No se presenta a la entrevista sola. Viene acompañada de otras dos senadoras, una tal Kenia López Rabadán, que ha armado una supuesta contramañanera para desmentir con mentiras al presidente y otra tal Xóchitl Gálvez, que ha llegado al absurdo de tirarse al piso y patalear emberrinchada o rociar a las mujeres policía con desinfectante, por decir lo menos. Juegan a crear o divulgar fake news y le siguen el juego a quienes inventan que el hijo del presidente de la República es un corrupto que rentó una casa indebidamente, por ejemplo, y, aunque se compruebe que no fue así, continúan con su cantaleta comprando legos que llevan al Senado. Pero su juego favorito es demostrar cuál de las tres es peor persona, para lo cual se la viven gritando incoherencias. Las tres siempre andan juntas. Las tres son la viva imagen de la mentira. Las tres son un mal chiste. Las tres son una farsa… pero Lilly-Ledy Téllez, el juguete de la oposición, se cuece aparte.
Llegó al Senado engañando a más de medio millón de electores que votaron por ella, pues sabe actuar –aunque mal, al nivel de TV Azteca–. Primero se disfrazó de morenista y cinco minutos después, ya con la curul que obtuvo gracias al tsunami de votos de la 4T, decidió unirse al PRIAN y con ello traicionar a quienes esperaban que se sumara al proyecto de nación de AMLO. No conforme con eso, esta torpe imitación de Annabelle no pasa un día sin que haga aberraciones, si bien falta al Senado con frecuencia. Desde que vivimos la ignominia de tener un presidente llamado Vicente Fox, no habíamos sentido una pena ajena tan grande como cuando la mujer en cuestión sube a la palestra.
Lilly, usted acaba de felicitar al Pelón Gomiz, hijo de Héctor Suárez, luego de que agredió a un periodista multipremiado y no alineado con el poder económico, a quien llama “lépero”. ¿Qué nos puede decir al respecto?
– Felicité al actor porque trató a un lépero como se le debe tratar, como un lépero. Punto.
Luego de que durante el programa de un publicista de horrible voz usted y sus dos amigas senadoras (quienes por cierto nos acompañan) atacaron y difamaron a Vicente Serrano, y usted –a pesar de sus siete hernias– lo retó porque dice tener “más pantalones”, él y su grupo de colaboradores comenzaron a recibir amenazas de muerte. ¿No se arrepiente de las repercusiones que traen consigo algunas de sus temerarias actitudes? ¿No es un delito azuzar a la población en contra de un periodista desde su posición en el Senado de la República?
– No me venga con que la ley es la ley, no me venga con ese cuento. Nosotras estamos en contra de este gobierno. ¿Qué es eso que hizo el presidente al saludar a la mamá del Chapo?
La trató como a una ciudadana que le quería hacer una petición.
– Pero, ¿liberar Ovidio, el hijo del narcotraficante?
Evitó muchas muertes innecesarias.
No sé en qué momento se invirtió la entrevista y ahora ella hacía las preguntas. Corregí.
Usted llegó al Senado gracias al presidente y ahora no sólo le da la espalda, sino que dice que lo meterá a la cárcel cuando sea titular del Ejecutivo. ¿Por qué?
– El presidente entregó la plaza al crimen organizado y pagará por eso.
Dicen que López Obrador polariza. ¿No serán ustedes las que lo hacen?
– Los pandilleros de Morena polarizan y destruyen: las líderes, unimos. ¿Cómo no estar en contra de un gobierno neocomunista encaminado a la expropiación?
¿En serio cree que puede llegar a la presidencia, que será el “caballo (o la yegua) que alcanza y gana”?
– Ya me temen su presidente y todo el gabinete de Seguridad completo.
¿Y López Gatell?
– Aghrrrrr.
Logré ver cómo su rostro se descomponía. No soy psiquiatra, pero a leguas se ve que esta senadora que “amadrina porros, sicarios informativos, zopilotes, carroñeros de ocasión” (@andreitav92) necesita medicamentos antipsicóticos. Recordé lo que Juan Becerra Acosta señaló: que en Lilly Téllez “vemos rasgos evidentes del trastorno antisocial de la personalidad, también llamado sociopatía; el sujeto no discierne entre bien y mal e ignora los derechos de las personas, los sentimientos de los otros…”.
Volteé a ver a sus acompañantes. También estaban enojadas, una con la cara aún más larga, la otra a punto de tirarse al piso. Decidí hacer la última pregunta.
¿Podría aclararnos qué quiso decir con que “Morena aprobó un monopolio estatal para robar el litio de México y lo privatizaron para ganancia exclusiva de López Obrador y sus cómplices”?
– Así es: estatización y privatización son lo mismo (sic), pero el presidente, ese al que le rinden mil veces honores, que vive en un palacio y engaña a la pobre gente, se quiere robar el litio como se robó el corazón de millones.
Juro que, luego de esta perorata, su rostro se transformó aún más. Quise llamar a Seguridad, pero mejor di las gracias y huí. No sé si hice bien. Quizá debí haber llamado a los paramédicos, pero no lo hice. Pobres, ¿ellos qué culpa tienen?
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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