“… Pero ¿Quién critica al poder mediático? Es el único en nuestras sociedades que no tiene contrapoder. Luego, no es democrático. No estamos cuestionando la libertad de expresión; estamos diciendo que los medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión, no aceptan ningún tipo de crítica. ¿No la aceptan en nombre de la libertad de expresión o no la aceptan en nombre de la libertad de empresa? Este es el problema, porque ¿Qué es lo que defienden? En general son empresas mediáticas que evidentemente no aceptan la crítica; si alguien critica la institución mediática, se ve inmediatamente excluida del juego democrático”.
Moraes, Dènis; Ramonet, Ignacio; Serrano, Pascual. Medios, poder y contrapoder. De la concentración monopólica a la democratización de la información. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2013.
Aunque afortunadamente existen medios alternativos, así como programas en redes sociales en cuyos espacios se han dedicado análisis y reflexiones acerca del uso y el abuso de la llamada “libertad de expresión”, resulta interesante hacer algunos comentarios sobre este tema a partir del contexto particularmente trascendente del año 2024.
A lo largo de estos años de cambios en el país, espacios mediáticos, líderes de opinión u opinólogos e intelectuales, cuya fama lograron durante décadas de servilismo incondicional a los gobiernos neoliberales, han disfrutado de la más plena libertad para discutir, escribir, publicar toda clase de infundios, mentiras e insultos tan diversos como su capacidad para crear una “realidad paralela” a la que la mayoría de los mexicanos percibe y no constata en la “realidad real”, permítaseme la redundancia.
Con argumentos de defensa de las libertades de expresión y de prensa los opositores al actual gobierno han dedicado espacios a canalizar sus visiones e interpretaciones de lo que está ocurriendo en nuestro país, anteponiendo la defensa de los intereses de una minoría, otrora privilegiada, y cuestionando prácticamente todo lo que se hace o se deja de hacer.
Hay quienes hablan de una “meta verdad” misma que está siendo construida a partir de la narrativa compartida por la derecha mexicana, la cual cuenta con poderosos apoyos extranjeros. En conjunto esa derecha de la que forman parte oligarcas, partidos y figuras políticas, medios corporativos, redes sociales, periodistas, intelectuales y escritores ha hecho suyo el discurso de odio y rabia contra López Obrador y la 4T.
La mecánica cada vez les resulta más funcional dada la práctica obtenida en poco más de cinco años. Una atención poco profunda podría observar simplemente que más del 90 por ciento de los medios se lanzan cotidianamente contra el presidente y su gobierno, pero si analizamos la operación con detenimiento podremos constatar que es más sofisticada. No se trata simplemente del llamado “nado sincronizado” sino de un “periodismo” mercenario financiado con recursos provenientes de capitales nacionales y extranjeros.
Un “periodismo” puesto al servicio del mejor postor. Su calificativo de mercenario, más allá del significado original identificado con un recluta a sueldo en una guerra que le es ajena, aplica muy bien para quienes han puesto precio a su nombre, su pluma, su discurso, su firma y, recordando lo arriba señalado, a la fama obtenida cuando los medios crearon esas imágenes públicas como las únicas que aparecían en los medios masivos para crear y reproducir el sentido común del neoliberalismo, el cual era “el pan nuestro de cada día”. En esos medios no había más.
Pero la aparición del fenómeno del periodismo mercenario tiene varias causas. La más evidente es la mostrada arriba, es decir la necesidad de confrontar a un proyecto de Nación antagónico a los intereses de la minoría que con toda soltura caminaba por el país como si fuese suyo y que ahora ya no lo puede hacer con esa arrogancia. Sin embargo, es indiscutible que la más profunda razón de ser de ese adefesio está en la decisión del gobierno de López Obrador de cortar con el multimillonario financiamiento gubernamental, destinado a medios de manipulación y sus voceros, por los presidentes prianistas. Además, de los beneficios recibidos por sus propietarios e incluso por algunos de los más famosos líderes de opinión o periodistas que se traducían en adquisiciones, concesiones, permisos y contratos en servicios y bienes públicos.
Al dejar de recibir los miles de millones de pesos provenientes del gasto público los medios electrónicos e impresos sufrieron serios golpes a sus finanzas pues los ingresos percibidos vía la publicidad contratada por empresas privadas constituían una fuente secundaria de su sustento empresarial. Los recursos públicos son los que le daban la existencia misma a esos medios.
Como ejemplo baste citar el estudio: Contar “Lo bueno” cuesta mucho. Publicidad oficial del gobierno federal de 2013 a 2016. Publicado por Fundar. De la autoría de PaulinaCastaño.1 La distribución del gasto oficial durante el periodo 2013-2016 resultó en un ejercicio de 36 mil 261 millones de pesos. El reporte de Fundar revela que entre el 40% y el 50% de la publicidad oficial solía quedar en manos de 10 grupos mediáticos, a pesar de que había más de mil medios que competían por esos ingresos gubernamentales. En promedio, la televisión recibió el 35% de los recursos totales ejercidos, la radio 19% y los medios impresos el 17%.
El tema de los multimillonarios gastos de la publicidad gubernamental ha sido una de las aristas del conflicto de los medios de comunicación corporativos con el gobierno de López Obrador. La actual austeridad republicana, si bien mantiene el concepto de gasto dedicado a la publicidad oficial, disminuyó considerablemente los recursos a los que se tenía acostumbrados a los aliados mediáticos de los gobiernos prianistas y con ello se rompió el vínculo entre medios y gobierno, al menos a nivel del Ejecutivo Federal. Con ello, se fracturaron las alianzas de convivencia y complicidad entre las élites políticas y mediáticas que favorecieron la concentración de los medios que históricamente han legitimado al poder.
Una más de las fuentes originarias del periodismo mercenario tiene que ver con otra sensible disminución, esta vez de sus audiencias. El número de usuarios que consumen noticias en portales digitales ha crecido a un ritmo acelerado y coincide con la crisis de credibilidad que tienen de los medios conservadores: de acuerdo con la encuestadora Parametría, en 2007 el 75% de la población se informaba a través de la pantalla chica y solo 10% acudía a internet; hacia principios de 2018, aunque las televisoras continuaban siendo las fuentes de noticias más populares del país, las digitales cobraban cada vez mayor terreno, junto con redes sociales y otras plataformas.
En cuanto a la tendencia de la que Jenaro Villamil llama la rebelión de las audiencias, entre 2014 y 2017 se ha producido una auténtica transformación de las audiencias mexicanas… frente a los contenidos mediáticos tradicionales, especialmente los informativos o noticieros de la televisión, pero también frente a los géneros del entretenimiento. Aunque no se ha disminuido sustancialmente el consumo de la pantalla televisiva, los mexicanos ya no la ven igual y la contrastan cada vez más con los contenidos que eligen o a los que tienen acceso a través de las redes sociales.
Villamil identifica con el término audiencias convergentes como las cada vez más dinámicas y capaces de incidir en la opinión pública, es decir ciudadanos que utilizan tanto los medios analógicos o radiodifundidos (televisión y radio) como los medios digitales (redes sociales) a través de los servicios de telecomunicaciones (telefonía móvil, televisión restringida e internet).
Caracteriza a estas audiencias a través de factores como su potencial comunicacional, búsqueda de mensajes alternativos, capacidad de compartir contenidos, convertirse en comunicador individual y/o colectivo; pero veamos con detalle: a) interactividad para impulsar una comunicación más horizontal; b) hipertextualidad que le permite al usuario explorar la red de conexiones a través de la navegación; c) instantaneidad que posibilita la transmisión de la información y el entretenimiento en forma inmediata, desde lugares remotos o cercanos, y la posibilidad de compartirlo persona-persona o persona-grupo o de grupo-grupo; d) interacción que facilita la flexibilidad en los contenidos, la intervención de las audiencias y la fluidez en la comunicación; e) movilidad en la que convergen la radiodifusión, las telecomunicaciones y la informática…
Con el surgimiento de este género de audiencias se limita el monopolio de la opinión pública por parte de una televisora, un vocero o un programa y permite la generación de mecanismos dinámicos para incidir en la agenda pública y generar estados de ánimo social coincidentes… las audiencias mexicanas se han vuelto más críticas… La crítica pasa tanto por un juicio más duro frente a la clase política gobernante, los partidos políticos, las instituciones antes “intocables” (ejército, iglesias, empresarios), pero también contra las propias televisoras que forman parte de un “sistema” que es rechazado con mayor fuerza… Es una rebelión que rebasa a los propios partidos tradicionales y encuentra verdaderos “picos” de expresión negativa en escándalos como los de corrupción. Por ejemplo, el mismo día que Peña Nieto fue exonerado por la Secretaría de la Función Pública del escándalo de la Casa Blanca, los monitoreos en Facebook registraron 28 millones de duros cuestionamientos al “perdón”.2
En esta ecuación del origen del periodismo mercenario juega hoy por hoy un papel destacado la cada vez mayor penetración que las conferencias matutinas del presidente han logrado entre los mexicanos dentro y fuera del país. La comunicación directa con la ciudadanía ha sido un factor indispensable para obtener información. El mecanismo de las Mañaneras es un instrumento informativo y generador de agenda muy valioso para la 4T.
Pero además también ha sido útil para confrontar la guerra de descalificaciones, noticias falsas, manipulación informativa de medios corporativos, escritos, electrónicos y redes sociales, en las que voceros partidistas, intelectuales y líderes de opinión tienen un papel destacado. A lo largo de lo que va del sexenio, estos espacios hechos para el ciudadano de a pie se han posicionado en el gusto de la ciudadanía y cuentan con su confianza, en detrimento de la opinión que de los medios convencionales tiene hoy la mayoría.
La libertad de expresión en nada ha sido vulnerada durante el presente gobierno. Frente a esta libre expresión de las ideas López Obrador ha contrapuesto otra: la libertad de réplica expuesta en los espacios de las Mañaneras. El derecho de réplica es utilizado por el presidente para desentrañar lo que verdaderamente se esconde en lo difundido a la población a través de la prensa que se dice libre pero que está esclavizada, como lo estaba cuando dependía de los recursos y beneficios presupuestales del erario, pero ahora del papel todavía más deplorable de medios, personajes y prensa mercenaria que se ha vendido a los financiadores de su trabajo rapaz y carroñero.
Nunca fueron medios defensores de la verdad. Ni medios y voceros que invitaran a la reflexión y análisis serios. Les interesaba solo su misión y su visión empresarial. Hoy no solamente no analizan ni reflexionan, inventan una realidad solo para ellos existente. Pero además hoy venden sus tiempos y espacios para defender un proyecto sin futuro, al menos no en el mediano plazo afortunadamente. Su carácter mercenario hace del periodismo predominante, en los medios masivos convencionales mexicanos, una mala caricatura del noble oficio del periodismo del que Ryszard Kapuscinski orgullosamente decía: Los cínicos no sirven para este oficio.
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- 1Castaño, Paulina. Contar “Lo bueno” cuesta mucho. Publicidad oficial del gobierno federal de 2013 a 2016. Fundar. Centro de Análisis e Investigación. 2017.
- 2Villamil, Jenaro. LA REBELIÓN DE LAS AUDIENCIAS. De la televisión a la era del trending topic y el like. Editorial Grijalbo. México 2017.
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