Pero ¿quién critica al poder mediático? Es el único en nuestras sociedades que no tiene contrapoder. Luego, no es democrático. No estamos cuestionando la libertad de expresión; estamos diciendo que los medios de comunicación, en nombre de la libertad de expresión, no aceptan ningún tipo de crítica. ¿No la aceptan en nombre de la libertad de expresión o no la aceptan en nombre de la libertad de empresa? Este es el problema, porque ¿Qué es lo que defienden? En general son empresas mediáticas que evidentemente no aceptan la crítica; si alguien critica la institución mediática, se ve inmediatamente excluida del juego democrático.1
Efectivamente amigos lectores como lo menciona la cita incluida en el epígrafe, los medios de comunicación, los cuales en realidad son negocios mediáticos, no aceptan ninguna clase de cuestionamiento. Cualquier reacción para hacer frente a las mentiras e infundios que se canalizan masivamente a través de esos medios corporativos, provoca una reacción en cadena de los “defensores de derechos humanos” descalificando inmediatamente a quien pretenda criticar al poder mediático y es, por ende, excluido del “juego democrático”.
¿Cómo se expresa esa exclusión? Bueno, pues de diversas estrategias, algunas por demás complejas y por ello efectivas. Se elabora una narrativa basada en imágenes que se encuentran en el inconsciente colectivo, sembradas ahí por el poder a lo largo de los años, y se activa mediante la invocación de lugares comunes y/o estereotipos. Así, de “pronto” surge “el peligro para México”, “el gran dictador”, “el comunista”, “el violador de los derechos de la oposición”, “la persecución política”, etc. Como vemos ese discurso deja fuera de la regularidad democrática liberal a quienes pretendan o intentan tocar “su sacrosanta libertad de expresión” cuyos “custodios” son medios, políticos opositores, periodistas, líderes de opinión, académicos, intelectuales, instituciones como el INE, en fin, todos aquellos grupos defensores del régimen oligárquico.
La apropiación discursiva de la libertad de expresión, por parte de la derecha mexicana, pone en evidencia lo que las derechas internacionales llevan a cabo, cada vez con mayor claridad y definición, en contra de aquellos gobiernos o líderes populares que enfrentan sus intereses. Aunque la manipulación del derecho a decir lo que les venga en gana, valga la expresión, sin ninguna clase de límites, como si eso fuera defender sus derechos, no es nada nuevo. La eficiente colaboración, con recursos económicos de por medio, que existe en ese sentido entre medios nacionales e internacionales nos debe plantear un reto, por demás urgente de atender, desde una perspectiva de transformación.
En el discurso de las derechas internacionales existe plena identificación de los mecanismos a través de los cuales reaccionan para oponerse al unísono al menor intento de crítica a sus expresiones, aunque las mismas recurran a la mentira y la difamación como instrumentos que tienen como objetivo la desestabilización y el golpismo. De paso esos grupos reaccionarios se han arrogado el derecho a defender lo que para ellos es la libertad de expresión, enfrentando con el más absoluto desprecio a quienes no opinan como ellos.
La infodemia, por definirla en una sola palabra, aún y cuando lo que ocurre con la falsificación de la realidad es más complejo, ha provocado una severa disminución de las audiencias, frente a los espacios surgidos en las redes sociales y en algunos medios públicos a los que la población cada vez les tiene mayor confianza; sin embargo, los negocios mediáticos siguen siendo referentes para segmentos de la sociedad que no se identifican con el cambio. Esa influencia ejercida en millones de mexicanos es el foco rojo que se mantiene como alerta en la perspectiva de consolidación de las bases de la 4T.
Cada vez se escuchan más fuerte las voces que desde las fuerzas progresistas, de izquierda y nacionalistas gubernamentales o ciudadanas invitan a iniciar la revisión de marcos jurídicos y normativos relativos a informaciones con difusión masiva. Creo que se trataría de limitar lo que contravenga los derechos de las audiencias a que no se les mienta, por decir lo menos. Aunque paralelamente a la creación de consensos en esas modificaciones reglamentarias, la tarea de contribuir a que la población cuestione por sí misma lo que “los medios les dicen”, debe seguir siendo una labor cotidiana de todos aquellos espacios en los cuales el compromiso está con el cambio. El nuestro aquí en Los Reporteros MX.
Cierro mi comentario con un párrafo que precisamente pone énfasis en la identificación de gobiernos progresistas con prácticas antidemocráticas. El enlace del artículo completo está al final.
… Es difícil poner en duda a día de hoy el predominio de un consenso negativo, impulsado, mantenido y reforzado, respecto a la presencia y accionar de gobiernos progresistas en la región. Este consenso permea en relatos que calan profundo en un sentido común que termina por asociar a los gobiernos progresistas con prácticas antidemocráticas…2
1Moraes, Dènis; Ramonet, Ignacio; Serrano, Pascual. Medios, poder y contrapoder. De la concentración monopólica a la democratización de la información. Editorial Biblos. Buenos Aires, 2013.
2EE.UU. UU. y los medios en América Latina: ¿fabricación de consenso? https://nacla.org/medios-manufacturacion-consenso
Les invito a revisar otros enlaces relativos al tema que nos ocupa.
Programa La Base #92 conducido por Pablo Iglesias. En el segmento del minuto 44:52 al 52:43 habla Paco Ignacio Taibo II acerca de los medios en México https://youtu.be/SzuYYhw5bBE?t=830
Programa La Base #96Fin de temporada: la crisis del periodismo. En el segmento del minuto 35:22 al 50:12 se habla de los medios en México y AMLO. https://www.youtube.com/watch?v=YsJF0mXAMzA
Entrevista a Juan Carlos Monedero en el programa de Los Periodistas. 18-07-22 https://youtube.com/watch?v=9wTNJeOKc4I&feature=share
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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