El reciente informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) ha revelado una disminución significativa en la pobreza infantil y adolescente en México entre 2020 y 2022. Durante este periodo, el porcentaje de niños y adolescentes de entre cero y 17 años que viven en condiciones de pobreza se redujo de 52.6% a 45.8%, una caída de 6.8 puntos porcentuales.
Este logro representa un avance notable en las políticas sociales impulsadas por la Cuarta Transformación (4T), cuyo enfoque humanista ha priorizado el bienestar de la población más vulnerable. A nivel general, la pobreza en México también experimentó una disminución, pasando del 41.9% al 36.3%, es decir, 5.6 puntos porcentuales menos.
El documento, titulado ‘Pobreza infantil y adolescente en México, 2022’, destaca que, aunque persisten retos importantes, los avances reflejan un compromiso decidido para mejorar las condiciones de vida de la población infantil y adolescente. De los niños, niñas y adolescentes (NNA) en situación de pobreza, cerca del 40% viven en pobreza moderada, mientras que el 10% enfrenta pobreza extrema.
Desafíos para la población indígena y con discapacidad
No obstante, los datos revelan disparidades significativas en ciertos grupos. Por ejemplo, el 82.3% de los niños y adolescentes que hablan una lengua indígena viven en condiciones de pobreza, siendo el 50.2% de ellos quienes enfrentan pobreza extrema. Además, el 79.1% de los NNA hablantes de lenguas indígenas presentan al menos tres carencias sociales, siendo la falta de acceso a la seguridad social la más común, afectando al 93.9% de este grupo.
La situación también es crítica para los NNA con alguna discapacidad, quienes presentan una incidencia de pobreza del 51.4%, comparado con el 45% en aquellos sin discapacidad. Del mismo modo, el 54.6% de los NNA que viven en hogares con presencia de personas con discapacidad están en pobreza.
Factores que reducen la pobreza
El estudio subraya que la pobreza en hogares con NNA disminuye cuando hay más personas ocupadas, o cuando la jefatura del hogar tiene entre 40 y 64 años, o cuenta con educación secundaria completa. Sin embargo, la incidencia de pobreza sigue siendo más alta en las regiones del sureste del país y en localidades rurales.
Por otro lado, la población de niños de cero a cinco años muestra los niveles más altos de carencias sociales, especialmente en acceso a seguridad social (59.3%) y servicios de salud (45.9%). Los adolescentes de 12 a 17 años, en cambio, tienen la menor incidencia de pobreza, con un 42.9%, aunque el 16.1% de ellos sufre rezago educativo por diversos factores, como la falta de interés o requisitos académicos.
El informe concluye que, para continuar reduciendo la pobreza infantil y adolescente, es vital seguir ampliando los programas de protección social, generar más empleos formales y mejorar los servicios de salud y educación.
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