hora de que la política vuelva a ser un espacio de empatía y solidaridad, y no de rencor y desprecio.

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