La vida de María Lilly del Carmen Téllez García era un “libro abierto”, o al menos eso pensábamos. Durante toda su vida pública la vimos como una eficiente lectora del “teleprompter”, que escondía la mayoría de las veces, la ignorancia supina que ahora nos regala con su habitual desparpajo.
La pluralidad e inclusión que prometía el Movimiento de Regeneración Nacional permitió encajar a personajes de dudosa procedencia como Germán Martínez, Sergio Mayer y la misma Lilly, entre otros, que pronto ratificarían los motivos del desencanto popular.
Sin embargo, es a partir de 2018, que la vida cambiaba para Lilly “la oscura”, surgiría una nueva biografía que a nadie habría de conmover: conductora, periodista y política.
Hago un alto en este pequeño camino para decir que hacer política está muy lejos de la interpretación que tiene la senadora Téllez pues no cuenta con una cultura básica que le dé contextos para entender y argumentar con sentido crítico en cualquier debate serio y constructivo. Tampoco se puede ser propositivo careciendo de una base ideológica y menos aún, sin representar de manera fidedigna a un sector de la población que la eligió y ahora la repudia por sus engaños y traiciones. Por ese motivo, ella no puede ser, ni hacer política.
Por otra parte, María Lilly tampoco puede probar en ningún caso haber tenido algún curso de periodismo o comunicación, pues no existe antecedente oficial alguno. Creo en la formación autodidacta en todas las áreas del conocimiento, inclusive, con resultados extraordinarios por la disciplina y obsesión que conlleva ésta empresa. En el ámbito que nos ocupa, reconozco al gran Pedro Miguel, de la misma manera que deploro la existencia de Carlos Marín o López Dóriga por su ofensivo y peligroso analfabetismo condicionante.
La señora Téllez se pudo haber conformado con aceptar que para leer noticias bastaba con otros atributos, pero no fue así. Ella registro en la SIL (Sistema de Información Legislativa de la Secretaría de Gobernación) para estructurar la ficha de su perfil, que su último grado de estudios era de LICENCIATURA en comunicación, lo cual es falso pues todos los grados académicos en nuestro país son fácilmente comprobables a través del Registro Nacional de Profesiones de la Secretaría de Educación Pública, y ella no aparece en los registros con cédula profesional alguna. Esto es determinante para afirmar que no tiene ningún grado profesional y que incurre en el delito de usurpación de profesión porque:
Sin tener título profesional o autorización para ejercer alguna profesión reglamentada expedidas por autoridades u organismos legalmente capacitados para ello: Se atribuya el carácter de profesionista.
El código Penal para la CIUDAD DE MÉXICO contempla lo siguiente:
Al que se atribuya públicamente el carácter de profesionista sin tener título profesional, u ofrezca o desempeñe públicamente sus servicios, sin tener autorización para ejercerla en términos de la legislación aplicable, se le impondrá de DOS a SEIS años de prisión y de doscientos a quinientos días de multa.
Como podemos advertir, María Lilly del Carmen Téllez García no representa a los electores que votaron por la transformación de nuestro país y tampoco a la disciplina formal de la profesión plagiada.
¡En unos días será denunciada penalmente!
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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