Cómo camina ese hombre a pasos cortos viene cojeando trae un bastón en la mano da tres pasitos y se vuelve a detener.
Caray, la fila es muy larga, no termina nunca y todavía no sale el sol. La humedad es muy alta, no hace frío, hace calor y no hay sol todavía. El hombre camina a pasos muy lentos, de tres en tres, de cuatro en cuatro y se detiene. Nadie lo mira, nadie lo ve, nadie lo nota, se le ve exhausto; la vida lo ha dejado exhausto, el miedo lo ha dejado exhausto, el tiempo lo ha dejado exhausto. El dolor se lo acaba.
La luz del sol empieza a mirarse allá en las nubes, el edificio frente a nosotros nos tapa la vista del sol y de las nubes; es una clínica del IMSS, aquí venimos los que estamos enfermos o los que acompañamos a nuestros enfermos, aquí venimos a ver si nos sanan.
La fila es eterna y no nos dejan entrar. En la puerta hay un guardia con una camisa azul quien casi se ríe y se burla de nosotros porque él controla el paso y decide quién y cuándo entra o no entra. Finalmente llega una mujer con el mismo uniforme, ella comprende mejor, abre la puerta y deja pasar a la gente formada en la calle, el hombre la reprende pero ya es imposible detener el río humano que entra así a las oficinas, a los consultorios.
En las salas de espera del laboratorio y de imagenología se escuchan llantos de bebés, bullicio y algunos ayes de dolor. Ahí muchos de pie y tantos más en fríos asientos de metal, los rostros ocultos tras el cubrebocas los que estuvieron formando la que parecía una eterna fila, esperan para ser revisados, estudiados, etiquetados, diagnosticados y así les digan de qué se van a morir o no se van a morir, cómo van a vivir o van a sufrir y después de ese día recibir medicinas y tratamientos para tratar de sanar. De su verdadero bienestar, paz mental y felicidad, ninguno se ocupa más que el buen habitante de Palacio Nacional.
Es, ni más ni menos, el Instituto Mexicano del Seguro Social en pleno Siglo 21, con la cuarta transformación caminando a pasos muy lentos esta vez, es el Hospital General de zona doctor Reynes Berezaluce en Villahermosa, Tabasco. Dos horas hay de fila para entrar y luego en una sala hacinados para esperar a que algún empleado malencarado te tome las muestras o haga el estudio o te tomen la muestra del interior de la vagina o que te tomen la muestra de materia fecal, o a que te digan que tus muestras de orina no sirven porque la trajiste en un frasquito de tu casa y no en el vasito esterilizado que venden las farmacias y que se suponía debías de usar.
Vienes a escuchar y recibir la tensión de los niños llorando, de las mamás gritando y de la tardanza interminable y la indolencia con que te miran los que se supone deberían estar preocupados por tu salud, los que se supone que son servidores públicos.
El seguro social funciona a duras penas porque apenas tiene los recursos suficientes para sobrevivir y crecer lo poquito que puede. Las clínicas en Villahermosa están saturadas todas y para todos los afiliados al seguro, solo hay dos laboratorios, eso si, grandes, pero solo dos no hay espacio ni para sentarse, gente de bastón que entra despacio y es rebasada por todos los demás cuando por fin llegan a la sala delante de ellos ya han pasado su carnet entre 60 y 80 personas, aún cuando ellos fueron los primeros en llegar a la puerta aquella donde el guardia no los dejaba pasar. El drama es doloroso. El seguro social no está funcionando bien y el problema son los recursos que tiene.
La cuarta transformación necesita ocuparse de que los llamados grandes contribuyentes aporten mucho más de lo que aportan para el sostenimiento del IMSS y del país que los ha enriquecido sin medida y para el crecimiento de la seguridad social de todos los sectores y de los servicios de salud para que el Estado Mexicano cumpla con su función básica y con el Pueblo del que tanto han obtenido, especialmente de los trabajadores, que son quienes crean la riqueza que este país genera.
Quedan dos años del Sexenio de la Esperanza y todavía hay mucho por hacer, pero si no enteramos al Presidente Andrés Manuel López Obrador, otros simularán que cumplen y no lo harán.
Hacemos comunicación al servicio de la Nación y si así no lo hiciéramos, que el chat nos lo demande.
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