La nueva ley fiscal de Donald Trump, que contempla reducciones de impuestos para empresas estadounidenses, amenaza con debilitar la relocalización de inversiones en México, una de las principales apuestas económicas del país.
La medida, que busca incentivar el regreso de corporaciones a EE.UU., podría restarle competitividad a México, donde el modelo del nearshoring ha generado miles de empleos en estados como Nuevo León, Guanajuato o el Edomex.
Aunque el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, aseguró que México seguirá siendo atractivo por su mano de obra, infraestructura y costos estables, expertos advierten que el panorama se complica.

La economista Janneth Quiroz de Monex sostiene que EE.UU. no es autosuficiente en varios sectores, lo que da margen para que México siga siendo un destino viable. Sin embargo, otros analistas como Carlos Brown de Oxfam México advierten que, entre la baja de impuestos en EE.UU. y la eliminación del impuesto mínimo global acordado en el G7, nuestro país queda atrapado sin herramientas fiscales para competir.
Brown considera poco viable que México rebaje impuestos como respuesta, debido a su déficit fiscal, aunque Quiroz recuerda que ya se aplicó esta estrategia en la frontera en el pasado.
Mientras se avecina la revisión del T-MEC y se aclaran los efectos de la reforma estadounidense, la incertidumbre se instala: México se sostiene en el equilibrio entre su posición estratégica y una competencia fiscal cada vez más agresiva.
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